El potencial que se conoce en la zona, unido al que se intuye en ejemplos como el de los vinos de Rodri, es espectacular, tanto en tintos como en blancos. Con el tiempo caerán otras cosas que, quizás por su cultura vinícola, les quedan algo más lejos (espumosos, vinos dulces: ojo al Itsasmendi Urezti 2008 de vendimia tardía). Todo llegará: no hay más que estar atento. El caso de Rodri y el progreso de sus vinos dice todo sobre lo que seguirá pasando: de una herencia de viñedos prefiloxéricos (entre los de sus abuelos y los de la Sra. Lola salen unos vinazos...) y de más reciente plantación (años 80 y hasta ahora), distribuidos en multitud de pequeñas parcelas (en la zona de Meaño, en Xesteira, Dena, O Torno...) y cuya uva era vendida o se consumía para vino que no se comercializaban, pasamos a la bodega de las Forjas del Salnés que en siete años (primeras botellas de Goliardo Caíño y Goliardo Loureiro en 2005) se sitúa en lo más alto de la viticultura gallega. El abuelo de Rodri, Francisco Méndez Laredo, es la piedra angular sobre la que reposa este edificio. En tierra de albariño, él fue quien apostó por los tintos del mar, tintos atlánticos que en Loire tienen una larga tradición, pero no en Galicia...Tintos, además, que tienen el valor de las variedades autóctonas: caíño, loureiro, espadeiro. Otro día hablaré de alguno de ellos. Hoy no. Hoy quería escribir sobre lo que alguien podría considerar su vino básico.
El Leirana albariño 2010, que no toca madera. Es del que más botellas produce, sí; hay otros blancos que se podrían considerar más "elaborados" (Leirana Barrica; Leirana A Escusa; Goliardo A Telleira), quizás. Pero yo he tenido la suerte (en diez días) de beber dos botellas de este albariño, en lugares bien distintos y con recetas distintas también (siempre pescado), y me ha gustado tanto que decidí escribir algo por tres razones: el tipo detrás de los vinos es realmente cojonudo y sabe qué se lleva entre manos; el precio es realmente bueno para la calidad que ofrece; el vino, sin otra cosa que la fermentación en acero, algo de lías con el vino, la estabilización, un ligero filtrado y unos meses de reposo en botella, representa la quintaesencia de las Rías Baixas: albariño en estado puro, vamos, sin matices tropicales ni cosas raras que vaya Usted a saber gracias a qué han entrado en esa uva. 12,5% para un servicio sobre los 9-10ºC, que nos presenta un vino limpio y suavemente dorado, con unos primeros aromas de manzana algo verde y una firme estructura en boca. Es un vino que parece vestido de seda verde: fresco, con musgo, ácido con moderación y discreta mineralidad (arcilla tras la lluvia). Por apenas algo más de 10€ en tienda merece la pena. Busquen los vinos de Rodri Méndez y disfruten. Entrarán directos a la mejor Galicia que ya existe y la que nos espera. (Y para los "locos del vino", el día que encuentren una botella -quizás sin etiquetar- de pinot noir de Rodri o de ese albariño que reposaba en noviembre de 2011 en el fudre numerado 5, descubrirán una nueva dimensión de la Galicia vinícola.)
Nota bene. La foto de Rodri "emparrado" procede del estupendo blog Vino en Casa.