Él dio instrucciones para que mi marido y yo siguiéramos sus pasos. Caminaba despacio, sus manos unidas por las palmas, a la altura de su corazón, realizando el mudra del amor, el atmanjali mudra, mientras nos dirigíamos hacia aquel imponente edificio donde ya esperaban desde hacía horas sus seguidores. (Unir las manos en posición de rezo, se utiliza para hacer oración o como gesto de plegaria, por lo que se suele realizar para hacer peticiones estando en conexión con nuestro Ser más profundo; aunque realmente su potencia máxima se obtiene al mantener las palmas de las manos unidas y elevarlas por encima de la cabeza. La mano derecha simboliza la sabiduría, la energía superior o el espíritu, la mano izquierda simboliza lo terrenal).
Caminaba tras Él, junto a Él, ese era su deseo. Antes de entrar a aquel imponente hangar dio instrucciones a algunas personas de su séquito: Toñi que se suba de pie, justo detrás de mí, para que sus ojos puedan contemplar cada detalle de la ceremonia, del Satsang.
Miles, cientos de miles de personas, sentadas sobre un suelo alfombrado, creyentes y seguidores meditaban, rezaban o simplemente esperaban con recogimiento su presencia. Mientras se escuchaba de fondo el armonioso sonido del rezo cantado por una suave voz que resonaba en el interior de la grandiosa edificación.
No me separaba de Él, le seguía cuando se sentó mirando hacia aquel público quienes unieron sus manos al unísono, con solemnidad y emoción contenida. El silencio se apoderó del lugar mientras todos dirigían sus ojos y sus plegarias hacia el Maestro.
Los cánticos y los rezos se fueron convirtiendo en sonidos melodiosos que impregnaban mi alma, me hicieron sentir trasladado mi espíritu a un plano superior, lleno de paz, de tranquilidad y de amor.
Miraba aquella figura a los miles y miles de seres que con inusual rectitud fueron pasando en fila, uno tras otro, con lágrimas en los ojos, uniendo sus manos, rezando e intentando transmitirle todo el amor que un ser humano pueda o sepa dar en un segundo, un minuto, un suspiro……y yo, ante aquella multitud, al lado del Maestro lloraba, mi corazón estaba lleno de tanto, tantísimo amor que no pude dejar de llorar hasta que finalizó el Satsang.
(Satsang, del sánscrito “sat”: verdad y “sanga”: compañía. La filosofía hindú indica que Satsang significa asociación o encuentro con la verdad.
Mi respeto hacia ésta filosofía la tengo arraigada desde aquellos años 70 en que les conocí, cuando supe de éste “camino” espiritual; pero mi amistad, mi admiración y cariño hacia el “Maestro” comienza hace más de 30 años, cuando aún Él no sabía que estaba predestinado para ser el “Pastor” de un gran rebaño de almas.
Han pasado 22 años desde que Él nos invitó a India, un mes de Abril del 2000; junto con su familia fueron nuestros anfitriones, nos hicieron descubrir una parte de su vida, de sus responsabilidades, de su espiritualidad, su generosidad ofreciendo un refugio real y espiritual; su persona y todas las instalaciones hospitalarias, un oasis en medio del desierto de la existencia mundana material.
Él es mi amigo, Él es y seguirá siendo para mí y mi marido: “Gugú”, un buen compañero, una bellísima persona, un ser realmente único, una persona muy especial que siempre estuvo y estará en nuestro corazón, en nuestros recuerdos y en la memoria.
Ellos, los satsanguis, los seguidores de ésta filosofía oriental, al igual que la inmensa mayoría de los hindúes, son veganos, totalmente vegetarianos y cada vez que preparo un plato sin absolutamente nada procedente del reino animal, recuerdo su filosofía y mi experiencia gastronómica con ésa parte de mis grandes amigos que siento en mi alma, en mi espíritu y en mi corazón.
Hoy unas LENTEJAS ESTOFADAS CON SETAS…..¿Se animan a probarlas?
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
150 grms. de setas variadas (he usado níscalos – robellón y chantarela, 2 vasos medianos de lentejas pardina, un tomate grande maduro, media cebolla morada, cuatro dientes de ajo, medio vaso pequeño de aceite de oliva virgen extra, una cucharada sopera bien colmada de pulpa de pimiento choricero, dos hojas de laurel, litro y medio de agua aproximadamente, sal y una ramita de cilantro fresco (si lo prefieren pueden usar perejil).
La proporción será de cinco vasos de agua por cada uno de lentejas (la ración habitual si vas a preparar la receta como plato único para dos personas), Es importante no quedarse corto de en la cantidad de agua para que las lentejas no se peguen en la cacerola. Si sucede ésto, puede añadir más agua, aunque eso sí, siempre caliente o el cambio de temperatura hará que las lentejas pierdan la piel.
Moverlas cuando ya se están cocinando puede arruinar el plato, porque las lentejas pueden romperse y perder la piel.
LOS PASOS A SEGUIR:
Limpiar con un paño húmedo las setas, retirando las posibles impurezas que puedan traer adheridas. Cortarlas en trozos más pequeños y reservar.
Fechas en las que se desea paz, amor y felicidad….sentimientos que desde “Mi Cocina” les envío e intento transmitir todos los días del año. Paz y amor siempre.