Les Breton, Nuits d'Ivresse 2012

Por Jgomezp24

Es un día de desconcierto. Por una parte, vacío: las calles están vacías; los creyentes andan desconcertados porque no saben si Jesús resucitará o no; las poblaciones se mueven no se sabe dónde ni por qué. Por la otra, plenitud: los cielos están llenos de aviones, millones de ellos; los cielos están llenos (desde ayer en Barcelona) de nuestras aves migratorias africanas, que lo tienen más fácil que sus compatriotas bípedos. Desconcierto porque la gente olvida las tradiciones y si las recuerda, tampoco sabe ya por qué ni para qué.
Desconcierto porque Catherine y Pierre Breton (Domaine Breton), en Les Galichets (Loire), se quejan amargamente de que su vino más emblemático, aquel con el que empezaron a vinificar con un cultivo biodinámico y sin ningún aditivo químico, su Nuits d'Ivresse (primera cosecha de 1994), es usado como ejemplo por el Gobierno francés para prohibir la palabra "ivresse" en las etiquetas de vino. Apetece dedicar un rato de este Viernes Santo en que parece que nadie hace nada y todo el mundo hace cosas distintas, a intentar describir qué significan este vino y esta palabra.
Empiezo por la palabra. Y no quiero ir a cualquier diccionario latino ("Ivresse" procede del latín ebrius, ebrietas) sino al que ofrece la etimología, el origen de las palabras (Ernout-Meillet, sin más: esto no es un artículo científico). Ebrius se formaría a partir de bria que, en palabras de los gramáticos latinos, significa "copa con la que se bebe vino". Ebrius no tendría el valor que le da hoy el Gobierno francés y quien no conoce la historia de las palabras (es decir, la historia del mundo: sólo existe aquello que se nombra), sino el de "aquel que vacía la copa de vino", no "muchas copas de vino". Sabemos (aunque no haya pruebas para ebrius) que es palabra antigua porque su pareja latina, sobrius, tiene un origen muy antiguo, indoeuropeo: sobrius tiene un valor propio, "aquel que no ha tomado la copa de vino" y, como consecuencia de ello, un valor figurado, "aquel que tiene la sangre fría".
En francés y en las lenguas románicas que bebemos de esta fuente etimológica, "ivresse" tiene con exactitud el mismo valor. (Le Petit Robert) Un valor propio y un valor figurado. El figurado, dada la riqueza de esta lengua, es muy adecuado para llegar al vino de hoy: "État d'une personne transportée, vivement émue...État d'euphorie, de ravissement, d'exaltation". Una persona bebe un vino como el de los Breton, Nuits d'Ivresse 2012, y se siente literalmente transportada al mundo del que salen uvas (cabernet franc en pureza), vino y personas; se siente emocionada con la idea de que siga existiendo gente como los Breton que entiende con tanto equilibrio y autenticidad su relación con la tierra de Bourgueil (arcillas arenosas, con gravas y cantos rodados en este caso); en fin, vive la euforia, la exaltación y el encanto que producen un vino hecho según un solo principio (que es el de Jules Chauvet): la pureza de la fruta en la copa.
Todas las religiones del entorno mediterráneo se han comunicado con la divinidad a través del vino. Y aunque la "leyenda báquica" sobrevive, no lo han hecho por ejercer la "ebriedad" en sentido literal y propio, sino figurado y metafórico. Hoy, Viernes santo, más que nunca, todos debiéramos entender que el vino es la sangre de la tierra y que vaciar una copa de vino como éste de los Breton en nuestro cuerpo significa "exaltación, encanto y emoción" tanto como elogio y reivindicación de la pureza, de la viticultura respetuosa con la tierra y de la vinificación que sólo intenta transportar el ciclo del año a la copa y lo hace sólo con aquello que la tierra ha querido ofrecer.
Nuits d'Ivresse 2012, 12%, ha fermentado su uva de cabernet franc con las levaduras indígenas. Ha hecho la maloláctica de forma natural y ha reposado en barricas viejas durante dos ciclos pascuales. No ha sido clarificado ni estabilizado o filtrado. Ha sido embotellado en septiembre de 2014 y ahora mismo, en esta su tercera Pascua de vida, empieza a encontrar su punto óptimo, no para morir, sino para sobrevivir en nosotros, para emocionarnos y encantarnos, para que hablemos de él y forme parte de nuestro cuerpo y nuestros corazones. Fresco y ligero. Agreste y alegre. Tierra abierta y sabor. Tubérculos y hiedra. Pimientos y tomates verdes. Amable y austero. Es un vino que con pocas palabras dice mucho. Me adhiero y defiendo el concepto de "ebriedad" de los Breton: quienes me conocen, saben que no soporto emborracharme, no lo hago vamos. Pero sentirme ebrio en el sentido de emocionado, transportado y encantado por un vino...las veces que haga falta, siempre que sea como éste. Vamos a ver quién resucita y cómo pero yo, con este vino, sé que tengo no poco adelantado.