Entre el brezo y la caléndula,
entre el musgo y el botón de oro,
entre el diente de león y la aulaga,
entre el nomeolvides y la madreselva,
como entre el azul pálido y la nube
o entre el roble y los tejados
existí, allí estuve
yo en el lugar y el lugar en mí.
Pero dónde volver a encontrar
ese mundo en otra parte, más allá
de los mapas y los atlas,
donde todo se entreteje en
y a partir de si mismo.
¿Un nido de hierbas trenzadas?