Existe una tendencia, promovida por grupos animalistas, a declarar determinadas poblaciones como "libres de maltrato animal" basándose en el hecho de que han prohibido determinadas formas de explotación animal como la tauromaquia o el uso de animales nohumanos en actividades circenses. Ciudades como Mallorca, Vitoria y Tavernes se han apuntando a esa declaración de ciudades "libres de maltrato animal".
Por supuesto, la gran mayoría de la gente que viven en estas ciudades come animales, viste animales, compra animales,... pero como han prohibido las corridas de toros o los circos "con animales" entonces ya todo está bien. Ya podemos decir que son poblaciones "libre de maltrato animal". Y como casi todo el mundo considera que el problema es el "maltrato" entonces ya no hay que preocuparse, puesto que ya no hay maltrato.
Ni la intención, ni el objetivo, ni la medida en sí misma, ni el efecto que causa, tienen que ver con respetar a los demás animales como personas y liberarlos de nuestra explotación. Todo esto sirve exclusivamente para reformar la esclavitud y darle una apariencia renovada eliminando determinadas actividades muy minoritarias que se consideran "crueles" —en el sentido de que causan un sufrimiento injustificado o excesivo para el beneficio que de ello obtienen los humanos— y de ese modo poder proclamar que ya somos "humanitarios" y nos hemos librado del "maltrato".
El concepto de "maltrato animal" no cuestiona ni presenta ninguna objeción a la existencia de la explotación animal. El "maltrato animal" no cuestiona el hecho de que sometamos a otros animales como nuestra propiedad. El "maltrato animal" no cuestiona la esclavitud de los animales nohumanos. El concepto de "maltrato animal" no cuestiona que consideremos a otros animales como recursos que existen para nuestro beneficio.
Ese tipo de medidas son un avance en la dirección de reforzar el paradigma bienestarista que dice que está bien oprimir a los demás animales pero sin que seamos "crueles" con ellos. Debemos eliminar "la crueldad" para que podamos seguir explotando a los no-humanos para nuestros fines pero de forma "humanitaria".
Algo debe cambiar para que todo siga igual.
El objetivo del antitaurinismo, y demás campañas monotemáticas, consiste en reformar la explotación animal eliminando determinados usos marginales considerados "crueles" para que el resto de la esclavitud se mantenga dentro de unos parámetros de "bienestar animal".
Incluso prohibiendo las corridas de toros, los toros siguen siendo explotados. En Cataluña los toros siguen siendo utilizados en espectáculos ["correbous"], o como sementales, y siguen siendo enviados al matadero. Del mismo modo que aunque un país esté prohibido comer perros y gatos, éstos siguen siendo explotados, pues son utilizados para servir de compañía o como sujetos forzados a experimentación, entre otros usos.
La tauromaquia fue prohibida hace siglos en varios países. El uso de animales nohumanos en circos fue prohibido hace décadas en varios países. Nada de esto ha conducido ni remotamente a un desmantelamiento de la explotación animal. No hay conexión lógica ni empírica entre prohibir determinada forma de explotar a los otros animales y acabar con la explotación animal.
El efecto que tienen esas prohibiciones es el contrario: como ya se han prohibido "los peores abusos" entonces la gente considera que podemos seguir explotando a los demás animales de forma "humanitaria" dentro de unos parámetros de "bienestar animal".
Las prohibiciones basadas en el "maltrato animal" son cambios meramente cosméticos y no afectan en nada a la estructura ideológica y social que causa y sostiene la explotación de los animales nohumanos.
El problema, por tanto, no está en que haya cambios, progresos, avances o que éstos se produzcan de forma evolutiva, poco a poco. El problema está en el contenido y la forma y el criterio que conforman ese supuesto cambio. Un cambio puede ser meramente superficial o incluso contraproducente.
Por tanto, no estoy criticando la idea cambio o de progreso sino que critico el hecho de que ese cambio no va dirigido a erradicar el especismo y abolir la explotación animal.
Asumiendo y promoviendo el veganismo podemos acabar con todas las formas de explotación animal; pero en lugar de asumir y fomentar el veganismo, la mayoría de grupos animalistas se dedica a ignorar deliberadamente al 99% de los animales explotados por el hombre, y para aquellos pocos a los que presta atención propone medidas para reformar su esclavitud.
Vivimos en una cultura especista, que considera que los demás animales existen para ser dominados y utilizados por los humanos. Pero por muy predominante que sea ese prejuicio esto no implica que debamos aceptarlo o que no debamos actuar cambiarlo. Del mismo modo que el hecho de que viviéramos en una cultura machista no implica que debamos aceptarlo o que no debamos hacer nada por cambiarlo.
Una cultura milenaria basada en la dominación y el desprecio hacia los no-humanos no se erradica de un día para otro, pero la vía reformista/bienestarista no es el camino para acabar con nuestra violencia contra los demás animales sino que es la forma más efectiva para perpetuarla indefinidamente.
No es ilusorio pensar que podemos erradicar el especismo. El prejuicio del especismo no funciona de forma esencialmente diferente a los otros prejuicios similares y no hay razón para pensar que no pueda ser combatido y eliminado del mismo modo que otros prejuicios lo han sido.
En otras épocas, no lejanas, prejuicios como el racismo, el machismo y la homofobia eran predominantes y casi la totalidad de la gente los asumía como algo normal. Pero gracias al pensamiento crítico y a los movimientos de activismo social esos prejuicios se fueron desafiando y erradicando primero en mentalidad de la gente y luego en la organización social.
Que la gente se haga vegana sí es un progreso moral; esto sí es un cambio real en nuestra relación con los animales nohumanos
Por supuesto que los daños que infligimos a los demás animales no terminan por completo con el veganismo; pero el veganismo es la base para que se produzca un cambio real en la forma en que nos relacionamos con los animales que no son humanos —y dejemos de causarles un daño que es injustificado, innecesario y evitable— y no un cambio superficial mantiene las cosas exactamente como ya estaban al comienzo dando la falsa ilusión de que algo ha mejorado.