Gráficas mostrando las señales de las ondas gravitatorias detectadas por los dos observatorios de LIGO en Lousiana y Washington. Las señales provienen de la fusión de dos agujeros negros, de masas 29 y 36 veces la masa del Sol, a 1300 miles de millones de años de nosotros. Se detectaron el 14 de septiembre de 2015. Crédito: Colaboración LIGO.
No es que yo, con esta mini entrada, vaya a contar algo detallado que no hayan hecho ya mis colegas Cuentos Cuánticos y Francisco Villatoro, pero la emoción me puede, y ya que me he despertado y que estoy a oscuras en el salón de mi casa, con la rueda de prensa en el móvil (no me funcionaba en el ordenador), y luchando para enviar los tuits con el portátil (casi siempre lo hago con el móvil), creo se merece lo dijera por aquí.
(*) Para mí, ondas gravitatorias = ondas gravitacionales. Luego más espabilado y con tiempo lo discuto, pero telita lo que monté ayer en Twitter preguntando cuál de las dos acepciones es la correcta en castellano.