Y es que el suelo urbano peatonal (al menos el de Madrid) no está pensado para rodar... A veces tampoco para caminar, pero eso es otra historia.
Basta coger una maleta con ruedines y emprender el camino hacia el aeropuerto para percibir lo hostil que puede ser la realidad para el viajero. O algo más prosaico y con menos glamour, ir al súper con un carrito de la compra, también se convierte en una gymkana de la que sólo por milagro consigues que los huevos lleguen intactos.
Vivo en pleno centro, en una zona muy comunicada y rodeada de estaciones de metro de las que ninguna, y son cinco -'por el culo te la hinco', nunca mejor dicho- cuenta con ascensor para ayudarte a descender a los infiernos: Ni Bilbao, ni San Bernardo, ni Tribunal, ni Quevedo, ni Noviciado... Por no mencionar lo difícil que resulta sortear con ruedas las cacas de perro que siembran las calles como si estuviésemos en un campo de minas... que hay veces que pongo el carrito a dos ruedas y hago cada acrobacia que ni Jorge Lorenzo...
Bob Dylan - 'Like a Rolling Stone'