El Niño está de vacaciones. Ya, ya sé que todavía hay clases y que los pudientes siguen saliendo de veraneo, es que la vida es así, que le vamos a hacer.
Yo mientras tanto, decido bajar a las mazmorras a limpiar, aprovechando la ausencia “del señorito”.
Como soy MI (Madre Idiota), pero soy previsora, me armo con el mata todo además de muchos trapos y mucha lejía. Después de pensármelo bien, busco en el garaje el machete… Por si acaso.
Bajo al esclavo para que vaya haciendo el trabajo. Antes de entrar ha empezado a hacer “aghhhh” y le he tenido que decir que él solo trabajará en la periferia. Que debajo de la cama meto a su prima la del pueblo de 2100 vatios de potencia.
Llego pertrechada con todo el arsenal de limpieza y defensa personal. Toco a la puerta con los nudillos. Si oigo un “Quién es” salgo por patas para arriba. Querrá decir que el inútil del Niño se ha dejado algún zombi vivo antes de irse.
Entro en la habitación, que está en oscuridad total y apenas pongo el pie en ella, me tropiezo con la silla del ordenador.
¡Manda huevos! Treinta metros cuadrados de habitación y deja la maldita silla en todo el medio a la entrada.
Enciendo la luz; una luz mortecina debido a los centímetros de nicotina que tiene la preciosa lámpara que en sus buenos tiempos fue azul cobalto y bronce.
Pongo al esclavo en el suelo y en cuanto lo enciendo da un giro de 180º y se encamina hacia la puerta como aspirador que lleva el diablo. Le corto el paso y de una patada lo meto para adentro y le cierro la puerta.
-¡Sí claro, pretendes dejarme sola aquí con todo esto, tira pa’dentro cobarde, más que cobarde!
Después de sortear montañas de ropa, supongo que sucia, pilas de comics, cajas vacías de tabaco, cajas vacías de componentes informáticos y doscientos trastos más, logro llegar a la cama que está situada al contrario que dicta la lógica para abrir las ventanas.
Sí, hay que subirse a la cama para abrir las ventanas porque ésta ha sido colocada paralela a la pared. Vamos a mala baba. Levanto persianas, estores, abro las ventanas de par en par y entra la luz del sol, el aire puro y veo una especie de transformer en forma de araña corriendo hacia el cuarto de baño.
Pego un grito y me pongo de pie en la cama.
Mientras, el esclavo sigue pegado a la puerta no sé si aspirando ó llorando por salir. Subo a por la aspiradora de verdad y me pongo a la faena. Me voy al cuarto de baño y cuando voy abrir la ventana, no puedo.
Lo que me encuentro en la ventana no es una telaraña, es la muralla china decorada para la promoción de “Spider-man 4-La precuela”. La prima del pueblo tiene que hacer uso de todos sus vatios para aspirar aquello.
Refunfuño, maldigo y me acuerdo de la madre del Niño en todas sus formas y colores. Hoy, a esa pobre mujer la he llamado de todo…
Cuando termino, lo llamo por teléfono realmente indignada.
-Escúchame bien, no te consiento ni una vez más que tengas tu cuarto como estaba cuando he bajado a limpiarlo esta mañana. ¡Pero si había una araña como un pollo asado que cuando ha salido corriendo al baño, casi me da algo!
-¡¡Como que había, como que había!! ¿¿No te habrás cargado a Paca??
Dolega traspuesta.
-¿Paca, quién coños es Paca?
-¡¡Ay Princesa que nos han asesinado a Paca!!
Yo estoy flipando. Oigo al fondo del teléfono a la Santa que aguanta al Niño que dice ¿¿¿AHH SIII??? Y el caso es que yo juraría que lo ha dicho con un puntito de entusiasmo, incluso de alegría.
-Pero vamos a ver Madre, si ya lo limpiaba yo cuando volviera de las vacaciones. Jooooooder que ha matado a la pobre Paca. Ahora me van a comer los mosquitos, Madre. ¡Que se alimentaba de mosquitos!
-A mi me vas a perdonar, pero ese animal con el tamaño que tenía, los mosquitos se los debía comer tipo palomitas cuando viera la tele, ¡no jodas!
Esa como mínimo tenía que comer conejos, hurracas y como te descuidaras un día te envolvía en el manto que tenía en la ventana del baño y no teníamos que hacer uso del seguro de defunción.
-¡Ay Madre que disgusto!
Y yo pensando: “este chico es idiota perdido”
-Venga hombre no guardes luto por ella. Si creo que la escuché doblando la telaraña y sacudiéndose las pelusas cuando vacié el depósito de la aspiradora en el contenedor de basura de la calle. Considéralo una mudanza.
-¡¡Encima no me vaciles, ehhh!! Que ya verás cuando me coman los mosquitos.
Yo al fondo sigo escuchando a la Santa que cada vez más emocionada pregunta.
-¿Pero es seguro que se la ha cargado?
Y es que hay personas que se empiezan a ganar el cielo desde pequeñitas…