Ya no se trata solamente de que el producto de limpieza funcione y que no tenga un impacto significativo sobre el medio ambiente o sobre la salud humana (que, según nos aseguran, se cumple), sino que la idea consiste en reducir al máximo el impacto ambiental de todo el sistema. ¿Cómo lo hacen? Vendiéndote una botella vacía a la que se le acoplan pequeñas recargas del limpiador concentrado para que sólo gastes aquello que necesitas, que es el limpiador, no el plástico de la botella. Rellenas la botella con agua, aprietas el dispensador (con el que puedes rellenar hasta 4 veces la botella) y ya puedes limpiar cualquier superficie. Se ahorra dinero, se ahorra transporte, materiales y se reduce en un 90% la huella ecológica en comparación con un limpiador convencional. Además, está hecho en el mismo país al que va destinado, Estados Unidos. Como dijo aquel, “busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”.