Cómo decía en los dos capítulos anteriores, Linares fue cuna de civilizaciones, y sobre todo ahora que se han encontrado restos arqueológicos importantes en las ruinas romanas de Cástulo. En esta puesta en escena sí encontraremos lo que llena nuestro espíritu y abre nuestra mente: la sabiduría producida por el conocimiento, su exploración que nos lleva al aprendizaje y a la ansiada falta de respuestas.
Origen: Siglo III a.C.
Destino: Linares y sus Ciudad Romana de Cástulo.
Las ruinas íberas de Cástulo son de gran interés cultural desde el siglo X d.C. Consideradas como Bien de Interés Cultural, su número de visitantes va en “crescendo” en los últimos tres años. El acceso es complicado salvo que dispongas de un 4×4, dado que la carretera está en mal estado. Coge dirección a Torreblascopedro (La Torre) a unos cinco kilómetros de distancia. Las ruinas de Cástulo se encuentran junto al río Guadalimar que en aquella época era un río navegable hasta el mar mediterráneo, lo que permitió el desarrollo en la comarca, dado que Linares tenía ricos yacimientos minerales que fueron la clave de su desarrollo comercial siglos después.
Puestos a seguir excavando veréis restos de un teatro, sus baños termales con sus depósitos de agua, sus murallas, una necrópolis, restos de olivares y como ocurre en tantas zonas arqueológicas de España, muchos otros restos por excavar, pero que por falta de dinero o muchas veces, por interés electoral, no se llevan a cabo las excavaciones necesarias para seguir descubriendo estos tesoros que darían vida y luz a cómo eran y vivieron nuestros antepasados.
A partir del siglo X d.C. con la dominación visigoda, Linares pierde importancia en favor de Baeza. Parece ser que en el siglo XV se mandaron derruir las murallas para evitar que los bandoleros de Sierra Morena se cobijaran en este lugar.
Cástulo es mucho más que el ejemplo del primer cristianismo de la Península Ibérica. «El perfil arqueológico de Cástulo es un tesoro continuo desde la Edad del Bronce hasta el Renacimiento, cuando se abandonó definitivamente la ciudad», como explica Yolanda Jiménez, una de las arqueólogas del proyecto. Apenas se ha arañado un uno por mil de la tierra que cubre esta antigua ciudad amurallada, pero los tesoros de los primeros siglos de nuestra era que ya han visto la luz en estas excavaciones, permiten imaginar la gran necrópolis que se esconde debajo.
Buena prueba de ello es la patena de vidrio descubierta con más de mil seiscientos años de antigüedad, representando a la perseguida cristiandad de los siglos II y III a.c. .
Debes acudir al Museo Arqueológico de Linares situado en el Palacio de la Familia Dávalos conocido como “Casa del Torreón” actualmente gestionado por la Junta de Andalucía. Recoge numerosos restos procedentes de colecciones privadas y de las excavaciones realizadas desde los años 70. Además cuenta con una biblioteca especializada en arqueología y conservación del patrimonio abierta al público de martes a viernes en horario de mañana.
Terminaremos este paseo cultural sobre otro de los pilares de esta ciudad durante siglos: su minería. Ya fueron famosos sus yacimientos mineros en época romana como hemos visto antes, y una de las bases del crecimiento de Linares como Villa, fue precisamente su minería.
Desde el año 1.564 donde datan las primeras excavaciones de plata y plomo a pequeña escala hasta finales del 1.575 donde Linares era la reina en la explotación de plomo, con treinta y cinco minas trabajando a pleno rendimiento entre alrededores de la Villa y la Sierra.
Plomo, alcohol y vidrio eran comercializados por los “tratantes”, reservando el plomo para las necesidades de la Corona para las construcciones del Escorial y del Palacio de Aranjuez. En el siglo XIX Linares se consolida como en la provincia de Jaén. Será con la llegada de nuevas maquinarias y técnicas de minería, así como nuevos medios de transporte como el ferrocarril que facilita la salida del mineral y de los productos derivados. En 1.873 Amadeo I crea el marquesado de Linares. Los primeros Marqueses de Linares D. José de Murga y Dña. Raimunda de Osorio costean algunos edificios públicos y ceden suelo para necesarias zonas ajardinadas.
En el siglo XX la actividad minera decae y cierra todas las minas. Gracias al desarrollo de Santana Motor, se mantiene vivo el motor de la actividad empresarial en la zona y Linares pese al cierre de sus minas, consigue mantener viva la llama de lo que fue. Pero los inicios del siglo XXI traen a Linares el final de Santana con varios “EREs” que lo llevan a la deriva. La ciudad se centra en los servicios como uno de sus principales ejes económicos. Se abren grandes superficies de renombre nacional y se presta más atención a los yacimientos arqueológicos como fuente de ingresos, y así lo demuestran las portadas de “El Mundo” en el año 2.011 y la consideración de National Geographic en el año 2.012 con el descubrimiento de “Los Amores de Cástulo”.
Todo comienzo tiene un fin. Y quizá la época de la revolución industrial se acabó para una villa que pudo llegar a ser ciudad, pero que se quedó en el camino. Estoy seguro de que en villas como Linares vendrán tiempos mejores en los que poder seguir labrando un presente y poder presagiar un feliz futuro. Habrá que seguir rebuscando en esos yacimientos y en su cultura gastronómica, que hacen que una despedida sea toda una delicia para los paladares más exigentes. Tomen buena nota y echen media hora de siesta que la vuelta suele ser fatigosa.
La cocina andaluza es muy variada y rica en sabores, olores y colores. Destacan platos típicos como gazpacho, ajoblanco, andrajos, salmorejo, papas aliñas, pescaito frito, o las mejores tapas. Guisos de conejo, buen jamón e ibéricos, carnes rojas, cordero asado, caza… Todo acompañado de los mejores aceites de oliva virgen y cómo no, mezclado con un buen vino tinto Gran Reserva Pata Negra del ’95 para acompañar.
Lo dicho, cojan el coche con precaución… o retornen a los viejos talgos que tan buenos momentos nos han hecho pasar.
¡Feliz retorno!
El Enviado del 74
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