No es para mi la dieta. Es para mi esposa. La operaron de emergencia y ahora estoy solo en el departamento, escribiendo esto mientras ella está en una cama de hospital, con el vientre partido a la mitad, con dolor y mucha tristeza.
Y pensar que todo comenzó con un cólico tan fuerte como nunca en mi vida había vito que le diera, y terminó con una hemorragia interna que tuvieron que drenar.
Lo malo de todo esto será la recuperación no tanto física como psicológica, que en nuestro caso (quiero decir en el de mi esposa y el mío), suele ser más complicada y difícil que la del cuerpo.
A mi me quitaron el apéndice cuando tenía 15 años. Básicamente fue divertido. no hubo secuelas y tengo una cicatriz bastante bonita que presumo en las reuniones cuando todo el mundo saca a relucir sus males. Ella dificilmente podrá sentirse orgullosa de una cicatriz que no quería y que tuvo que aceptar en la soledad de una sala de urgencias.
¿Dónde estaba yo...? ¿Por qué los pinches médicos no me informaron que iban a operarla...? No lo comprendo. Ahora, a casi 24 horas de que la intervinieron todavía no nos explicamos la pocamadre de los doctores y enfermeras que prácticamente la obligaron a firmar su propia autorización para que la operaran. Sí, era una operación necesaria para limpiar el sangrado interno, pero yo estaba a cinco metros de la sala y no se tomaron la puta molestia de informarme...
Gracias a Dios la operación salió bien y ella se recupera físicamente, aunque psicológicamente, la sensación de abandono, ultraje y abuso de poder persistirán.
Yo por mi parte, estoy tranquilo, y triste. La depresión que me había estado golpeando las últimas semanas tendrá que esperar, tendrá que joderse porque ahora necesito la fuerza física y anímica para soportarla, para aguantarla, no en los sentidos negativos del término, sino en la capacidad de darle apoyo, de sacarla adelante, de tomar este episodio no como un bache sino como una señal de que su salud tiene que mejorar... Curiosamente el fin de semana pasado estuvimos viendo algunos gimnasios para sacudirnos la pereza... eso tendrá que esperar...
Creo que lo más triste de todo es que no puedo estar con ella. Esta es la segunda noche que está en el hospital y espero que sea la penúltima. No me gusta esa idea de que duerma con una aguja en la mano y flanqueada por otras dos mujeres que también fueron operadas...