Llama de oro inca

Por Arteameno
Hace unos 500 años, el imperio inca era el mayor imperio del mundo. Hacía el 1500 en el momento de su apogeo se extendía a lo largo de casi 5.000 kilómetros al pie de los andes y contaba con una población de más 12 millones de personas desde Colombia hasta Chile y desde la costa del Pacífico hasta la selva amazónica.
Era una sociedad rica y productiva que tenía su centro en Cuzco, en el actual Perú.


ESTATUILLA DE ORO, PROCEDENTE DE PERÚ
1400-1550 d.C.

En su expansión a lo largo de la gran espina dorsal de los Andes, los incas criaron un gran número de llamas como bestias de carga de su ejército, tan importante fue este animal para la vida de los incas y la administración de su imperio que confeccionaron estatuillas como la que se muestra, se han encontrado  muchas pequeñas figuras como esta, de oro y plata, por todo el territorio inca, frecuentemente enterradas como ofrendas en los picos montañosos.
La pequeña llama, que mide poco más de 5 cm de alto, es hueca, está hecha de finas hojas de oro alisadas por percusión, por lo tanto es muy ligera.
El oro es una sustancia clave en la mitología inca. Es el atributo del gran dios solar inca y representa sus poderes generativos, el oro se calificaba como el sudor del sol, mientras que la plata representaba las lágrimas de la luna. El oro estaba relacionado con el poder masculino, y sobre todo con el poder del propio inca, el emperador, el hijo del sol.
Como en todas las sociedades, la siembra y la cosecha venían acompañadas de rituales y ofrendas a los dioses, y en el caso de los incas ello implicaba a menudo sacrificios de seres vivos, desde conejillos de indias , hasta hijos de miembros de la élite, por supuesto las llamas se sacrificaban por millares.
En ese ritual sacaban el corazón del animal vivo por el costado, con los pulmones y tenían por feliz agüero si los pulmones salían palpitando, si el animal en ese trance todavía no había acabado de morir.
La riqueza del imperio inca no sólo dependía de sus enormes rebaños de llamas, sino también de la capacidad de los incas para obligar a sus súbditos conquistados a trabajar para ellos, por ello muchos andinos sentían resentimiento hacia los incas, a quienes consideraban agresores extranjeros.
Las continuas rebeliones resultó crucial cuando Pizarro regresó para conquistar Perú en 1532.
Algunas de las élites locales aprovecharon la oportunidad para sacudirse el yugo inca. Los españoles habían ido a Perú atraídos por los relatos sobre ingentes cantidades de oro. Pero en lugar de ello descubrieron las minas de plata más ricas del planeta, y empezaron a acuñar monedas que darían lugar al primer dinero global del mundo. Los incas habían medido la riqueza de su imperio en llamas; los españoles medirían la suya en reales de plata de a ocho.