Ya estamos en pleno invierno y la bajada generalizada de las temperaturas está llegando a todo el país. Una bajada de temperaturas que también afecta a nuestra piel. La llegada del frío intenso y las primeras nieves en algunas ciudades implica la llegada de la sequedad, tirantez, pérdida de luminosidad y aparición de rojeces.
Las bajas temperaturas del invierno hacen que nuestra piel se resiente por las diferencias de temperaturas a las que nos sometemos durante estos días. En invierno nuestra piel tiende a estar mucho más irritada y seca debido a la vasoconstricción de los capilares.
En estos días de frío intenso se ralentiza la renovación celular, por tanto la capa formada por las células muertas aumenta e impide que la secreción sebácea llegue con facilidad a la superficie a lubricar y nutrir la epidermis, dejando la piel seca y sensible.
Y por el contrario, al pasar a ambientes muy caldeados debido al exceso de calefacción, la humedad relativa provoca la evaporación del agua de la piel. Este cambio brusco de temperatura puede provocar la pérdida de elasticidad y la aparición de las temidas arrugas.
Para evitar los efectos nocivos de estas temperaturas es importante mantener nuestra piel libre de impurezas. Es recomendable practicar una exfoliación un día por semana y todas las mañanas limpiarse el cutis. No es conveniente debemos abusar de la exfoliación ya que dejaremos nuestra piel menos protegida y más sensible.
Incluso en invierno, no debemos olvidarnos de utilizar protección solar y es muy recomendable la vitamina C, es un complemento vitamínico que nos permitirá mantener nuestra piel protegida y radiante. Siempre podemos ayudarnos con cremas o ampollas ricas en vitamina C si nuestra alimentación es pobre en esta vitamina.
Y para terminar un par de consejos, puedes utilizar complejos que contengan colágeno y retinol para reducir las arrugas y olvídate del alcohol y el tabaco, aumentan la deshidratación y sus efectos nocivos como las rojeces.