Amo ver cómo cae la lluvia desde la ventana…muchas veces he pasado horas mirando a través del cristal, cómo se inunda todo con ese agua que viene del cielo, cómo si desde su trono en las alturas, la naturaleza supiera que tiene cosas que limpiar aquí abajo.
Sin embargo, si hay algo que realmente me encanta, es salir a la calle cuando llueve y mojarme.
Como todo, prefiero que sea poco a poco…
con esas suaves gotitas que empiezan a avisarte de que te vas a acabar mojando, y mucho.
Me gusta sentir en la piel esa sensación de frío, ese efecto depurativo que tiene la lluvia y que te ayuda a eliminar los restos de cosas sucias que quisieras quitarte de dentro, pero desde fuera.
Me encanta reír y bailar mientras me mojo, aunque no me gusta hacerlo en solitario…porque la gente tiende a ver eso como algo muy raro.
Disfruto sobre todo en verano de descalzarme y notar cómo mis pies acarician el césped mojado mientras todo mi pelo y mi ropa se empapa.
Pero sobre todo, y aunque suene loco y estúpido…llorar bajo la lluvia es la mejor de las sensaciones.
Una, que es muy llorona…ha ido descubriendo con el paso de los años, que la sensación que oprime el corazón (una vez descartado el infarto), tiene fácil alivio llorando hasta que esa sensación desaparece del todo.
Puedes llorarle a tus amigos, a tus padres, a gente desconocida con infinita paciencia…puedes llorarle al mundo…pero en el momento que le lloras a la lluvia y ella llora contigo, es como si tus lágrimas se unieran a ella…
cómo si en los pocos instantes que dura la lluvia, pudieras quitarte más opresión que con todas las veces que has llorado antes.
Es curioso porque normalmente, para la gente que está un poco tristona, los días lluviosos, grises, apagados y fríos suelen ser los peores.
Sin embargo, para mí, que soy una persona extremadamente extraña para la época que me ha tocado vivir, los días de lluvia me animan, porque los comparo a que, por un momento, la naturaleza tiene su momento de debilidad y decide aliviarse la pena inundándolo todo.
Cómo si quisiera llorar ella también por el hecho de que toda la humanidad la tratemos tan mal con lo que ella nos quiere.
Y sin embargo llora poco y suave,
o descarga su rabia en forma de truenos,
o destroza sin intención muchas cosas…
pero tras eso…nos ofrece días y noches de calma.
Amo la lluvia porque la entiendo.
Amo la lluvia porque sin su gris, los arco iris no significarían nada.
Ampy Cilina