Lo imposible no existe (y si no, tiempo al tiempo)

Por Agustin Grau @agustgrau

Monóvar y Yecla son dos pueblos de las provincias de Alicante y Murcia respectivamente. Según google maps se emplean 36 minutos en recorrer los 40 kilómetros que los separan. Hasta aquí perfecto, ¿verdad? Pues sigamos.

Ayer estaba leyendo un libro de Azorín que lleva por título Las confesiones de un pequeño filósofo. Entre vicisitudes y anécdotas varias de su infancia, narraba que cuando despuntaba el otoño le llevaban de Monóvar, donde residía, a Yecla, para comenzar el curso escolar. Y contaba que entre uno y otro pueblo “había seis u ocho horas“, especificando: “salíamos al romper el alba. Llegábamos a prima tarde”. Vamos, que empleaban medio día: salían por la mañana y llegaban por la tarde.

Si a Azorín le hubieran dicho que algún día sería posible llegar a su destino en poco más de treinta minutos, hubiera dicho que era imposible. Efectivamente. Era imposible entonces, pero no ahora.

En el libro La fórmula del éxito comento que imposible es una palabra cuyo significado desconozco. Y lo desconozco porque sé que lo imposible antes o después deja de serlo. Y si no, tiempo al tiempo.

Lo imposible tan solo es algo que todavía no se ha hecho posible, todavía no se ha materializado, todavía no ha tenido lugar, no ha tenido ocasión, motivo de comenzar a existir. Todavía no se ha hecho factible, no se ha plasmado en la realidad.

Muchas veces, a la hora de decidir, distinguimos entre lo que puede ser y lo que no. Permíteme un consejo: no distingas más. Quizá lo que no puede ser es lo que siempre te han dicho que no puede ser. Pero es probable que no estés aquí para repetir y reproducir lo que siempre te han dicho, ¿verdad? Imagino que tienes un alma y una voluntad propia, y que, en cualquier caso, sabes lo que te conviene.

Abre tu mente y entiende que todas las posibilidades caben en este instante. Quizá  lo veas algo difícil porque todavía no lo has concebido, pero entonces es posible que ahí radique tu tarea: en concebirlo, en crearlo, en darle vida.

Tú eres un creador, una creadora, y los creadores no conocen límites. Deja los imposibles para otros.