Lo profano en la pintura barroca española. Clientes y temas
Por Lparmino
@lparmino
Muerte de Hércules, 1634, Francisco de Zurbarán
Museo del Prado - Fuente
El tema profano gozó de poca predilección entre nuestros artistas del Barroco. Sin embargo, es necesario matizar esta idea. Es cierto que los pintores españoles apenas pudieron desarrollar temáticas profanas, excepto algunos privilegiados – véase Velázquez- o respecto a algún género especial, aunque con cierto simbolismo religioso – véase el bodegón. Pero la clientela civil hispana no fue ajena por completo a estos temas. La cuestión es que nobles y monarcas, grandes coleccionistas de arte, preferían a los artistas extranjeros para estos motivos antes que a los creadores patrios. Por ejemplo, Felipe IV, el mayor coleccionista de su tiempo a ojos de Jonathan Brown, era un gran amante de los temas mitológicos y profanos de artistas italianos y flamencos. Clientes y temas profanos
Retrato ecuestre del conde - duque de Olivares, c.1632
Velázquez, Museo del Prado - Fuente
Fue precisamente la Corte de Madrid la que más demandó este género de pintura, especialmente durante el reinado de Felipe IV (1605 - 1665). La profunda política de reformas y nuevas construcciones de palacios y residencias reales determinó la necesidad de una abundante producción pictórica para decorar los cada vez mayores espacios destinados a las residencias regias. En estas decoraciones, fruto de una política ideada y dirigida por el valido del rey, el conde – duque de Olivares, tuvo especial protagonismo Velázquez. El sevillano llegó a viajar a Italia, por segunda vez, para atesorar arte y artistas con destino a los palacios españoles.Los pocos ejemplos de cuadros de historia engrosaban la colección regia. Este era el género por excelencia para la mayoría de los tratadistas teóricos de la época, como Pacheco o Carducho, quienes desestimaban como menores otros géneros como el retrato. Algo similar ocurría con los temas mitológicos. Para el cliente español medio, este no era un tema grato y mostraban sus recelos respecto a los pasados paganos del clasicismo romano o frente al desnudo tan frecuente en estos relatos.
Niños jugando a los dados, 1665 - 1675, Murillo
Alte Pinakothek, Munich - Fuente
El principal consumidor del asunto mitológico es el monarca. Aun así habría que advertir que este tema siempre, o casi siempre, es concebido como ejemplo moralizante, alegoría de las virtudes o, simplemente, como emblema de la monarquía española, misión publicitaria de las grandezas de los Austrias españoles. Otros clientes que disfrutaron de estas pinturas fueron nobles y personajes vinculados a la Corte, la mayoría de los cuales desempeñaron sus labores como diplomáticos por Europa, lo que les permitió admirar este tipo de pintura en lugares donde existía mayor tradición y aprecio por lo mitológico.El retrato era considerado como género menor. Y aun así, gracias a la especial aportación del genio velazqueño, el retrato español barroco puede considerarse en la cumbre del arte pictórico. Síntesis de la herencia recibida del siglo XVI gracias a los pintores de Felipe II y de las influencias llegadas desde las otras cortes europeas, el retrato español mantenía una especial personalidad que otorgaba esa peculiaridad tan española, llena de sobriedad y dignidad, solemne y de gran captación tanto de lo interno como de lo externo.Otros temas profanos, algunos gozaron de especial predilección. Como el bodegón, género que alcanzó plena autonomía a principios de siglo gracias a la aportación de Sánchez Cotán. Su evolución a lo largo del siglo supondría un importante desarrollo del género. A mediados del siglo desemboca en la pintura de flores, tema especialmente querido por algunos pintores de la escuela madrileña de la segunda mitad de siglo – tanto que mereció una exposición, Pintura española de flores del Siglo de Oro en el Museo del Prado en 2002- y las conocidas Vanitas, que algunos pretendieron convertir en bandera del Barroco español.
Bodegón, c.1600, Juan Sánchez Cotán
Colección Hernani, Madrid - Fuente
Para finalizar, referencia a dos temas que gozaron de predilección en el resto de Europa y, sin embargo, tuvieron muy poco eco en la clientela española: los paisajes y los temas de género. El paisaje siempre fue considerado género menor. Por su parte, el tema de género apenas obtuvo algún éxito entre los pintores españoles, y sólo podríamos citar algunos ejemplos concretos, ya sea el caso de las obras de juventud de Velázquez en su etapa sevillana o las obras de otro sevillano, Murillo. Es necesario hacer referencia a que la mayoría de escenas de “pillos” murillescas tenían como mercado principal los centros extranjeros, donde obtuvo enorme éxito, y no los sevillanos.Luis Pérez ArmiñoBibliografía
Brown, J. (1990): La edad de oro de la pintura española. Ed. Nerea. San SebastiánBrown, J. (1995): El triunfo de la pintura. Sobre el coleccionismo cortesano en el siglo XVII. Ed. Nerea. San SebastiánLópez Torrijos, R. (1985): La mitología en la pintura española del Siglo de Oro. Ed. Cátedra. MadridLuna, J.J. (2008): El bodegón español en el Prado. Museo del Prado. Madrid Elliot, J. y Brown, J. (2003): Un palacio para el rey: el Buen Retiro y la Corte de Felipe IV. Taurus. MadridPérez Sánchez, A.E. (1992): Pintura barroca en España. 1600 – 1750. Ed. Cátedra.