Aquí tenéis (aunque no todos los que me leáis practiquéis este deporte, pero os podéis reir leyéndolo) una serie de recomendaciones para que las chicas vayamos a clase de yoga con el outfit adecuado. Porque no, ¡no vale cualquier cosa!
1. En primer lugar, os resumiré en qué consiste una clase de yoga al uso: yoga físico. Primero se hacen unos ejercicios de respiración en la postura del loto o de meditación (en la que está el perro y que todos conocéis). Después, se hace el saludo al sol para calentar, ¡a veces cansa mucho y requiere otro calentamiento previo! Como penúltimo paso, las posturas, llamadas asanas, que sí, algunas son raras, pero molan. Equilibran cuerpo y mente y tonifican. Y por último, el relax.
Hay a quien, para empezar, no le llegan casi las rodillas al suelo en la postura del loto, por lo que os recomiendo un pantalón elástico: de chándal, mallas o pantalones amplios estilo harem o 'cagaos' (ya hablaré en otro punto del problema de esta última opción porque, aunque son muy indios y muy yóguicos y todo lo que quieras, no me parecen los pantalones más cómodos, por lo menos para mí).
2. Si eliges mallas o leggins, has de saber que puedes tener algún problema tipo que si el tejido está viejo se te van a transparentar las bragas o el tanga o lo que quieras llevar ahí y te las va a ver to quisqui, el de detrás o con el que te pongas de pareja para hacer ciertos ejercicios.
Otro problema es que ¡se marcan las lorzas! Y aun hay otro poblema más, éste, un poco más escatológico (¡¿todavía más?!): y es que se te marque la zona... Esa zona... Ya me entendéis. Algo que ya se ha bautizado como camel toe (pezuña de camello, en español). A mí es algo que me incomoda mucho, no sé a vosotras, por eso, aunque al principio me gustaba porque me resultaba más cómodo, ya no voy a clase con leggins porque en determinadas posturas seguro que se marca y aunque sólo lo vea la profesora o sea imperceptible, ¡me rayo!
3. Si decides ir a clase con otro tipo de pantalón, de esos que os decía, harem, que no sea tampoco muy anchote, porque te lo pisarás y/o pillarás al hacer los ejercicios, y no es muy práctico, no. O eso me parece a mí.
Yo, como buena remilgada que soy (o más bien, discretita), voy con camisetas de algodón hasta el cuello (y, también hay que decirlo, no tengo ese "problema" de pechonalidad). Luego, suelo llevar pantalones de esos tipo pijama con estampados chulos, cómodos y resultones; los chándales me parecen aburridos.
5. En quinto lugar, como hay que estar descalzo durante toda la práctica, lleva unos calcetines chulos, los últimos que estrené yo, de búhos, llamaron la atención. Fashion hasta en clase de yoga. Importante: ¡sin rotos, ni tomates, ni nada! y, si eres friolera y escrupulosa como yo, los llevarás siempre que puedas (hay partes de la clase en las que hay que quitárselos para no resbalarte).
6. Si tienes el pelo largo, recógetelo en una coleta porque hay ejercicios en los que se te meterá en los ojos y te molestará. Si me apuras, hasta ponte unas horquillas para que no se te salga ningún pelo rebelde. Yo es que, además, soy muy de pelo patrás y me agobio en seguida.
7. Ah, una de las cosas más importantes: ¡hay que depilarse! Nunca sabes en qué clase el profesor o algún alumno con el que tengas que hacer algo en parejas (o en tríos, en yoga le damos a todo) te van a tocar las piernas (eso es lo mínimo que te pueden tocar, mira que a mí no me gusta cuando hay que hacer cosas en parejas, soy muy mía).
Con todos estos consejos, espero que practiquéis este deporte con elegancia y soltura. No hay que perder el glamour en ninguna situación. Y, si tenéis dudas, preguntadle a Carmen Lomana.
¡Que hagáis la cobra tan bien como este perro! (sí, esta postura se llama la cobra, me parto).
¡Namasté!