Hoy vamos a repasar los derechos naturales del niño de los 4 a los 7 años. Como ya sabes el primer septenio deja una impronta tan fuerte para el resto de nuestras vidas, que es muy necesario dedicarle una atención especial por parte de nosotros, los padres, adultos maduros emocionalmente y responsables (en teoría).
Si no has leído esto, ¡no continúes leyendo!
El cuarto año, el niño tiene derecho a AMAR y a SER AMADO. Es lo que podríamos definir como el derecho natural a dar y recibir. Ya empieza a hacer las primeras amistades, a comprender los primeros vínculos reales. Ya puede ver al otro, y no sólo a él mismo, como hasta ahora. Está superando esa fase egocéntrica tan característica de los primeros tres años y comienza a interactuar con el otro de verdad, entiende que en las relaciones hay un dar y un recibir.
En este momento necesita sentir muy especialmente (aunque en realidad esto debería ser una constante hasta la edad adulta) que recibe el amor incondicional por parte de sus padres. Un niño no debe sentir nunca el rechazo de sus padres (o al menos de uno de los dos). Necesita saber que haga lo que haga, o diga lo que diga, su padre y su madre le quieren, SIEMPRE. Y le respetan.
Por eso si cuando tiene una rabieta, o hace algo mal hecho, o lo que sea que pueda hacer un niño de cuatro años que nos moleste, le gritamos enfadados diciendo cosas como: eres malo, ya no te quiero, si no haces esto mamá no te querrá, no se quedará contigo, y un largo etcétera de barbaridades (he oído cosas mucho peores que me ponen los pelos de punta pero no las escribiré), la vivencia interna del niño es de desamparo, de abandono, de soledad emocional, no se siente comprendido, ni mucho menos querido. Y por otra parte, cuántas mamás y papás hay que estamos agobiados con el día a día y no dedicamos a nuestros hijos quince minutos de presencia plena, de decir, estoy contigo al 100%, de verdad (sin tener la cabeza en otro sitio), y juego contigo, te abrazo, te mimo… Pues estos quince minutos (como mínimo), son la nutrición emocional que un niño necesita desesperadamente, así de sencillo. Si no, ¿qué pasará de adulto? Como te puedes imaginar habrá problemas de vinculación. De repente se nos hará difícil tener una pareja estable, tendremos problemas para vincular con nuestros hijos, con nosotros mismos incluso, etc, etc, etc… Y luego encima nos preguntaremos: ¿Por qué no soy capaz de construir una relación? ¿Por qué nunca me quedo satisfecho/a con esta persona si él/ella me quiere? ¿Por qué necesito más? ¿Por qué soy infiel?... En fin solo hay que echar un vistazo al mundo que nos rodea y sabrás bien de lo que te hablo…En el quinto año el niño tiene derecho a HABLAR y a COMUNICARSE.
La voz, lo que expresamos, nace en el cuello, y precisamente por eso decimos que el cuello es el puente entre el cuerpo y la mente.
El séptimo año el niño tiene derecho a CONOCER. Es pura curiosidad y necesita explorar todas sus pulsiones naturales. Éste es un año mágico por varias cosas, pero entre ellas empieza a vislumbrarse cuál es su don, su potencialidad, lo que probablemente de adulto va a ser la fuente de su felicidad.Los padres debemos estar muy atentos y conectados, puesto que las actividades que accione ahora, luego serán lo que le llene. Si no, de adulto, solo habrá desconexión o como dice Leonardo Taub "inconsciencia pura".
Muchas gracias por leerme. Por cierto si al leer esto te sientes de alguna manera culpable (como me habéis comentado algunas mamás con la primera parte) porque hay cosas que nos ha hecho así, por favor lee esto, y si quieres que amplíe o escriba más en profundidad sobre algún tema ¡no dudes en dejarme un comentario!Te dejo un cuadro resumiendo todo el primer septenio:
Un abrazo largo,Aguamarina
<<Hay dos regalos que debemos ofrecer a los niños: uno son raíces, el otro son alas.>>
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