No son los únicos casos de ayuda emocional que estos animalitos proporcionan. La soledad de la madre viuda de una de nosotras se calmó con la entrada en su hogar de Pepe, un enorme gato gris atigrado que duerme sobre el pecho de la progenitora y observa cada noche si su dueña respira. O ese otro pequeño minino, el hoy gran Perico, que fue la sorpresa que una de nosotras dio a sus hijos tras comunicarles con tristeza que sus papás se separaban. También mitigó el horror de un divorcio, en la medida de lo que cabe.... Por eso, no dudamos en reiterarnos... Con su amor sin límites, ¡los animales nos sujetan!
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Y a vosotr@s... ¿os sostienen también las mascotas?