De la misma manera, ayudan a ampliar la consciencia, fortalecer el carácter y armonizar la función mental.
Las asanas se pueden clasificar de diversas maneras. El criterio que suelo usar para ordernarlas es el siguiente:
Posturas de meditación
Posturas de equilibrio
Posturas de flexión
Posturas de torsión
Posturas de inversión
Posturas de acción general
En este post voy a centrarme en los beneficios de las posturas de inversión:
Estas posturas implican un movimiento que habitualmente sitúan los pies sobre la cabeza. (Para que me entendáis más simplemente, como diría mi hija: “estas son las posturas para estar cabeza abajo”).
Algunas de las posturas de inversión más conocidas y más usadas en el yoga son la postura de la vela, el arado, el pino o la postura sobre la cabeza. (Esta última, considerada la reina de las posturas en yoga).
Los beneficios de las posturas de inversión son los siguientes:
Estimulan el sistema endocrino y regulan el funcionamiento de la glándula tiroides.
Fortalecen la musculatura cervical, de la espalda, hombros, brazos y abdomen.
Favorecen la circulación sanguínea, haciendo que llegue más sangre al cerebro y descongestionando las venas de las piernas, descargándolas y previniendo las varices.
Mejoran la memoria, la concentración, la atención y la capacidad intelectual.
¿Y vosotros? ¿Habéis realizado alguna vez alguna sesión de yoga con alguna postura de inversión? ¿Os animáis a ello? Estaré encantada de leer vuestros comentarios!!!
Besos desde mi blog!!!