Los binomios corrupto/corruptor

Por Peterpank @castguer
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Puesto porJCP on Aug 19, 2012 in Autores

Esta crisis no acabará nunca. Muchos ahora al sentir la crisis en sus carnes por primera vez, se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena y creen que es el trueno de la corrupción el responsable de sus males y no el rayo. Lo que a algunos les está pasando ahora en España, lleva pasándoles a otros miles de millones varios siglos, pero parece que no entendemos nada hasta que no nos toca en nuestra carnes.

El mensaje es que la corrupción no necesariamente disminuye la actividad económica (a nivel global), porque lo que detrae de un sitio el corrupto, termina en otro sitio como actividad. La diferencia es que ahora toca que esa riqueza desaparezca de España con pasmosa rapidez y los que critican esto y no tanto el problema global de falta de recursos, están teniendo una visión parcial, distorsionada e interesada del problema general y de mayor alcance.

Y es que, a  todo corrupto le corresponde al menos un corruptor, que es igualmente corresponsable del desaguisado de transferencias inmorales de recursos de unos sitios a otros. Los que hemos tenido la suerte de vivir en países donde el flujo de recursos general ha sido favorable hacia esa zona (p.e. Europa occidental, EE. UU., Japón. Canadá, Australia y pocos más), solemos tener una cínica tendencia a echar las culpas de estos desequilibrios que la corrupción genera a los corruptos y no a los corruptores. Esto es debido a que estos países gozan de más corruptores que corruptos y en general, el flujo de recursos les beneficia. Y para darse una justificación moral a este estado de cosas tan injusto, se han construido un corpus ideológico no menos cínico: los países pobres son pobres por sus dirigentes son corruptos. Los nuestros son más ricos, porque los ciudadanos somos más inteligentes, trabajadores y eficientes y además como somos demócratas, no permitimos que nuestros dirigentes sean tan corruptos como los de los países atrasados. Esta falacia debería empezar a derrumbarse en España ahora que observamos la podredumbre, que teniendo ciertamente niveles mayores o menores en diferentes países no está ausente de ninguno de ellos, sobre todo cuando se considera el binomio corrupto/corruptor.

En este sentido, cabe observar cómo la riqueza de, por ejemplo, Guinea Ecuatorial termina en absurdas acumulaciones de recursos de la familia Obiang, que terminan en indecentes lujos en países muy cultos y civilizados y democráticos que no le hacen ascos a los mismos. Pienso en el piso de lujo de Teodorín Obiang en los Campos Elíseos y miles de bienes más de este tipo que no han salido a la luz, pero que invariablemente muestran que la corrupción guineana no implica falta de actividad económica en general, sino solo en lo que perjudica a Guinea y beneficia a los “pulcros” países occidentales que comercian con el petróleo y los demás bienes guineanos. ¿Cuántos franceses o españoles cuyos países y empresarios –y ciudadanos- se han beneficiado de tratos corruptos con Guinea, son conscientes de ello? ¿Cuántos han propuesto acabar con los corruptores que negocian con la familia Obiang? ¿Cuántos de ellos han pensado que quizá su alto PIB o su elevado “Estado del Bienestar”, se deben más a la rapiña que sus corruptores han sabido acumular en sus países enriqueciéndolos y menos a su propia inteligencia, eficiencia o mejor saber y hacer –que no sea con prácticas injustas, inmorales y corruptas?. En la creación de esta falsa imagen, lamentablemente han contribuido mucho los sindicatos de los países occidentales, una vez olvidado el internacionalismo proletario, convenciendo a los trabajadores de estos países que sus derechos sindicales y sociales se habían debido exclusivamente a las luchas de sus trabajadores con sus patronales y no tanto a la posibilidad que tenían sus patronos de ceder parte de la riqueza expoliada a terceros, con el advenimiento del comercio y del transporte mundial a los trabajadores de la metrópoli, para alcanzar la paz social interna.

Me vienen al recuerdo cientos de ejemplos de este tipo de gigantescas transferencias inmorales de recursos. Pienso en la opulencia indecente de Miami, adónde fluyen riquezas expoliadas en toda Latinoamérica. Transferencias de actividad económica provocadas por la corrupción y los binomios corrupto/corruptor. Pienso en la Marbella de Gil y Gil, el golfo que no quería preguntar de dónde vendrían los dineros o si estaban manchados de sangre, sudor y lágrimas ajenas, si con ello se hacían palacetes y se anclaban los yates de mucha eslora en Puerto Banús. Se me vienen a la imaginación grandes y pequeños centros de acumulación indecente de riquezas ajenas en Punta del Este en Uruguay, procedentes de los países del entorno. Son proverbiales las rutas de yates desde Cariló y Mar del Plata hacia Punta del Este con las devaluaciones o revaluaciones. Pienso en los paraísos fiscales, tan intocados por los que dicen querer acabar con la corrupción. Todos ellos enormemente pulcros. Veo las mansiones en las costas del lago Leman en Suiza, país muy pulcro en el que el ratio o tasa de corrupto/corruptor no se sabe si tiende a cero o a indeterminado, ya que el secreto bancario impide saber qué cuentas se alimentan de un lado y son propiedad del otro lado.

Pero concluyendo, si el problema es mundial y es sobre la imposibilidad de seguir creciendo hasta el infinito en un mundo finito, efectivamente los llamados a acabar con la corrupción esperando que esto solucione el problema puntual y que todo siga al estado BAU, están mal orientados. La lucha contra la corrupción debe ser incesante e incluso aumentar en estos tiempos de convulsión, pero no debe generar la falsa sensación de que ello solucionaría el problema de la falta de recursos crecientes en un mundo no creciente.

Pedro Prieto