Hay un mito generalizado de que los cadáveres podrían ser la causa de epidemias en los desastres naturales. No es así. Los cadáveres de las personas muertas en desastres naturales no propagan enfermedad, ya que han muerto de trauma y no por afecciones. Disponer de los cuerpos de forma rápida y sin coordinación, en fosas comunes o mediante la cremación, debe evitarse a todo costa, ya que más adelante sería imposible identificar los cadáveres e informar a las familias. Con el paso del tiempo, los problemas agudos de salud como las lesiones se verán reemplazados por problemas de salud crónicos, tanto relacionados con el terremoto como los que existían antes. A largo plazo, las afecciones crónicas que fueron creadas por el desastre o durante el mismo, o las que existían antes, podrían empeorar porque la gente no recibe tratamiento. A largo plazo, Haití tendrá una necesidad sustancial de proveedores de atención de salud adicionales. Hay que asegurar que haya un anestesiólogo disponible para la mujer que tiene que dar a luz por cesárea. El país se enfrenta a un desafío sustancial, y sólo un esfuerzo internacional proveerá los recursos para asegurar que no tengan una catástrofe a largo plazo en que muchas personas mueran y carezcan de recursos médicos.