Los complejos polacos

Por Nestortazueco

Iba un día en el taxi, con mi mujer hacia la fiesta de cumpleaños de un amigo y mientras circulábamos por las calles de Varsovia el taxista puso la radio. Había un programa de debate. Hablaban sobre la corrupción política y el hombre quiso comentar con nosotros lo mal que estaba la situación en Polonia y lo terriblemente corruptos que son los políticos aquí.

Yo decidí callarme. Mi mujer era la que contestaba y opinaba. Después de un buen rato, me preguntó en voz baja.

-   ¿Qué pasa?, ¿cómo es que no dices nada?

Mi mujer sabe que no hay conversación sobre política en la que no me meta. Cuando un español, y para eso yo lo soy al 100%, oye hablar de ese tema hay una fuerza interior que le urge a declarar su opinión.

- Te quiero demostrar lo que te había dicho antes de salir de casa, eso que tú no te creías.

El taxista siguió hablando, denostando a la clase política y comparándola con los alemanes, los franceses, los ingleses, estadounidenses, etc.

Entonces comprendí que había llegado el momento.

-   Es cierto, dije, la clase política de aquí, es de lo más corrupto que existe.

El taxista, se dio cuenta, por mi acento, que yo no soy polaco y reaccionó, exactamente, como le había dicho a mi mujer que hace cada polaco cuando un extranjero comenta algo sobre ellos.

-   Ni hablar, contestó, no hay ni de lejos tanta corrupción como en Italia.

-   No sé, yo soy español y a mí me parece que es por el estilo.

-   Y en su país, ¿qué pasa, no hay casos de corrupción?

-   Muchos. Y en algunos casos la gente ha terminado en la cárcel.

En realidad yo estaba de acuerdo con el taxista y se lo dije. No me parece que la corrupción sea un tema exclusivo polaco. Pero aún me faltaba todavía algo que hacer para demostrar a mi mujer lo que le había dicho. El taxista había hecho antes un comentario positivo sobre la juventud polaca y lo bien preparados que salían de las universidades así que ataqué por ahí.

-   Sabe. Me da la impresión de que en Polonia hay más gente inteligente que en ningún otro país que conozco.

-   No sé, no sé. Me contestó. Tenemos un sistema educativo muy malo y los que valen para algo emigran.

A mi mujer casi se le cayó la mandíbula al suelo de la impresión. Tal y como le había dicho, cuando le haces a un polaco un comentario negativo sobre su país te lo rebatirá furiosamente aunque sea su propia opinión lo que le estés repitiendo, pero hasta ahí es normal, lo que no lo es tanto es que si le haces un comentario positivo también te lo rebata y es así en casi todos los casos, independientemente del nivel educativo o social de la persona con la que hablas. La excepción son los polacos que han emigrado y han vuelto, el porqué está muy relacionado con su pasado.

Polonia ha sido durante siglos un país machacado y desmembrado por potencias extranjeras, reconstruido a base de dolorosísimos y sangrientos levantamientos para, de nuevo ser conquistado y despedazado. La independencia real del país se puede decir que comenzó en los años 90, cuando se libraron de un gobierno comunista que les fue impuesto por el poder soviético.

Todo ello ha inculcado en la imaginación popular una imagen de los extranjeros bastante amenazante. Por ello, cualquier opinión que declare un extranjero de la realidad polaca será tomada como un potencial ataque.

Poco después de  que el sí a la entrada en la UE ganar, comenzó a emitirse un programa de televisión que intentaba borrar aquellos miedos. En el programa intervenían extranjeros que hablaban de lo bien que vivían en este país, de lo que les gustaba la gente, etc. Los participantes representaban los estereotipos que se les atribuye a cada nacionalidad. El español era un macho seductor, el italiano, amante de la pizza y la pasta hablaba gesticulando de forma exagerada, el inglés era flemático, la francesa elegante y refinada, la checa divertida y el alemán, bueno, el no representaba ningún estereotipo, tenía buenas razones para no hacerlo (véase historia de Polonia, primera mitad del siglo XX), pero hacía todo lo posible por caer bien.

Los polacos que han vivido en el extranjero y han vuelto son otra historia, no tienen miedo de lo que les pueda decir un extranjero y si de algo se avergüenzan es, precisamente del miedo irracional que demuestran muchos de sus compatriotas hacia todo lo que viene de fuera. En este sentido soy muy optimista porque es evidente que los jóvenes cada vez sienten menos ese miedo, son más abiertos y ven, ellos mismos, todos esos complejos, como una cosa de viejos.