Los bloques son: soledad, el final de la relación, matrimonio, el inicio de la relación y (de nuevo) soledad, algo así como las partículas elementales de todo proceso de conocimiento interpersonal; y la película muestra cómo, aun invirtiendo la flecha del tiempo, las cuatro etapas se suceden las unas a las otras en el mismo orden, y sin que sus hitos característicos se vean afectados: 1) silencios hoscos, brusquedades y malos humores sobrevenidos e inmotivados durante los finales; 2) sintonía y conexión sin esfuerzo, preparar comidas y desayunos en la cama durante los matrimonios; 3) deseo sexual constante así como irrefrenable sed de conocimiento del otro, especialmente de la mochila emocional, durante los inicios; y por último, 4) antes de cualquier inicio y después de cada final, un bloque de soledad que lo llena todo hasta la siguiente. Es curioso cómo Nothing personal consigue colocar todos esos momentos en orden inverso sin que el proceso de la relación chirríe o se vea afectado en lo básico. Otra cosa es que la idea que pone en marcha la película, los respectivos y radicales posicionamientos de Anna (Lotte Verbeek) y Martin (Stephen Rea) sean lo suficientemente sólidos como para hacer interesante un drama sin necesidad de enfatizar tanto el relato.
Curioso experimento en el que historia y relato avanzan el direcciones opuestas sin que una y otro se vean afectados, incluso mejorados. Lo mismo sucede con las parejas: por separado somos individuos autosuficientes, pero emparejados formamos otra cosa muy distinta, a veces compleja, a veces inefable, a veces miserable. Contrastes que sin embargo están basados en los mismos materiales fundamentales: soledad, inicio, matrimonio y final. ¿No queda por ahí un quinto elemento por descubrir, algo así como una materia oscura que nos ayude a reinterpretar este aparente caos? ¿No había una forma más interesante de convertirlo en película?