Los dominicanos debemos CAMBIAR

Por Vmrawlins @VMRAWLINS

República Dominicana es un país bendecido. Posee recursos naturales suficientes para hacernos una de las naciones que puedan garantizar la calidad de vida de sus habitantes. Los dominicanos somos cálidos y tratables. Alegres, cherchosos y trabajadores (aunque se ha publicitado más los dominicanos dañinos). Pero nuestro país, gobiernos van y vienen, no termina de despegar hacia el desarrollo. ¿Por qué? ¡Por nuestro pensar! El pensar nacional influye tanto en el accionar nacional. Los dominicanos hemos arrastrado desde el tiempo de la colonia un paradigma de pensamiento que nos ha mantenido divorciados del desarrollo junto a otras naciones. Un minúsculo grupito de señores feudales modernos (entiéndase empresarios) son quienes gozan de las riquezas extraídas por el sudor de los nuevos “campesinos” sociales (entiéndase trabajadores). Dichos señores feudales modernos son protegidos por reyes (presidentes) y cortes (congreso nacional) y clero (iglesias) quienes son beneficiados por sus aportes (para campanas) u ofrendas.¿Y el pueblo? Simplemente la mano de obra que le provee dinero a ellos para patrocinar a sus candidatos y aportar a los sacerdotes y/o pastores de sus preferencias. La situación dominicana actual sigue siendo la misma que en los tiempos caudillistas durante el génesis de la 1ra. Republica, con la diferencia que la tecnología es más avanzada y los medios de distracción masiva más eficaces en el momento de desdibujar nuestra realidad.El fenecido líder político y escritor dominicano, Prof. Juan Bosch, en su obra “Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo” cita que el mal principal que ha impedido que como nación estemos al nivel de desarrollo social que las demás es de tipo psicosocial. En este punto permítaseme destacar que desarrollo social no necesariamente equivale a desarrollo económico. Continuo. El problema, citado por del profesor Bosch, es que los dominicanos sufrimos de una especie de “susceptibilidad” que nos afecta y frena. En palabras más simples… ¡Somos acomplejados! Esta en nuestra psique el deseo de “aceptación”, “quedar bien” y “ser reconocidos”. Eso nos lleva a querer agradar a Dios y al diablo por igual. Nos imposibilita tomar posturas definidas, aunque las mismas no simpaticen a la opinión general. Como nación nos importa más lo que los demás países opinen de nosotros que lo que en verdad nuestra necesidad demanda. Un ejemplo claro es el caso de los hijos de los indocumentados haitianos. La ley de regularización fue el fruto de no “quedar mal” con los “amos del norte” (y que dicho sea de paso, siempre han financiado a nuestras instituciones y patrocinado candidatos presidenciales). Ese deseo de encajar con todo el mundo, en sí mismo no es malo si se lo lleva inteligentemente, pero de lo contrario hace que prioricemos los deseos externos a las realidades internas.Otro de nuestros males es nuestro analfabetismo emocional. El gobierno esta invierto para combatir el analfabetismo lecto – escritor, pero debe invertir en luchar contra el analfabetismo emocional – accionar (aunque eso no es políticamente redituable). Los dominicanos todavía tenemos el criterio de que “debo agradar a Papa gobierno para poder recibir beneficios”. Si el gobierno no lo hace, yo no lo puedo tener. Si la funda, caja o tarjeta no la recibo, yo no tengo la suficiente inteligencia como para pararme y buscar el dinero para mis hijos vendiendo aunque sea chinas en la esquina. Es esa dependencia de las masas bajas la que le otorga, a todo gobierno,  borregos para los votos.  Debemos cambiar ese pensar. Debemos ver al presidente y los funcionarios como lo que son: EMPLEADOS ELEGIDOS POR NOSOTROS PARA RESOLVER EN LA MAYOR MEDIDA POSIBLE NUESTRAS NECESIDADES (NO CAPRICHOS). Por eso es que cada 4 anos en vez de votar por soluciones nacionales y duraderas, lo hacemos por personas que nos lleno el estomago y nos puso a bailar por un momento. ¡Somos demasiado emocionales!Yo siempre me he preguntado porque cono muchos se desparraman en elogios ante un funcionario que hiso algo… ¿Se les olvida que ese funcionario es pagado con nuestro dinero para que haga eso? Pienso que con un “gracias” es suficiente. Y ahí viene nuestro tercer problema: nuestro lambonismo cuasi idolátrico. Lamentablemente los dominicanos estamos acostumbrados a ver a las figuras de autoridad como “cuasi dioses”. Es por eso que la imagen del presidente, el padre católico y el pastor evangélico, y demás personas con niveles organizacionales mayores que el pueblo común; son vistos con una reverencia que raya al temor. Todavía no hemos hecho cultura de liderazgo colaborativo. Si no lo dice el jefe, no lo hago (cultura bien heredada y traspasada desde Pedro Santana, Lilis, Vázquez, Trujillo y Balaguer). Me viene a la, por cierto, los eslóganes “Lo que diga Balaguer” de los 80 y 90. Todavía el caudillismo está entre nosotros. Más que propuestas, seguimos personas; aunque estas nos lleven al matadero. No seguimos al que expone los problemas y dice como enfrentarlo aunque eso lleve a sacrificio… ¡no nos gusta el sacrificio! Y preferimos al payaso que nos llene de promesas huecas y nos haga olvidar los problemas. Votamos por quien nos dice que resolverá las cosas sin la necesidad de sacrificarnos. El problema político actual no está en los Partidos políticos ni tampoco en sus líderes, sino en la mentalidad de los dominicanos y dominicanas que ven, en estos, las únicas alternativas de desarrollo. ¡Me sorprende que en el currículo laboral de nuestro país no aparezca “afiliación partidaria”! ¡Debemos cambiar! El resultado es un rampante servilismo. Servir es bueno cuando se lo hace con criterio y en busca de resultados provechosos para ambos. Servir sin criterio es lo que hace que una nación sea esclava de los antojos de sus jefes (porque aquí mas impera el jefe que el líder; aunque quieran hacerlos ver iguales)
Por último, para cerrar nuestro socio análisis improvisado; otro factor que debemos cambiar es el “ser renuentes a los cambios”. El ser humano es enemigo del cambio y esto parece agravarse en nosotros. Pero el cambio debe ser poli direccionar. En nuestro país solo se han cambiaron los métodos, pero se ha dejado afuera el cambio de pensar. Debemos abrirnos al cambio; dejar nuestra zona de confort. Estar dispuestos a cambiar credos, ideologías y acciones ante la prueba de lo desfasaras o perjudiciales que son. Todo organismo, ya sea biológico o social debe evolucionar. Si los partidos no cambian y se amoldan a los tiempos, desaparecen. Si los sistemas educativos y quienes los integramos no cambiamos; nos queramos fuera. Si los gobiernos no cambian, quedan divorciados de la realidad política global. Como educador era de los que veían y atacaba ciertas cosas desde mi acera. Luego de decidir usar el intelecto del que se me doto; veo que muchas cosas que atacaba tienen razón de ser y otras todavía no. Cambio. Un proyecto de nación debe cambiar la metodología sin perder la esencia. Debemos cambiar el pensar: dejar de ser acomplejados, serviles y enclaustrados.