Los ignorantes, de Étienne Davodeau

Por Jgomezp24
Relato de una iniciación cruzada. Ediciones La Cúpula, S.L., Barcelona, 2012  (ISBN 978-84-7833-975-4).
Richard Leroy: "A ver si me aclaro, quieres venir a trabajar gratis en mis viñas para poder hacer tu libro... ¿Es eso?"
Étienne Davodeau: "También quiero que me expliques lo que ocurre en tu bodega y que me inicies en la degustación. Y eso no es todo. A cambio, tú descubrirás el mundo del cómic. Te traeré libros. Iremos a visitar a autores... y a viticultores. Todo esto no es moco de pavo, eh... Me tendrás revoloteando por aquí durante meses. Te va a llevar mucho tiempo. Si lo hacemos, lo hacemos bien... Así que piénsatelo durante unos días antes de darme la respuesta.
(Diálogos de la página 5. Pasan unos segundos, cambiamos de página, Richard vuelve con cuatro botellas y dos copas).
Richard Leroy: "Ya está. Me lo he pensado. Empezamos ya. Prueba estos cuatro vinos y háblame de sus diferencias y sus semejanzas." (Empiezan a probar, mientras una amplia sonrisa se dibuja en el rostro de Étienne). "Para la viña, empezaremos por la poda...Abrígate bien".
La ilustración de la portada (viñeta superior) corresponde a ese momento. Étienne, de pie, toma notas y esbozos. Richard, en cuclillas y barba de invierno (¡su uniforme!), habla con las cepas tanto como con Étienne y empieza un trabajo que, en su caso, se prolonga casi tres meses. Invierno de 2010: estarán juntos hasta que la cosecha de ese año repose en las botellas (Clos des Rouliers y Les Noëls de Montbenault 2010). Empieza una aventura fascinante (tomen ustedes el valor literal del adjetivo: embruja la experiencia que los protagonistas viven ante nuestros ojos), que Étienne nos cuenta en forma de "nouvelle" con ilustraciones. Él mismo habla de cómic pero yo creo que la ambición de su proyecto, tanto como la del proyecto de Richard, van más allá de la viñeta y del vino. Davodeau quiere trascender la presentación de una historia en viñetas porque quiere explicar un proyecto de vida, que es el suyo y el de Leroy, en campos muy distintos: la vida es aprendizaje y conocimiento y cuando uno se da la oportunidad de empezar de cero en algo que le es casi por completo ajeno, la experiencia que se vive en el camino hasta llegar a saber es la fundamental. En el fondo, dónde y cómo se llega es menos importante.
Sería injusto decir que Étienne dibuja en blanco y negro. Sus matices en la gama de los grises son infinitos: el gris plomo del invierno se vive en sus dibujos, tanto como el gris tórrido de una calurosa mañana de agosto. Al mismo tiempo, el trabajo que hace con los encuadres, las perspectivas, la construcción de la narración en la página a través de las viñetas, me ha hecho disfrutar del libro como si estuviera en el cine. Y su forma de explicar, en dibujos y en texto, hace que la narración te absorba por completo. Es, más que otra cosa, intenso y profundo. Huye por completo de la superficialidad y se concentra en los gestos básicos que transmiten, en las palabras y los diálogos que te dan las claves para entender ese aprendizaje cruzado. Sin conocer a Étienne ni a Richard en persona, sé cómo son, sé por qué hacen lo que hacen y sé cómo lo hacen. Sé, también, que algún día me daré el gusto de conocerles.
El libro que ha hecho Davodeau se parece mucho a los vinos que hace Leroy, No sé si lo ha hecho adrede, pero se parecen. Sus vinos y sus libros son como bocanadas de aire fresco: abres una casa largamente cerrada, la abres en primavera y el viento atraviesa puertas, levanta cortinas e impregna todo de los buenos aromas de la vida que renace en la naturaleza. Son luz y color (sí, color). Son mineralidad y calor. Son profundidad y consistencia. Son frescura y agradecimiento.  Richard dejó el trabajo en un banco, su amistad con Noël Ménard le llevó al Layon y la cosa iba hacia los Coteaux-de-Layon. Pero se cruzaron en su camino los secos de chenin blanc de Mark Angeli. Y tanto le cautivó la fuerza y sutileza de esa uva vinificada en seco, que sus Noëls de Montbenault (2 Ha) y Clos des Rouliers (0,7 Ha), en Rablay-sur-Layon, se quedaron en vinos secos. Vins de France, ni siquiera AOC Anjou. Para qué...Los que entienden la vida y su contacto con la naturaleza a través de les cepas (en biodinámica) no necesitan etiquetas. Les bastan sus cuatro amigos, la atención y el respeto de quienes están cerca de ellos y el diálogo constante con sus cepas y sus vinos, sea cual sea la estación del año. Hay una dimensión ética también para los grandes vinos, como la hay para acercarse al conocimiento de las cosas. El libro de Étienne y los vinos de Richard me ayudan a entenderlo.
Tuve mi momento de duda, pero creo que este post quedaría cojo si no hubiera atravesado el espejo del libro y no les explicara, en cuatro trazos, mis sensaciones con Les Noëls de Montbenault 2010.  La alegría de esta vendimia tan especial, el trabajo intenso de Richard, Étienne y sus colaboradores para llegar a esa "batalla de racimos", la intensidad (la primera lectura ocupó una tarde entera y no estuve para otra cosa, lo confieso) con que he vivido su aventura de iniciaciones cruzadas, me ha dejado tan diferente y tan cercano a ellos, que tenía que hacerlo.  Vin de France. 14%. El resto de detalles sobre viticultura y vinificación pueden consultarlos en el libro. Miel y flor blanca de espino en nariz. Acidez de lima-limón, esbeltez de pera limonera en boca. Luz y tensión. Energía en boca. Albaricoque en nariz. Goloso, en nariz y en boca. Casi huelo a hierbabuena y en boca me devuelve el frescor de la sombra de los cipreses. Y su olor. Es un vino profundo y de una sola pieza, lleno de vida y de color. Y tiene ese recuerdo imborrable de los grandes chenin blanc secos (Noël Pinguet, Joel Ménard, Mark Angeli...): volumen, tersura y agua de manantial a raudales. Caramelo ácido de lima-limón, con un toque de hierbaluisa y de pera.
Vinos y libros son un punto de encuentro, por supuesto. Como lo son, ellos,  con cualquier otra manufactura artística que nos acerque a conocer (lo que sea) más y mejor: pintura, escultura, música, danza, teatro, cine, etc. ¿Hace falta que les recomiende esta experiencia cruzada? Lean ustedes este vino, por favor, y bébanse el libro. Les hará bien.
La redacción de este post no hubiera sido posible sin la complicidad de Julien, de La Part dels Àngels, que conoce bien a Richard Leroy, trae sus vinos ahora a Barcelona y me contó la historia de la redacción de Los Ignorantes cuando todavía se estaba "cocinando". Y por supuesto, no hubiera tenido la calidad en la reproducción de las viñetas sin la complicidad, permiso y ayuda de Ediciones La Cúpula, de Barcelona, responsables de la edición española de Les Ignorants, de Étienne Davodeau y Richard Leroy. Mi agradecimiento.