Los ingratos
Pedro Simón
Planeta de libros, 2021
Me he emocionado mucho, muchísimo, hasta el punto de recuperar recuerdos que había dejado olvidados en algún recoveco de la memoria de la infancia en la que se cubre de polvo todo lo que tapa el tiempo.
Me he sentido tan ingrata como ellos, y a la vez tan frágil como Eme, tan rebelde y sensible como David, tan reservada como Mercedes, tan blanda como las dos hermanas… y me he sentido en mi pueblo, más pequeño que el de novela pero igual de yermo.
La historia nos presenta a una familia que se traslada a vivir a un pueblo por el trabajo de la madre, que es maestra. El padre les deja durante la semana para trabajar en Madrid y ellos, la madre- maestra y sus tres hijos, se adaptan a su nueva realidad con la tranquilidad de los que parecen haber nacido nómadas. Pero entonces la maestra-madre decide contratar a una mujer del pueblo para que le ayude especialmente con el cuidado del hijo más pequeño, el protagonista de la novela que nos presta sus ojos y su voz para ir creciendo en cada página. Eme, que así se llama la señora grande y humilde que acaba viviendo en la casa, le descubre al pequeño y al resto de la familia un mundo desconocido para ellos: el del silencio, el del dolor escondido, el de la humildad, y lo hace como mejor se hacen las cosas: sin hacerlo.
No sabría con cuál de las reflexiones del libro quedarme para que pudierais entender a qué me refiero así que mejor os dejo todas las que me han llegado al corazón después de leerlo. Disfrutadlas, y emocionaros. Por favor.
“Mi madre siempre me lo decía: hija, cuando en un pueblo se mueve el aire, el tufo a purina siempre viene de las mismas casas. El olor a mierda de cerda, vaya. Y acertaba”.
“Veníamos de las paredes de adobe.Íbamos hacia el papel pintado. Aspirábamos a ser gotelé”.
“¿Te dejas de querer porque dejas de reír o dejas de reírte porque dejas de querer?”
“Era una tristeza infinita, que es todo lo contrario de pequeña”.
“En la portada de una revista anuncian un reportaje sobre las mujeres que rompen moldes, eso pone. No sé tú, Eme, pero yo siempre me pregunto por qué nadie escribe de las rurales que os dedicasteis a pegar los pedacitos”.