En una época en que todo parecía acelerarse hacia el progreso estas jóvenes telefonistas realizaban también un adelanto: trabajar y buscar su emancipación. No era algo sencillo ni muy común en la sociedad de entonces, pero mucho menos en la conservadora y cerrada España. Las protagonistas de la serie se enfrentan a prejuicios, mandatos familiares, la necesidad de ejercer su libertad sexual y la lucha por conquistas laborales y sociales. Y en medio de todo ello; el amor -y el desamor-. Y como no podría ser de otra manera al tratarse de una novela, las peripecias de sus protagonistas para dar rienda a sus sentimientos no serán pocas.
En cada escena se pueden comprobar los estilismos de la época: el cabello a la garçon; el platinado imitando a las actrices de Hollywood, los sombreros cloché; el talle bajo y la línea H, las faldas tubulares, los apliques de piel en cuellos y mangas, el maquillaje con acento en los ojos y la boca corazón, los vestidos lánguidos con bordados para la noche, los tocados con plumas y canutillos; en fin, un recorrido por la estética de los años '20 de la cual ya he hablado algo acá , acá y acá .
Y los hombres no se quedan atrás, el estilo gangster con trajes de tres piezas en costosas telas y con amplias solapas y cuellos se hace presente al igual que el estilismo del cabello engominado o el jopo.
En una nota al medio La Vanguardia, Helena Sanchis -la diseñadora de vestuario- comenta que "(...) cada protagonista tiene un estilo que refleja su personalidad. Son muy diferentes y lo único que tienen en común son las ganas de libertad y la fuerza para luchar por ella. Marga es la más humilde y hemos utilizado tejidos más sencillos, como algodones y linos, y colores menos llamativos; Ángeles, que es una ama de casa que intenta aparentar felicidad, luce un vestuario colorido y alegre, sobre todo gasas y tejidos vaporosos, convirtiéndose en la única que lleva estampados; Carlota es una “niña bien” que se rebela: esto se refleja en su estilismo con vestidos modernos y juego de contrastes y geometrías. Por último está Lidia, misteriosa y felina, que lleva tejidos satinados de colores profundos, con peso, cortes sencillos pero elegantes”.
Al tratarse de una temporada de ocho capítulos se imaginarán que ya la devoré. Si me siguen en las redes habrán visto que con mi amiga Pilar hicimos maratón de Las chicas del cable el sábado pasado, así que ya puedo darles mi opinión.
Creo que se trata de un entretenimiento de alta calidad estética y de excelente realización; ambientación y vestuario son impecables. Pero a mí modo de ver el tema de la musicalización de los primeros capítulos en donde se ven escenas de bailes y fiestas rompe el hechizo de la contextualización ya que se trata de temas modernos ensamblados en aquella época. Podríamos asociarlo con el recurso del que Baz Luhrmann hace uso y abuso en sus films -Moulin Rouge, El gran Gatsby, por ejemplo-, y que siempre genera ruido. Si es algo difícil de asimilar en una película, imaginen en una serie donde todo lo demás es literal a los años que refiere. Se le han hecho críticas a los guiones y situaciones forzadas que viven las protagonistas; para mí eso es un tema menor porque siempre tuve en claro que se trataba de un culebrón en el que todas esas licencias y exageraciones no solo están permitidas, sino que forman parte de la esencia del género. Tema aparte es el de la mirada complaciente sobre esa España de los años ´20 que distaba mucho de ofrecer ciertas oportunidades como las que aprovechan las protagonistas. Ese sí debería ser un detalle a considerar para que se ajuste más a la recreación de época. En síntesis, como me gustó mucho pese a esos pequeños detalles, no veo la hora de que empiece la segunda temporada para ver cómo siguen las vidas de Alba/Lidia; Marga, Carlota y Ángeles en esta telefónica que las convoca y en esos vínculos sentimentales que lejos de ofrecer alivio a sus tormentos los complejizan aún más. -
Y ustedes qué me dicen? La están viendo? Les gusta? Cuenten... Me va a encantar leer sus aportes. Besos mil :)