Los movimientos en el juego que preparan la lecto-escritura

Por Aguamarina Maribel Jiménez

Hasta los 6-7 años la actividad principal de todo niño y niña debería ser jugar. Nada más que jugar. Tener a su disposición materiales de juego de buena calidad (no necesariamente juguetes), que favorezcan un juego creativo, libre y natural en diferentes entornos: al aire libre, en el interior, con otros niños, solos,…

Los niños a través del juego y del disfrute ensayan muchos movimientos que son muy necesarios para adquirir más adelante conocimientos intelectuales (ya te expliqué algo de esto en el post: el drama de la falta de movimiento en los niños), siendo el aprendizaje de la lecto-escritura el hito más importante y complejo que adquirirán a lo largo de su vida académica.

Y para que precisamente este aprendizaje se adquiera de forma exitosa (sin que aparezcan más adelante dificultades de la familia “dis”: dislexia, disgrafía, disortografía…) es imprescindible una buena base psicomotriz, no tan solo de las manos y de los dedos, sino de todo el cuerpo.

¿Qué tipos de movimientos son importantes favorecer desde el juego?

Los movimientos que un niño/a es capaz de ejecutar son un reflejo de las conexiones cerebrales que ha adquirido. De manera que cuanto más oportunidades de movimiento tenga, más y mejores conexiones creará entre sus hemisferios cerebrales y el cuerpo calloso (te lo expliqué en este artículo).

Por eso se dice que el movimiento aumenta la inteligencia, y la verdad es que esta frase no se aleja mucho de la realidad.

Así que si un niño necesita movimiento y juego libre, vamos a proporcionarle entonces un entorno y unos materiales que lo permitan.

Y si queremos además favorecer el aprendizaje de la lecto-escritura entonces conviene que tengas en cuenta estos movimientos básicos que son muy importantes:

Del cuerpo

Es imprescindible que fortalezcan su musculatura y haber favorecido todas las etapas del desarrollo motriz pero, y esto es muy pero que muy importante, ¡sin ayuda! 

Rastreo, gateo, volteos, saltos… De ahí la importancia que desde bebés puedan tener libertad de movimiento por el suelo.

Siempre recomiendo para profundizar más sobre este tema el maravilloso libro de Emmi Pikler “Moverse en libertad”.

También muy recomendable durante toda la primera infancia,  la psicomotricidad relacional o vivencial.

De las manos y dedos

Rudolf Steiner, el creador de la pedagogía Waldorf, decía que el pensamiento equilibrado y el “buen juicio” de un adulto dependerá mucho más de si a un niño se le ha enseñado a usar sus manos y sus dedos de forma correcta y práctica, que más tarde, el ejercicio del pensamiento lógico.

Así que ¡a mover manos y dedos!

La mayoría de estos movimientos básicos de motricidad fina se pueden realizar y ensayar también con ejercicios de vida práctica y tareas cotidianas (amasar, trasvase de líquidos, recortar, moldear diferentes materiales, abotonar, abrir y cerrar recipientes, cerraduras, cremalleras,…), algo que tanto la pedagogía Waldorf como Montessori recomiendan como una manera también de promover la autonomía desde edades tempranas.

No obstante para ilustrar la explicación de cada movimiento que voy a comentar, hablaré de algunos buenos materiales de juego para que así las posibilidades de favorecerlos sean mucho mayores.

Movimiento de pinza

El movimiento de pinza digital (con los dedos) se inicia aproximadamente desde el año, pero va ganando precisión, fuerza y destreza con el tiempo y tardamos varios años en llegar a dominarlo.

Es un movimiento que hay que controlar para iniciarse correctamente en la escritura. Muchos problemas de mala colocación, mala letra vienen de un déficit en el control de este movimiento.

Un juego básico para favorecerlo es el de cuencos y pinzas con elementos de clasificación. La propuesta de Grimm’s  que hemos conocido por Veobio es magnífica porque como casi todos sus materiales se adapta a varias edades y su calidad es excepcional.

Más adelante, cuando la precisión es mayor (a partir de los 4-5 años) podemos proponer materiales más difíciles como los puzzles y mandalas magnéticos (también de Grimm’s), donde las piezas pequeñas son un reto creativo muy atractivo para pequeños y grandes.

Movimiento de tuerca

Enroscar y desenroscar, este movimiento de ensamblaje de mano y muñeca es también muy importante para conseguir fuerza y destreza manual.

Son múltiples las opciones que podemos encontrar para favorecerlo, desde sets de herramientas con tornillos y tuercas, hasta las prensas de flores con sus arandelas enroscadas que resultan fascinantes.

Estos materiales son propuestas de Veobio.

Ensartado y enhebrado

Las labores en general (ensartar, coser y tejer) son maravillosas para favorecer movimientos de coordinación y precisión de las manos muy necesarios.

Así cuando un niño/a cose coordinando ambas manos, e introduce el cordón o  la aguja sosteniéndola con precisión, entiende que la aguja que ha desaparecido detrás, está ahí y debe hacerla regresar en un punto cercano al que se fue, para acabar la puntada. Parece algo sencillo, pero el proceso mental que exige es muy complejo.

Como elementos de juego, sets de cuentas para crear collares, cinturones, pulseras, serpientes, cadenas… son siempre muy recomendables y sirven para una primera iniciación.

Para seguir con la pre-costura hace poco hemos descubierto este set de enhebrar de geoformas de Veobio que es magnífico por todas las aplicaciones que tiene; como material también de construcción, de experimentación con la luz, de juego simbólico…

Movimientos simétricos

Se trata que las dos partes del cuerpo hagan el mismo movimiento. 

Son importantísimos para fomentar las conexiones de cada hemisferio cerebral. Podemos entrenarlos por separado y después hacerlos conjuntamente (ambas manos a la vez).

La mayoría de juegos populares están llenos de simetría. Saltar a la comba, al elástico, los columpios en el parque,…

Este tipo de movimientos se pueden practicar con mucha facilidad con juegos de dedos (mira el post: rimas y juegos de dedos) y con elementos de juego como las cintas de baile, los yo-yós, las peonzas o las pelotas ¡claro!

Una vez que dominamos los movimientos simétricos hay que ir a por los cruzados, que ya sería el paso último antes de saber que un niño/a está preparado para leer y escribir.

Como ya debes saber, el cuerpo  y los hemisferios cerebrales están separados por la línea media vertical. Es muy importante facilitar las conexiones entre ambos hemisferios desde el cuerpo calloso, y esto lo podemos practicar con movimientos cruzados, ya que para leer y escribir estamos cruzando continuamente la línea media.

¿Cómo saber si los movimientos están bien integrados?

Para saber si estos movimientos son capacidades bien integradas, el niño/a debe poder realizarlos de forma automática, es decir con facilidad.

Cuando un niño/a para realizar alguno de estos movimientos tiene que poner toda su consciencia, de manera que todo su cuerpo se está esforzando en hacer ese movimiento (es fácil verlo por la cara que pone, los movimientos rígidos, la necesidad de concentración absoluta), ahí podemos ver que precisamente necesita trabajar más ese movimiento para llegar a integrarlo.

Los materiales que aparecen en este post los puedes encontrar en Veobio, tienda de juguetes ecológicos que siempre recomendamos por su compromiso con la infancia, con el medio ambiente y con la educación.

Y como siempre, si tienes alguna duda, sugerencia o comentario, ¡te espero más abajo!

Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. – Benjamín Franklin

Aguamarina