Los niños que tienen un trastorno del espectro autista tienden a no tener desarrolladas unas neuronas conocidas como neuronas en espejo y es por ello que les cuesta tanto imitar y esto los pone en desventaja cuando se trata del aprendizaje de la empatía y otras habilidades sociales. Investigaciones han mostrado que cuando las personas ven a otras sonreír, también sonríen sutilmente. El movimiento de los músculos faciales provoca que se active un mecanismo de retroalimentación, elevando el estado de ánimo. El 'contagio emocional' significa que puede experimentar un poco de la emoción que tú experimentas, de ahí surgen la intuición, la empatía y unas buenas habilidades sociales. El hecho de que los niños autistas no imiten es una señal de que esos vínculos sociales básicos que se forman en los bebés y los niños no se están formando en los niños que sufren de autismo. Este estudio aparece completo en la edición de septiembre y octubre de la revista Child Development .