Al debate permanente sobre la lactancia materna -sobre la duración de la misma y sus beneficios para el bebé- se suma ahora otro tema de discusión: unos investigadores británicos afirman que este tipo de alimentación influye en el posterior comportamiento del niño. Según este nuevo trabajo, quienes han tomado el pecho durante al menos cuatro meses tienen menos problemas de actitud que aquellos que son alimentados con leche artificial. Y la relación es independiente de otros factores como la edad de la madre o el nivel socioeconómico.
Aunque ya se habían realizado algunos estudios previos que habían apuntado este vínculo, ninguno era demasiado concluyente. Para establecer o no definitivamente esta relación, un equipo de investigadores de las Universidades de Oxford, Essex, York y del University College London (todas en el Reino Unido) analizó una muestra suficientemente amplia como para salir de dudas. Contaron con la participación de 10.037 madres e hijos, de los cuales 512 fueron prematuros. Tan sólo el 29% de los que vinieron al mundo a tiempo y el 21% de los prematuros fueron amamantados durante cuatro o más meses.
Cuando los niños cumplieron cinco años les sometieron a un cuestionario estándar para evaluar cómo se portaban. Sus resultados, que pubica la revista 'Archives of Disease in Childhood', muestran que los pequeños que se habían alimentado con leche artificial tenían más problemas de comportamiento como ansiedad o hiperactividad, mentían más y tenían peor relación con los padres que los que tomaron leche materna al menos cuatro meses. La proporción fue de un 16% de niños 'problemáticos' en el grupo de la leche artificial frente al 6% en el de la lactancia.
Aunque las causas de estas diferencias no están claras, los autores indican que podría deberse a que "la leche materna contiene muchas cantidades de ácidos grasos poliinsaturados esenciales, factores de crecimiento y hormonas que juegan un importante papel en el desarrollo del cerebro y del sistema nervioso central". Hasta hace una década las fórmulas lácteas infantiles no contenían estos ingredientes. Añadirles suplementos con ácidos grasos es relativamente reciente y aún no se sabe a ciencia cierta su eficacia.
Otra posible explicación que señalan los investigadores es que "el acto de amamantar crea una relación especial entre la madre y su bebé, mayor interacción entre ambos que puede influir en la posterior actitud del niño".
La relación sólo es significativa en los niños que no son prematuros y siempre que hayan tomado el pecho cuatro o más meses. "Nuestro trabajo refuerza la idea de que el tiempo de amamantamiento es uno de los factores que más influyen en las posibles repercusiones favorables para el niño".
**Publicado en "EL MUNDO"