Afortunadamente esto se refiere a los profesionales y, también por fortuna y aunque parezca al contrario, no son todos. Soy de los que sigo creyendo que la política, el servicio a los ciudadanos, sigue siendo una actividad loable y necesaria. Claro que eso también puede decirse de las putas…
En serio, la política es un ámbito social de notable importancia y la pediatría social no se puede ver ajena a lo que representa. Probablemente una buena parte de la actividad de los pediatras sociales como grupo, lo que esta sociedad representa, va dirigida a promover, modificar, alumbrar, reforzar, conducir y desarrollar políticas que redunden en el beneficio de los niños y sus salud.
También hay muchos padres que entienden que sus hijos deben conocer y participar, desde su nivel, en la política. Y algunas escuelas que fomentan la participación y la responsabilidad. En una de mi entorno próximo, los alumnos de 4º, 5º y 6º convocan y llevan a cabo una asamblea cada viernes: aportan un tema, lo discuten entre todos y lo aprueban o rechazan, con la natural ayuda de los maestros. También evalúan actitudes de unos y otros y las aplauden o censuran colectivamente.
En la reciente (y peculiar) votación llevada a cabo en Cataluña, muchos padres fueron con sus hijos a los centros de participación. Además se autorizó el voto a partir de los 16 años, claro nivel de edad pediátrica (!). Pude ver a un padre ofrecer a su hija de 9 años que se leyera la papeleta y realizase su opción. Tras mirárselo unos momentos estampó sus cruces donde creyó oportuno y el padre depositó esa papeleta cuando le llegó el turno. “Es por su futuro” me dijo.
Creemos que es bueno y benéfico acercar los niños a la política; les ayudará a ser adultos responsables. Mientras, y lamentablemente, nuestro gobierno prefiere seguir tratándonos a los adultos como si fuésemos niños.
X. Allué (Editor)
(Foto: Papá, bebé y cola de votantes en Cataluña 9N)