Estar sentado no es natural. O eso es lo que dice Miguel López, director de salud laboral del Institut de Biomecánica de Valencia, cuando explica que no estamos hechos para estar sentados.
La forma de "cuatro", con las articulaciones a 90 grados, no es compatible con la estructura de nuestros huesos, músculos y ligamentos; y sin embargo, seguimos forzando tanto a adultos como a niños a pasar largos periodos de tiempo en sus sillas.
Moverse es sano
Todo el mundo conoce los beneficios de hacer una actividad física regular, pero la revista médica The Lancet corroboró, en uno de sus estudios, que una cuarta parte de los adultos del mundo no hace el ejercicio suficiente, y el 80% de los niños y jóvenes tampoco llega al mínimo semanal recomendado por la OMS.
Asimismo, en el año 2012, un estudio similar calculó que, cada año, el sedentarismo mata a más personas que el tabaco, con una cifra superior a los cinco millones de vidas. De hecho se han inciado campañas para combatir esta tendencia (ver vídeo a continuación).
¿Pero por qué no nos movemos, si sabemos que una hora de ejercicio al día es suficiente para contrarrestar los efectos negativos de pasar ocho horas sentados? Quizás porque desde pequeños nos obligan a estar demasiadas horas en una silla y a medida que crecemos vamos adquiriendo este hábito sedentario.
El problema del sedentarismo en las escuelas
La terapeuta ocupacional Angela Hanscom, ha sido una de las que ha hecho referencia al hecho, cada vez más habitual, que muchos niños y niñas no puedan quedarse sentados en la escuela.
El sistema educativo está basado en un modelo de pruebas estandarizadas en las que se enfatizan materias como las matemáticas y la lectura en exclusión de otras habilidades que también podrían enseñarse. Asimismo, el aprendizaje de estas disciplinas se ejerce obligando a los niños a sentarse en sus sillas durante horas, a menudo sin momentos regulares de recreo.
El resultado, como Hanscom ha escrito, es que muchos niños se sienten inquietos, agitados, y pierden la concentración, por lo que enseguida se les diagnostica trastornos, incluso cuando no los tienen.
La importancia de moverse dentro de la clase
La solución en cambio es bien sencilla. Cada vez somos más conscientes de que si queremos que un niño aprenda, debemos dejar que éste se mueva.
Los niños necesitan moverse mucho más de lo que pensamos. Necesitan oportunidades para mover sus cuerpos en todas direcciones, girando, saltando, rodando o incluso trepando a los árboles, ya que es precisamente este movimiento lo que hace que el fluido del oído interno se mueva, estimulando las celulas ciliadas que desarrollan el sistema vestibular encargado del equilibrio.
Cada vez más, nos damos cuenta de que muchos niños están creciendo con este sistema subdesarrollado, cuando un sentido vestibular maduro es precisamente lo que hace posible la atención, la regulación emocional, el control de los músculos del ojo, la percepción espacial, y la organización del cerebro, todos ellos rasgos fundamentales para apoyar el aprendizaje.
¿Cómo podemos pues imaginar un buena atención por parte del niño dentro del aula, si este sistema no se desarrolla adecuadamente?
Tenemos que cambiar
Un informe de 2013 del Instituto de Medicina concluyó que los niños que eran más activos "mostraban una mayor atención y tenían más velocidad de procesamiento cognitivo, por lo que podían obtener mejores resultados en las pruebas académicas estandarizadas, que los niños que eran menos activos."
Así pues, cada vez es más evidente que moverse ayuda a los niños a aprender. Por ello es fundamental integrar en el aula momentos de descanso entre las diferentes actividades, que permitan a los niños y niñas movilizar su cuerpo. Esto incrementará su rendimiento, haciendo que aprendan mejor y estén más atentos, al tiempo que ayudará a equilibrar sus resultados académicos, con el bienestar social, emocional y físico de los niños.
Fuente: Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona
¿Realizas una hora de ejercicio al día?
Los lunes son la primera ocasión de la semana para desearte que seas feliz.
Javier Medina
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“Hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas.”
Woody Allen (1 de diciembre de 1935 Nueva York, Estados Unidos)
Director, guionista y actor estadounidense de nombre real Allen Stewart Konigsberg, ganador del Premio Oscar en reiteradas oportunidades.
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