Hace unos días, uno de los drones comerciales más conocidos en el sector, el Phantom, fue utilizado en un estadio de fútbol para mostrar una bandera que provocó el absoluto caos en dicho estadio.
Una simple bandera, mostrada en el lugar inadecuado provocó un absoluto desorden público.
Pero vayamos un poco más allá, y centrémonos en el uso que se le ha dado en esta ocasión al drone.
Utilizado como herramienta para incitar a una masa de gente, de forma provocativa. Por supuesto y con total probabilidad, consiguieron derribar dicho drone y destruirlo, lo cual no deja de ser un pequeño daño colateral comparado con el caos que creó.
Vemos por tanto, como un drone mal utilizado puede crear una situación de caos absoluto. Y afortunadamente, sólo llevaba una bandera. Imaginad por un momento que en vez de una bandera fuese un explosivo. Un gran estadio puede albergar a 80.000 personas, y un drone igual al utilizado en este triste suceso, puede levantar pesos de unos 5 kg.
Esto ya de por si, crea demasiadas preguntas y dudas en cualquiera...
No hay modo de controlar esto.
Cualquiera puede comprar un drone, cargarlo con una bandera, con un explosivo o con armas químicas y sin ningún tipo de limitación, mas que el rango de la batería, puede hacerlo llegar al objetivo que desee.
Estos mismos aparatos disponen de sistemas autónomos de navegación por satélite, de modo que incluso pueden ser programados para volar dicha ruta sin necesidad alguna de que el piloto esté cerca.
Puede que sea de los primeros en alzar la voz de alarma. Y si bien es cierto que sigo apoyando el uso de drones, a todos se nos ponen los pelos de punta de pensar en que puede existir esta posibilidad...
La posibilidad ya no sólo de transportar casi cualquier carga, y de poder programar la ruta, no es el final del problema. Hay que tener muy presente, que el rastreo o el modo de perseguir y encontrar a los encargados de llevar a cabo dicha tarea, es como poco, muy complicado...
Sin un claro seguimiento desde su compra inicial, ni un registro claro de cada aparato, cualquiera puede tener uno en casa y borrar las escasas marcas de identidad de dicho aparato.
Da miedo pensar en que alguien pueda utilizar un drone para esta actividad, pero tampoco nadie pensaba que unos aviones de pasajeros pudieran ser utilizados para derribar torres.
Por tanto, queda claro que hay un largo camino por recorrer en el asunto de los drones, no hay que alarmarse, pero hay que tener presentes los riesgos a los que todos nos exponemos con estos aparatos sobrevolando el cielo.
Hay que tener presente que no existen actualmente medios para controlar o evitar que actos de este tipo puedan ocurrir en España, o en cualquier parte del mundo. Es inviable llenar el mundo de inhibidores de frecuencia, o de controlar a cualquier persona que hace volar su drone.
Yo desde aquí, hoy, alzo la voz para que progresivamente se pongan medidas de seguridad que eviten cualquier uso indebido de cualquier drone, del tamaño o de la condición que sea.
Queda dicho.
Buenos y seguros vuelos en drone o en el aparato que sea.