Conocer el otro día personalmente a André Stern (te hablé de él aquí), hablar con él y escucharle, me provocó muchos cuestionamientos internos sobre nuestra actitud hacia los niños/asy resonó en mí esta realidad que pasa desapercibida a los ojos de los demás pero no para la vivencia de un niño/a: padres presentes pero ausentes. ¿Sabes a lo que me refiero?
Las frases inspiradoras de André Stern
“Todos los niños tienen un radar de autenticidad enorme y saben cuándo un padre/madre realmente está o no está. Aceptan nuestras mentiras por lealtad.”
“Los niños son absolutamente leales a sus padres, son capaces de renunciar a sus necesidades, olvidándose de sí mismos, con tal de sentir que pertenecen al mundo.”
“Ningún niño va a poner en cuestión al adulto. Siempre va a pensar que es él quien tiene un problema. Y hoy en día la neurobiología ha demostrado que cuando esto ocurre, se activan las mismas redes cerebrales que el dolor.”
“Si queremos niños que el día de mañana sean adultos felices, tenemos que enseñarles lo que es un adulto feliz.”
Son frases que dan para pensar, ¿verdad?¿Qué quiere decir estar presente pero ausente?
Padres y madres que estamos, pero que realmente no estamos, aquellos que permanecemos emocionalmente inaccesibles, o tan ocupados con nuestros quehaceres (trabajo, televisión, redes sociales…) y desconectados del momento presente que no llegamos a conectar de verdad con nuestros hijos/as (con lo que les pasa, con sus procesos, con sus miedos, con sus preocupaciones, con su necesidad de mirada, de escucha,…).Después, cuando conectamos, solemos exigirles que hagan lo que nosotros queremos que hagan (porque toca hacer el baño, o cenar, o irse a la cama...) y muchas veces ellos nos muestran su enfado, y entramos en conflicto.También somos aquellos padres que satisfacemos las necesidades físicas de nuestros hijos pero no somos capaces de compartir o expresarles amor y afecto. Me refiero a los que no sabemos decir “te quiero” o que rechazamos el afecto físico. Esto es muy común en la generación de nuestros padres.
Y todo esto que sea algo que suceda a menudo, creando una dinámica de relación que cada vez nos va separando más. Por lo que cuando se produce el momento de separación emocional real (al llegar a la adolescencia) surgen los grandes problemas de comunicación y relacionales, entre otras cosas.¿Cuáles son los efectos de estar presente pero ausente?
El efecto más inmediato es que el niño/a se siente rechazado.Tener un padre/madre presente pero ausente produce prácticamente las mismas consecuencias que cuando está ausente por completo. Porque la vivencia del niño/a es el rechazo constante.
El alimento emocional de un niño/a es sencillo: la presencia y disponibilidad continua de su madre, de su padre, de un adulto amoroso.Esto es: atención, tiempo de calidad, aceptación, contacto físico, palabras de estima, escucha,…
Además podrá adoptar sobretodo dos mecanismos de funcionamiento que son preocupantes:
O se vuelve hacia adentro:Desarrolla una baja autoestima, pensamientos negativos automáticos hacia sí mismo. No se sentirá suficientemente bueno/a. Desvitalización. Miedos. Búsqueda incansable de amor, afecto y reconocimiento en los demás, donde cualquier sentimiento de aprecio o pertenencia es mejor que nada. O se vuelve hacia afuera:Su inseguridad la enmascara mostrándose demasiado confiado, arrogante o agresivo, revelándose contra todo, como forma de tapar sus sentimientos dolorosos.Ambos casos explican que hoy en día muchos adolescentes se unan a pandillas o grupos problemáticos, o desarrollen un comportamiento antisocial, de abuso de sustancias o de juegos, o incluso una vida sexual insana, a veces de manera obsesiva. (Tengo que decir que estos días estoy alarmada con los casos recientes que he conocido de niñas de 13 años que practican sexting como si nada, relaciones de pareja con maltrato entre adolescentes, embarazos muy precoces, y un largo etcétera que pone los pelos de punta).¿Qué podemos hacer para evitarlo?
Lo único que hay que hacer es estar realmente con ellos, con el cuerpo y la mente, y con el corazón.Créeme, sé que no es tan fácil como parece. Fíjate que Laura Gutman asegura que a pesar de ser una inversión a riesgo cero, en la actualidad un padre o una madre moderna no es capaz de dedicar 15 minutos de atención plena al día a sus hijos. Es decir, sentarse en el suelo con su hijo/a y estar por y para él.Tampoco se trata de que nos sintamos culpables todo el tiempo, pensando que nunca hacemos suficiente. Ya sabes que la culpabilidad sirve más bien para nada y nos sitúa en un lugar de víctima eterna, que nos ausenta más todavía de nuestros hijos. (Lee esto sobre ¿qué hago con el sentimiento de culpa?)Está claro que tenemos que hacer cosas en casa, a veces trabajar, y no podemos estar siempre 100% presentes. Y eso no significa que les vayamos a dejar un trauma de por vida, pero debemos preocuparnos si esto es la tendencia que nos mueve cada día. Seamos sinceros/as:
- ¿El tiempo que permanezco con mis hijos estoy disponible?
- ¿Me muestro accesible?
- ¿O mi atención y mi foco se van para otro lado?
- ¿Qué deseos procuro satisfacer primero, los míos y mis necesidades (de mirar el móvil, de mirar el correo, de hacer las mil y una cosas que nos imponemos cada día) o las de mi hijo/a?
<<No habrá paz en el mundo hasta que no haya paz con la infancia. – André Stern>>
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