Los pensamientos automáticos son parte de nuestro juego mental cotidiano, pero es importante saber que de forma natural o aprendida utilizamos algunas estrategias para lidiar con ellos con mas o menos resultados.
El sábado en la sesión del curso de Mindfulness tratamos justamente sobre el tema de los pensamientos automáticos, ya que suelen tener una característica propia y es que:
Casi siempre son negativos y nos dicen lo que no hacer, decir, pensar.
Una de las participantes compartió su estrategia para afrontarlos y decía que cuando le venían a su mente diciéndole que no podía hacer algo, ella utilizaba la estrategia de pensar en las veces en que sí pudo hacerlas.
Esta es una estrategia muy frecuente y recomendada por algunos psicólogos y coachs.
Esta estrategia es una forma de evitación bajo mi punto de vista de los pensamientos automáticos y recurrentes.
¿Porque, qué pasa si lo que vas a hacer lo hiciste antes y te salió mal?
¿Cómo lo gestionas entonces?
Añadiendo más miedo al miedo seguramente y dándole una veracidad absoluta que acaba condicionando tu vida.
En realidad la propuesta es diferente desde el mindfulness ya que cuando los evitas realmente estás tratando de acallarlos y esconderlos y esto no suele dar resultados porque requieren una lucha constante para evitar que vuelvan a apoderarse de nuestra mente en cuando tengamos una situación difícil o un reto que afrontar. Y como todo lo que queremos evitar acaba teniendo más fuerza.
La propuesta es observarlos sin juicios y sin apego.
Se trata de darnos cuenta que están ahí pero no apegarnos a ellos, es decir se trata de verlos como algo que aparece (no son buenos ni malos, en la mayoría de los casos son la expresión de nuestras emociones, miedo, ira, vergüenza, complejos) y que se van en cuanto no luchamos para evitarlos.
En la meditación se utiliza la metáfora de las nubes en el cielo para explicar como podemos lidiar con ellos.
Las nubes son eventos que suceden en el cielo, no son el cielo. Llegan y se van.
Así son los pensamientos un evento más que sucede en nuestra mente, por lo tanto no queremos luchar para evitarlos y no nos identificamos con ellos.
Poco a poco estos pensamientos pierden su potencia emocional y su efecto en nuestra conducta y forma de afrontar el día a día.
Esta estrategia permite observarlos, escucharlos sin juicios ni valoraciones, es lo que hay en nuestra mente, debemos aceptarlos y dejar que pasen al igual que han llegado.
La identificación que se produce entre nosotros y nuestros pensamientos es lo que los hace potentes.
Voy a contarte un caso real:
Vanesa (nombre ficticio) es una ejecutiva que conozco y que cuando se encuentra con personas que no conoce suele ser callada y suele estar en silencio prestando atención a lo que dicen los otros miembros de la reunión, pero cuando tiene que aportar su opinión no siempre lo hace.
Para los que no la conocen "Vanesa es una persona tímida" y en alguna ocasión así se lo han dicho.
Es más, me contaba ella que cuando era pequeña ya le habían colgado esta etiqueta y en muchas ocasiones se había identificado con ella a tal punto que la etiqueta se había convertido en pensamiento automático y recurrente.
Así esta identificación volvía a su mente y poco a poco se convirtió en una persona ensimismada y sintió gusto en no hablar, no destacar o no expresar su opinión.
Vanesa recibió esta definición como una verdad, y en las ocasiones que tenía que comunicarse en un grupo de personas en una reunión, ya fuese social o profesional, aparecería en su cabeza ese comentario como un pensamiento suyo interior "Soy tímida y no sé expresarme bien"
Ese pensamiento reforzaba su conducta. La promesa auto cumplida.
Así que cuando me lo comentó durante el curso e hizo las prácticas propuestas, llegó a darse cuenta que se había identificado con ella.
Ahora solo tenía que observarla y permitirle irse, no la estaba definiendo a ella, era el recuerdo que volvía cuando tenía que presentarse en una reunión o un networking donde había más de 3-4 personas.
En más de una ocasión esta etiqueta le había perjudicado en su carrera, ya que si no eres capaz de aportar tu opinión, conocimientos o profesionalidad, puedes llegar a tener complicado que tu labor y valía se vean reconocidas.
¿Has pasado por esta situación alguna vez?
¿Observaste hasta que punto esos pensamientos automáticos te generan ansiedad, estrés o baja autoestima?
¿Hasta que punto están incidiendo en el desarrollo normal de tu vida o de tu profesión?
Me encantará recibir tu comentario al respecto.