Publica El Plural que un destacado funcionario de la sanidad española, Carlos Lens, que fue director de la Agencia de Medicamentos y hoy es el responsable de compras de fármacos para el sistema de salud, publica una novela al “amparo” de la industria farmacéutica. Dicho medio se pregunta el porqué y lo relaciona con que “el alto cargo es el encargado de negociar qué fármacos se aprueban y a qué precio se financian”.
Desde luego estamos en una época en que la industria presiona duro para conseguir que el Estado le compre los medicamentos al mayor precio posible. No hay piedad. Observad lo que está ocurriendo con el medicamento para la hepatitis C llamado Sovaldi. La novela de Lens se titula El peor de los venenos. Me gusta el título aunque no la he leído.
Promociona su última novela a través de Raíz Publicidad, agencia especializada en laboratorios farmacéuticos. Además, la obra es apoyada constantemente por la Asociación Española de Farmacéuticos de Letras y Artes.
aquí no acaban las extrañas conexiones entre la obra del subdirector general de Medicamentos del ministerio de Sanidad con la industria farmacéutica. Y es que El peor de los venenos está publicada por Plataforma Editorial, firma que tiene una sección específica de “ediciones institucionales” donde figuran varios clientes del sector farmacéutico”, continúa El Plural.
La presentación del texto se hizo en el auditorio de Cofares, la mayor distribuidora farmacéutica de España.
A mí lo que me llama la atención es que un funcionario que conoce tan de primera mano la epidemia de daños provocados por medicamentos como él, haya perdido la oportunidad de escribir un libro sobre los peores venenos, aquellos numerosos fármacos nocivos que hay en el mercado y haya elegido como hilo conductor la falsificación de medicamentos.
Éste es uno de los asuntos que más preocupa a la industria farmacéutica, que ha conseguido que hagan suyo muchas instituciones oficiales, pues los medicamentos que se distribuyen por Internet sin control industrial le restan mercado a las Big Pharma (mueve en el planeta incluso más dinero que el tráfico de la cocaína).
Las aludidas coincidencias en torno al libro me parecen más de mal gusto que otra cosa. Es poco estético que quien ha de mantener una independencia intachable de la industria que le considera su principal cliente en España, en vez de intentar publicar en una editorial convencional, como hacemos los demás, lo haga “promovido” por esos círculos.
El actual subdirector general de Calidad de Medicamentos y Productos Sanitarios no tiene contenta a la industria en estos últimos años pues algunas decisiones del Gobierno recortando en gasto de medicamentos ha enfadado a los laboratorios que ha intentado acercamientos a Lens en diferentes ocasiones. ¿Habrá conseguido el funcionario limar asperezas con las pharma gracias a la novela?
Esperemos que este autor no vea medicamentos ilegales por todas partes y que pague justos por pecadores. Lo escribo porque Lens fue pieza clave en el Caso Bio Bac que luego una sentencia ha confirmado que no supuso un peligro para la salud pública, como se mantuvo desde sanidad desde el principio. No hubo ni estafa ni atentado contra la salud.
Como cuento en mi libro Traficantes de salud, Lens conocía e intercambiaba cartas con respeto y simpatía con el inventor del producto, Fernando Chacón, hasta que de manera paradójica fue él quien hizo la primera inspección en la farmacia de Chacón que iniciaría un proceso contra el farmacéutico que ha conducido, muchos años después, a la sentencia citada.
Poco antes de que la policía desarrollase la Operación Brujo contra decenas de sanitarios relacionados con el Bio Bac, Lens, en lo que es un claro ejemplo de “puertas giratorias”, trabajaba en unos laboratorios farmacéuticos que negociaron con la familia Chacón la compra de Bio Bac de manera infructuosa.
Lo escrito, Lens, aparte de posibles conflictos de interés con la publicación de su libro tiene otras muchas novelas que narrar.