Además, no creo que puedan sobrevivir, primero a los procesos de manipulación y aditivos añadidos; segundo, a envases de plástico durante meses; y tercero, al pH ácido de nuestro estómago (y a la bilis) que seguro que los aniquila.
Si, ya sé que muchos tenemos la flora intestinal hecha un desastre de tanta medicación, mala alimentación, estrés, etc. pero no creo que la solución sea tomar probióticos. La verdadera solución sería un cambio radical de nuestro estilo de vida. Lo sé, fácil decirlo pero difícil llevarlo a cabo. Sería aprender a cuidarse en todos los aspectos tanto físicos como emocionales. Sólo el esfuerzo, la constancia, la dedicación y la confianza en uno mismo, harán que, con el tiempo, todo vuelva a la normalidad. El origen de todo está en nuestra flora intestinal así que no perdamos más el tiempo (aquí no valen las excusas) y pongamos remedio antes de que sea demasiado tarde.
Si aún después de toda la parrafada anterior te parece insuficiente mi respuesta y sigues insistiendo en tomar suplementos, puedes deleitarte con este reportaje (llamarlo artículo se quedaría ‘corto’) para que, por lo menos, sepas qué requisitos son indispensables, qué efectos secundarios tienen y que, además, sepas más de lo que te quieren vender y que no te cuentan. Además he añadido información extra de los prebióticos, los simbióticos, las enzimas digestivas y de los probióticos estrella por excelencia: Kéfir (de leche y agua) y yogur. Ya sabéis que no soy muy fan de ellos pero, como veis, hago caso a vuestras peticiones. ¡Vamos allá!
¿QUÉ SON LOS PROBIÓTICOS?
La palabra probióticos viene del latín pro (‘para’) y de la bios griega (‘vida’). El científico ruso, Elie Metchnikoff, es considerado como el ‘padre de los probióticos’ pero hay muchos otros científicos a los que se ha atribuido individualmente la acuñación de la palabra misma como, por ejemplo, Kollath (1953), Lilly y Stillwell (1965), Parker (1974), Fuller (1989) y otros. Cada uno tenía su propia definición del término.
Si bien la definición inicial de los probióticos propuesta en 1965 se refería a sustancias secretadas por los microorganismos que estimulan el crecimiento de otros (en oposición a los ‘antibióticos’), actualmente el término probiótico hace referencia a un preparado o a un producto que contiene cepas de microorganismos viables en cantidad suficiente como para alterar la microflora en algún compartimento del huésped (por implantación o colonización) y que produce efectos beneficiosos en dicho huésped. La definición incluye bien productos que contienen microorganismos (por ejemplo, leches fermentadas) o un preparado de microorganismos (por ejemplo, comprimidos o polvos) (Schrezenmeir J, De Vrese M. Probiotics, prebiotics, and synbiotics-approaching a definition. Am J Clin Nutr 2001; 73(Supl. 2):361-4).
El concepto de probiótico ha evolucionado a lo largo de los años a partir de su significado original ‘para la vida’ (Torres, 2002; Barboza y col., 2004).
Los probióticos son definidos como ‘sustancias segregadas por un microorganismo que estimula el crecimiento de otro’. ‘American Journal of Clinical Nutrition’, o AJCN, describe los probióticos como bacterias vivas que causan un beneficio para la salud de una persona cuando se ingiere en cantidades adecuadas. Los probióticos son más comúnmente usados para problemas gastrointestinales, tales como enfermedades inflamatorias y diarrea, y para infecciones de levaduras e infecciones del tracto urinario. Los probióticos se consideran relativamente seguros pero tienen algunos efectos secundarios, incluyendo infección, problemas del sistema inmunológico y resistencia a los antibióticos.
¿Tenemos probióticos en nuestro organismo?
En el camino a través del canal de parto durante un parto natural, el recién nacido obtiene una dosis de bacteria de su madre. Este evento inicia la colonización del tracto gastrointestinal del bebé de bacteria ‘buena’. Una nueva investigación y muy convincente muestra que muchos de los bebés que nacen por cesárea tienen una salud menos óptima después del nacimiento. Probablemente esto se deba a que los bebés no están expuestos a la bacteria ‘buena’ que hay en el canal de parto de la madre, el cual serviría para llenar su propio tracto gastrointestinal.
Antes del nacimiento, los intestinos son estériles y las bacterias comienzan a colonizar el intestino poco después del nacimiento y continúan durante toda la vida. Estas bacterias normalmente no causan problemas y de hecho ayudan a mantener el bienestar ya que evitan la infección con bacterias que causan enfermedades.
Los probióticos comúnmente usados en humanos son: Especies de Lactobacillus; Bifidobacterium; Saccharomyces cerevisiae; y algunas especies de E. coli y Bacillus.
La superficie de la luz intestinal (equivalente a un campo de fútbol) acumula más de 100 trillones de microorganismos, lo que equivale a 10 veces el número de células que componen una persona adulta. El intestino humano es, por tanto, un verdadero ecosistema esencial para la absorción eficiente de nutrientes y para el mantenimiento de la salud en general (Saier MH, Mansour JNM. Probiotics and Prebiotics in Human Health. J Mol Microbiol Biotechnol 2005; 10:22-25).
Los probióticos son microorganismos vivos que se encuentran naturalmente en nuestro sistema digestivo. Estos microorganismos viven principalmente en el intestino y trabajan sinérgicamente para ayudar al cuerpo a funcionar correctamente. Los probióticos también están disponibles en algunos alimentos y como suplementos comerciales para la salud digestiva. Si leemos la etiqueta de un suplemento probiótico podremos observar recomendaciones contradictorias. Algunos fabricantes recomiendan tomar probióticos con una comida, mientras que otros recomiendan tomarlos después de las comidas.
¿Tomar probióticos antes o después?
Las recomendaciones contradictorias encontradas en productos probióticos comerciales pueden causar confusión sobre cuándo tomar el probiótico. Los investigadores buscaron poner fin a la confusión estudiando el impacto de tomar probióticos antes, con y después de las comidas. Encontraron que las bacterias en los suplementos sobrevivieron mucho mejor cuando se tomaron con o 30 minutos antes de una comida. También encontraron que la grasa dietética mejoró la supervivencia de las bacterias. Además, tomar un probiótico con 1 por ciento de leche era más efectivo que tomarlo con zumo o agua. El estudio fue publicado en la edición de diciembre de 2001 de la revista “Beneficial Microbes”.
En el mercado existe una gran variedad de productos probióticos que pueden venir en diferentes presentaciones como leches fermentadas, siendo el yogur la más usual. También pueden ser presentados en forma de tabletas, cápsulas, polvos o sobrecitos conteniendo la bacteria en forma liofilizada. Asimismo, los probióticos pueden ser encontrados en forma de suplemento y como componentes de alimentos y bebidas (Barboza, y col., 2004; Ogueke y col., 2010).
Aspectos a tener en cuenta:
- El pH normal (la escala de acidez/alcalinidad) del colon debe estar entre 6,7 y 6,9. Un pH de 7,0 es neutro. Cualquier cosa debajo de eso es ácida y cualquier cosa por encima es alcalina. El colon necesita ser ligeramente ácido para inhibir las bacterias patógenas y fomentar el crecimiento de las bacterias buenas intestinales.
- Nuestro intestino está poblado de bacterias ‘buenas’ y ‘malas’. Todos estos microorganismos componen lo que se llama la microbiota y un equilibrio saludable de todas las bacterias buenas y malas en el intestino puede hacer una gran diferencia en nuestra salud.
- Los antibióticos, el cloro en el suministro de agua, los medicamentos (prescritos y de venta libre), el estrés y otros factores que dañan las bacterias intestinales hacen que el medio ambiente del colon sea más alcalino afectando a la diversidad de la microbiota y el equilibrio de las bactieras ‘buenas’. Medicamentos comunes como analgésicos, esteroides, antiinflamatorios, pastillas para dormir, píldoras anticonceptivas, antiácidos, vacunas y muchos otros matan o interfieren con el crecimiento de la flora beneficiosa. Si se pueden eliminar o, al menos, minimizar estos medicamentos, se tendría más oportunidad para restaurar la flora intestinal.
La mayoría de los productos o preparados probióticos son leches fermentadas con bacterias del grupo BAL, quesos y/o yogures frescos no pasteurizados (prototipo de alimento probiótico). En menor medida, también se consideran productos probióticos, ciertos vegetales y productos cárnicos fermentados. Los avances biotecnológicos han permitido la fabricación de fermentos puros, lo que ha llevado, a que desarrollen productos probióticos comerciales de características normalizadas, como la leche o yogur con bífidobacterias o leches con lactobacilos. En estos productos probióticos, las cepas probióticas deben ser catalogadas en base a su género, especie, y a una designación alfanumérica; así tenemos en algunos yogures comerciales la cepa Bifidobacterium animalis DN 173 010 y la presente en algunos batidos comerciales, la cepa Lactobacillus casei DN-114 001.
UN POCO DE HISTORIA Y SU EVOLUCIÓN
En una versión persa del antiguo testamento en el génesis ya se apuntaba que la longevidad de Abraham era debida al consumo de ‘leche agria’. Ya en el siglo LXXVI a.C (antes de Cristo) el historiador romano Plinio recomendaba la administración de lácteos fermentados para tratar la gastroenteritis. En 1908 el Premio Nobel Elie Metchnikoff atribuyó la longevidad de ciertas poblaciones balcánicas al consumo habitual de lácteos fermentados, que contenían lactobacilos que ‘reducirían las toxinas producidas por las bacterias intestinales, promoviendo la salud y prolongando la vida’ (Metchnikoff E. The Prolongation of life. London: Heinemann; 1907).
La fermentación ácido láctica de alimentos procedentes de plantas parece que fue incorporada por los homínidos aproximadamente 1,5 millones de años antes de Jesucristo. Esta práctica fue ampliamente usada en Europa hasta la revolución industrial y todavía hoy en día, es empleada habitualmente por diversas comunidades africanas ya que es una forma segura y simple de conservar los alimentos. La ingesta de lácteos fermentados posiblemente se incorporó a la alimentación humana posteriormente (hace unos 10.000 años) a la de los vegetales fermentados. Posiblemente en su evolución, los humanos fuimos adaptando nuestro tracto gastrointestinal a un aporte diario más o menos elevado de bacterias ácido lácticas vivas. En los países industrializados durante el siglo XX, se dejó de ingerir este tipo de alimentos lo que posiblemente haya condicionado diferentes problemas gastrointestinales e inmunológicos (Molin G. Probiotics in foods not containing milk o milk constituents, with special reference to Lactobacillus plantarum 299v. Am J Clin Nutr 2011; 73 (Supl. 2): 380-5).
En la década de los 80 se incorporó el concepto de que ciertos componentes no digeribles de la dieta podrían favorecer el crecimiento de determinadas cepas de bacterias en el intestino que se asocian a efectos beneficiosos para la salud.
Elie Metchnikoff, el supuesto padre de los probióticos.
En 1899, Henry Tissler, científico investigador del Instituto Pasteur en París, Francia (recordemos que Pasteur fue el que creó la pasteurización) informó de la detección de una bacteria en forma de Y en los intestinos de los lactantes alimentados con leche materna. Tissler informó que los bebés con bifidobacterias en sus tratos digestivos tenían menos problemas gastrointestinales, evidenciados por un menor número de enfermedades diarreicas.
La búsqueda para encontrar una fuente de la juventud era una ocupación popular para los científicos y los médicos de esa era. En 1900, Elie Metchnikoff, científico ruso también en el Instituto Pasteur de París (¿coincidencia? No lo creo) estaba estudiando las bacterias del ácido láctico y su relación con el envejecimiento. Se sabía que la descomposición de las proteínas dietéticas por las clostridium (bacterias que se encuentran normalmente en el tracto digestivo) producían algunas sustancias tóxicas para el cuerpo humano, incluyendo amoníaco, fenoles y otros compuestos, es decir, un tipo de ‘intoxicación intestinal’. Él teorizó que las bacterias del ácido láctico protegían contra esas bacterias e invertían la intoxicación intestinal. Mitchnikoff había observado que los habitantes de las zonas rurales de Bulgaria vivían hasta edades muy avanzadas, a pesar de la extrema pobreza y el clima severo. Tenían una esperanza de vida media mucho mayor que la de los europeos más ricos, y señaló que bebían productos lácteos fermentados. Metchnikoff supuso que las bacterias lácticas asociadas con los productos lácteos fermentados tenían beneficios para la salud anti-envejecimiento. Él nombró el organismo ‘Lactobacillus bulgarius’. Metchnikoff afirmó que “la ingestión de microorganismos podría tener beneficios de salud sustancial en los seres humanos.”
Metchnikoff y sus colegas comenzaron a beber leche agria para poblar sus tractos digestivos con el lactobacillus marcando la introducción de probióticos como suplementos dietéticos. En 1908 Metchnikoff recibió el Premio Nobel de Medicina por su trabajo demostrando que los microbios dañinos pueden ser reemplazados por microbios beneficiosos para tratar enfermedades intestinales.
Un médico y científico alemán, Alfred Nissle, estaba intrigado por los posibles usos y beneficios de los probióticos. Se necesitaron métodos para el tratamiento de enfermedades infecciosas. No había antibióticos en ese momento. Durante un brote de shigellosis (shigella es una bacteria que causa diarrea severa), Nissle aisló una nueva cepa de Eschericia coli de las heces de un soldado de la Primera Guerra Mundial que fue afligido con shigella pero no desarrolló la enfermedad diarreica. La nueva cepa bacteriana fue denominada “Eschericia coli Nissle 1917”. Nissle utilizó la cepa para tratar enfermedades intestinales, como shigella y salmonella, con gran éxito. El probiótico homónimo de Nissle interactúa activamente con el sistema inmunológico del cuerpo, y todavía está en uso hoy en día. (Goldin, BR, Gorbach, SL, Clinical indications for probiotics: an overview. Clinical Infectious Disase 2008;5096-5100).
El año de 1920 hubo un retroceso en el desarrollo de los probióticos. Los experimentos del profesor Leo F. Rettger parecían demostrar que el Lactobacillus bulgarius de Metchnikoff no podía vivir en el intestino, y de hecho que era destruido por el ácido del estómago. Pronto, el uso terapéutico del alimento fermentado cayó en desuso. Sin embargo, Rettger también demostró que otras bacterias que existen naturalmente en el intestino podrían ser eficaces como probióticos, ayudando a restaurar la colonización bacteriana normal cuando se introducen en el tracto digestivo humano. Una de estas bacterias, Lactobacillus acidophilus, ha demostrado ser un tratamiento eficaz para el estreñimiento. (Hoffman, FA, Hiembach, JT, Executive summary: scientific and regulatory challenges of development of probiotics as foods and drugs. Clinical Infectious Diseases 2008; 46:553-557).
Después de la muerte de Metchinikoff la actividad de investigación se trasladó a los EE.UU.
Los probióticos y la genética
“Sabemos más sobre las estrellas en el cielo que sobre el suelo bajo nuestros pies”, dice la microbióloga Elaine Ingham.
Katz, en su libro ‘El arte de la fermentación’ describe a las bacterias como co-evolucionistas o incluso co-creacionistas en la danza de la Vida y que son más influyentes para nuestras vidas y para toda la vida en el planeta de lo que jamás podamos imaginar.
No hemos evolucionado separadamente de las bacterias. Hemos evolucionado con ellas y, con seguridad, no podríamos existir sin ellas.
Investigaciones recientes muestran que las bacterias intercambian libremente material genético.
Este flujo de genes permite que las bacterias evolucionen rápidamente y se adapten a las nuevas condiciones. Es el problema inherente con el uso extenso de antibióticos en seres humanos y ganado. Las bacterias pueden adaptarse rápidamente y convertirse en resistentes preparando el escenario para nuevas enfermedades y epidemias de salud.
Katz señala que algunos microbiólogos creen que las bacterias no son especies verdaderamente distintas, sino que existen como un continuum a través del planeta, intercambiando y utilizando genes que los hace altamente adaptables a muchas condiciones de vida muy diferentes. De hecho, el microbioma humano, es decir, la totalidad de todos los microorganismos que residen en los seres humanos, contiene cien veces más genes que los que poseen los seres humanos.Un estudio reciente del MIT también encontró que las bacterias que residen en los seres humanos son 25 veces más propensas a intercambiar genes que las bacterias no humanas. Nadie sabe por qué, pero sabemos que así como los seres humanos son adaptables a casi todos los climas y paisajes de la tierra, también las bacterias son adaptables a todos los micro-climas y micro-paisajes del cuerpo humano. Las axilas, las cejas, las uñas de los pies, las encías, el estómago y los intestinos ofrecen nichos muy diferentes para diferentes cepas de bacterias.
De hecho, los científicos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte encontraron 1400 cepas de bacterias que residen justo en el ombligo humano, la mitad de las cuales nunca se habían identificado antes.El futuro del probiótico
Los probióticos ya se utilizan ampliamente para prevenir los efectos secundarios de los antibióticos y mejorar la digestión. En el futuro, uno de los usos más prometedores de los probióticos puede ser para el tratamiento y la prevención de la depresión. Por ejemplo, se sabe que el estrés cambia la composición de la flora intestinal animal. Las ratas que muestran comportamiento depresivo debido a la separación materna fueron alimentadas con el probiótico B. infantus. El comportamiento de la rata se normalizó y sus sistemas inmunológicos se hicieron más saludables. (Cryan JF, Dinan, TG, “Mind altering microorganisms: the impact of the gut microbiota on brain and behavior.” Nat Rev Neurosci 2012;13:701-712).
El término “psicobióticos” ha sido acuñado para los probióticos que prometen la prevención y / o el tratamiento de enfermedades psiquiátricas. El Dr. John Krystal, editor de la revista Biological Psychiatry, afirma que “este intrigante nuevo campo de investigación puede abrir nuevas posibilidades para el tratamiento de la depresión”. (Krystal, J, Psychobiotics: a novel class of psychotropics. Biologic psychiatry, 15 November 2013, Vol 74, Issue 10, p720-736).
¿REALMENTE SON EFECTIVOS?
La EFSA (European Food Safety Authority) afirma que ‘la evidencia científica sigue siendo insuficiente para demostrar una relación de causa y efecto entre el consumo de productos probióticos y cualquier beneficio para la salud’.
Existe una gran variabilidad en el contenido de las diferentes marcas, incluyendo la cantidad y tipo de organismos utilizados, ya que no se han establecido estándares. Mantener los microorganismos vivos intactos desde el estante hasta su tránsito a través de los intestinos también puede ser un problema: AltMD informa que un estudio de 25 productos lácteos y 13 suplementos en polvo encontró sólo el 33 por ciento contenía organismos vivos y sólo el 13 por ciento contenía todos los organismos listados en la etiqueta.
A pesar de que existe un gran número de reportes evidentes y alentadores con relación a los beneficios que ejercen los probióticos en la salud, no todas las investigaciones soportan esos resultados, sobre todo cuando ensayos in vivo han dado datos inconsistentes. Tales resultados contradictorios y no concluyentes pueden estar relacionados a las causas siguientes: a) complejidad de las enfermedades para lo cual son usados los probióticos, b) el diseño experimental propuesto, c) complicaciones en obtener el apropiado tamaño de muestra, d) variación en el tipo de cepas, e) variación en el estado de salud de los sujetos de estudio, f) dosis de los probióticos administrados y g) muchas veces la investigación es limitada y solamente están disponibles resultados preliminares (Torres, 2002; Corthesy y col, 2007; Farnworth, 2008; Liong, 2008; Davis y Milner, 2009; Ogueke y col., 2010; Jacobi y col., 2011).
Mientras que abundantes evidencias afirman que los probióticos pueden beneficiar al hombre y los animales, aún faltan estudios tendientes a demostrar su eficacia en investigaciones clínicas (Torre, 2002; Baker y Day, 2008).
Existe la tendencia positiva a considerar que los probióticos pueden funcionar en un rango diverso de aplicaciones. Sin embargo, desafortunadamente la mayoría de los estudios se realizan en un número muy limitado de sujetos. Además, cualquiera de las preparaciones de probióticos puede ser o no, necesariamente multifuncional (Torres, 2002; Anukam, 2007).
Por otra parte, los efectos prometedores observados en estudios experimentales con algunas sustancias y microorganismos probióticos en la práctica no han mostrado su eficacia en pacientes, especialmente en aquellos que sufren enfermedades crónicas (Bengmark y Gil, 2006).
Según Clancy y Pang (2007), afirman que la sorprendente publicidad en mercadotecnia de que los probióticos son buenos para la salud del consumidor carece de credibilidad en el área de la medicina basada en evidencias.
Recientemente los probióticos han sido incluidos en el tratamiento de pacientes críticamente enfermos. Sin embargo, a la fecha permanece incierto si son benéficos o aún dañinos en estos pacientes (Jacobi y col., 2011). No hay evidencia de que las BAL (bacterias del ácido láctico) usadas como probióticos sinteticen alguna toxina perjudicial para los humanos; sin embargo, hay algunas preocupaciones aún entre investigadores de que serias infecciones asociadas con cepas de probióticos (lactobacillus y bifidobacterias) son posibles en algunas condiciones que previamente se pensó ser extremadamente raro (Anukam, 2007). El mismo autor afirma en su revisión que los probióticos son seguros en gente saludable, sin embargo, individuos inmunocomprometidos deberían consultar a su médico u otros profesionales de la salud antes de usar probióticos (Anukam, 2007). Según Tarun y Misra (2009), los probióticos no han sido sometidos a ensayos de eficiencia a gran escala como se realizan en la industria farmacéutica.
¿Somos tan ilusos de creernos que las bacterias pueden sobrevivir métodos de procesamiento agresivos y permanecer intactas (‘vivitas y coleando’) en botes de plástico durante meses en las estanterías de los establecimientos? Por favor, usemos la lógica. Veamos a continuación.
Cuando se abre un frasco de verduras fermentadas caseras se puede escuchar la actividad. Por lo general hay efervescencia, burbujas y a veces el contenido se desborda cuando se libera la presión. Eso indica que los microbios están vivos.
Esto no ocurre en los probióticos empaquetados.
Cuando un cultivo de bacterias está listo para ser comercializado, se usan dos métodos populares de procesamiento: centrifugación y ultrafiltración.
• Ambos métodos separan la masa bacteriana de su matriz de crecimiento y biopelícula, que es la comunidad que construyen las bacterias.
• Ambos métodos concentran la masa de bacterias.
La centrifugación aplastará las células bacterianas.
La centrifugación es el método de procesamiento más popular porque es la manera más fácil y menos costosa de crear un producto probiótico.
• Las bacterias y toda su biopelícula se colocan en una centrifugadora y el interruptor se golpea arrojando la bacteria contra los lados de la misma con una fuerza increíble.
• La fuerza de la centrífugadora hace que las paredes celulares de muchas bacterias se rompan. A veces el procesamiento las mata inmediatamente, mientras que otras veces las bacterias resultan heridas.
• La comunidad de bacterias es destruida.
La ultrafiltración es menos dañina que la centrifugación.
• Las bacterias se colocan a través de un colador gigante.
• Este método de esfuerzo daña las comunidades bacterianas.
• Sin embargo, las frágiles paredes celulares de las bacterias quedan intactas.
El mayor problema con ambos métodos de procesamiento es que la comunidad bacteriana, la biopelícula, está completamente destruida.
Esta estructura de la comunidad que las bacterias crean protege a las bacterias, las alimenta y también contiene subproductos antimicrobianos. Esto significa que cuando las bacterias beneficiosas son despojadas de su biopelícula durante el procesamiento, se quedan desnudas y solas, incapaces de realmente beneficiar al cuerpo y establecer la residencia.
También significa que es menos probable que sobrevivan al pH bajo del ácido estomacal a medida que se mueven a través del tracto gastrointestinal. Si las bacterias sobreviven a su tránsito hacia el intestino delgado y el intestino grueso, llegan significativamente debilitadas y sin la protección de su biopelícula.
Cuando usted bebe una bebida fermentada o come vegetales cultivados, usted está enviando microbios beneficiosos fuertes y bien equipados a su tracto digestivo.
Cuando no se separan las buenas bacterias de la matriz en la que están creciendo, están completamente apoyadas en el proceso digestivo. También experimentan un daño mínimo porque no están sometidas a un proceso mecánico. Esto significa que llegan al tracto intestinal, listas para tomar su residencia inmediatamente. El efecto es notable. Si usted siente que su cápsula probiótica está teniendo poco efecto, usted puede desear cambiar a los alimentos fermentados. (Trenev, Natasha. Probiotics, Nature’s Internal Healers. Avery: New York, 1998. Pag. 122-125).
Aunque muy pocos alimentos fermentados comprados en la tienda proporcionan una cantidad significativa de bacterias beneficiosas.
El Doctor Nicholas Chia, director asociado del programa de microbioma en el Centro de la Clínica Mayo en Minnesota nos dice: ‘Lo que parece funcionar realmente para aquellos con problemas gastrointestinales serios y graves es el trasplante de microbios fecales. Eso es cuando las bacterias fecales de un individuo sano se implantan, por lo general a través de enema, en alguien que sufre de clostridium difficile, una infección que puede causar diarrea severa. Pero es un procedimiento serio que viene con sus propios riesgos. Es para la gente que no puede salir de su casa o de su inodoro‘.
Y añade: ‘La variedad en la dieta es muy importante. Comer alimentos sanos y no procesados con una variedad de fuentes fomentará un intestino sano. Realmente sugiero dejar que su microbiota intestinal (comunidad de organismos vivos residentes en el tubo digestivo) haga lo que tiene que hacer.’
REQUISITOS PARA SER UN PROBIÓTICO
Para poder considerar a un microorganismo como probiótico éste debe cumplir con los siguientes requisitos (Ramos-Cormenzana et al., 2005; Saulnier et al., 2009):
•Estar depositado en una colección de cultivo internacional reconocida y ser perfectamente caracterizado a nivel de género, especie y cepa.
•Ser seguro para el hospedador, determinado mediante ensayos in vitro y/o en animales de experimentación si es necesario.
•Estar viables en el momento de su consumo, aunque se ha reconocido que las células no viables pueden mediar algunos efectos beneficiosos a nivel fisiológico.
•Ser capaces de sobrevivir a su paso por el tracto gastrointestinal, lo cual se determina mediante una serie de pruebas estándares:
– Resistencia al pH gástrico y a sales biliares. Capacidad de adhesión a la mucosa y/o células epiteliales humanas o a líneas celulares.
– Actividad antimicrobiana frente a potenciales microorganismos patógenos.
– Proporcionar algún beneficio fisiológico demostrado mediante estudios llevados a cabo en los organismos diana.
Criterios a tener en cuenta para la selección de probióticos de aplicación comercial (Vasiljevic y Shah, 2008): Criterio; Propiedad; Seguridad; Origen; Patogenia e infectividad (ausencia); Factores de virulencia–toxicidad, actividad metabólica y propiedades intrínsecas como la resistencia a antibióticos; Tecnológico; Cepas genéticamente estables; Viabilidad durante el procesamiento y almacenamiento; Buenas propiedades sensoriales; Resistencia a fagos (son virus que infectan exclusivamente a las bacterias); Producción a gran escala; Biológico/Funcional; Tolerancia al ácido y a los jugos gástricos; Tolerancia a la bilis; Adhesión a la mucosa; Efectos beneficiosos sobre la salud validados y documentados; Fisiológicos; Inmuno-modulación; Actividad antagonista frente a patógenos gastrointestinales como Helicobacter pylori o Candida albicans; Metabolismo del colesterol y de la lactosa; Propiedades antimutagénicas y anticancerígenas.
Las cepas específicas de las bacterias pueden no ser tan importante como se pensaba. En otras palabras, la terapia probiótica se basa en la creencia de que ciertas cepas son vitales para nuestra salud. Y así tomamos estas cápsulas con miles de millones de cepas de Lactobacillus y/o Bifidobacteria y tal vez algunas otras. Cada empresa tiene una formulación diferente de diferentes cepas con diferentes estudios y razones por las que su formulación es mejor. Sin embargo, la fluidez genética de las bacterias sugiere que la variedad y la diversidad pueden ser más beneficiosas que las cepas específicas. Esto es lo que Katz cree, autor del libro ‘El arte de la fermentación’.
Lo importante no es el número total de bacterias (CFU, siglas en inglés de Unidades Formadoras de Colonias) sino el número de diferentes cepas de bacterias que incluye el producto. Debido a que las diferentes cepas de bacterias probióticas tienen funciones ligeramente diferentes y se concentran en varios lugares a lo largo del tracto digestivo, los suplementos probióticos que contienen múltiples cepas tienden a ser más eficaces en general que los productos que contienen una concentración extremadamente alta de sólo una o dos cepas. Esto se debe a que muchas cepas trabajan sinérgicamente para influir en nuestra salud. El conjunto literalmente es mayor que la suma de sus partes.
Los mejores suplementos probióticos incluirán al menos estas tres cepas más importantes:
• L. acidophilus: Esta es la cepa más importante de la especie Lactobacillus y se coloniza fácilmente en las paredes del intestino delgado. Apoya la absorción de nutrientes y ayuda con la digestión de los productos lácteos.
– B. longum, como la acidophilus, es una de las bacterias más comunes que se encuentran en los tractos digestivos de los adultos y ayuda a mantener la integridad de la pared intestinal. Es particularmente activa como eliminador de toxinas.
• B. bifidum: Esta cepa, que se encuentra tanto en el intestino delgado como del intestino grueso, es importante para la buena digestión de los productos lácteos. Esto es especialmente importante a medida que se envejece y nuestra capacidad natural para digerir los lácteos disminuye. B. bifidum también es importante por su capacidad para descomponer carbohidratos complejos, grasas y proteínas en pequeños componentes que el cuerpo puede utilizar de manera más eficiente.
En segundo lugar, estarían:
• L. rhamnosus: Conocida como el primer “probiótico de viaje”, esta cepa puede ayudar a prevenir la diarrea ocasional del viajero.
• L. fermentum: Esta cepa de Lactobacillus ayuda a neutralizar algunos de los subproductos de la digestión y promueve un nivel saludable de bacterias intestinales.
Más allá de todas ellas, el mejor suplemento probiótico dependerá de la salud del individuo. La opción óptima para las mujeres, por ejemplo, es probable que sea diferente que para los hombres.
Un suplemento probiótico lleno de bacterias muertas o bacterias que mueren en un mar de ácido del estómago es un desperdicio de dinero.
Los mejores suplementos probióticos utilizarán sistemas que aseguren un porcentaje significativamente alto de bacterias que lleguen a los intestinos con vida. Importante también saber el empaquetado del producto. Debido a que las bacterias probióticas son organismos vivos, su salud puede verse afectada por su medio ambiente.
– Muchas marcas ya no hacen falta conservarlas en la nevera pero todavía se necesita proteger a las bacterias de demasiada exposición a la luz, el calor y la humedad. Buscar envases que aseguren que estos probióticos tendrán un impacto mínimo. Las botellas gruesas y opacas con bolsas desecantes son las más preferidas, pero hay algunos nuevos estilos de blíster que también funcionan bien.
– La industria de suplementos no requiere que los productos tengan fechas de caducidad por lo que esta información puede ser reveladora cuando se trata de la calidad del producto.
Una fecha de vencimiento indicada en un suplemento probiótico es la promesa del fabricante de que las bacterias del producto permanecerán activas y potentes -en los niveles especificados en la etiqueta- hasta esa fecha. Por lo general, la fecha de vencimiento se basa en la formulación y los datos de pruebas de estabilidad, lo que significa que una empresa está prestando atención a esas cuestiones.
Los mejores suplementos probióticos mostrarán fechas de vencimiento claramente rotuladas. Sospeche de un probiótico que no lleve la fecha de caducidad en su etiqueta. Sin información de caducidad, es imposible saber cuánto tiempo se espera que las bacterias en el suplemento duren. Podría ser un año o podría ser una semana o que las bacterias ya están muertas. No hay manera de saberlo.
El consumidor debe saber que el producto seguirá siendo potente 3-4 meses más tarde (sobre todo si está comprando varias botellas a la vez). No se arriesgue a perder su dinero en un producto que puede proporcionar un beneficio mínimo o nulo.
El riesgo de las cápsulas y comprimidos de probióticos
En 2010 un estudio demostró que la mayor parte de los probióticos que se venden en el mercado no contienen el número suficiente de bacterias vivas como para producir algún efecto. La mayoría de probióticos se venden hoy en día en forma de cápsulas o de comprimidos.
En los comprimidos hay un número extremadamente bajo de bacterias vivas, ya que la presión necesaria para formar el comprimido hace que la temperatura suba por encima de los 50ºC y mate a una gran parte de ellas. Por tanto, es casi imposible que existan comprimidos de probióticos que ofrezcan buenos resultados.
Algunos fabricantes fingen haber encontrado la solución vendiendo comprimidos de probióticos que de antemano se han protegido con microencapsulación. El problema está en que este tratamiento incrementa de manera desmesurada el volumen de los probióticos. Para ingerir la cantidad necesaria (mil millones como mínimo) tendríamos que tomar cien comprimidos al día.
En un medio líquido fermentado (por ejemplo, a base de leche animal o vegetal), las bacterias probióticas no se pueden conservar mucho tiempo. Las diferentes cepas presentes transformarán los azúcares y las proteínas del medio en ácidos orgánicos y agua oxigenada, que las bacterias no podrán soportar a largo plazo. Por otro lado, es imposible conservar una mezcla de cepas probióticas en equilibrio dentro de un medio líquido, ya que cada una de ellas evoluciona de manera diferente durante la fermentación y la conservación.
Pongamos por caso el yogur clásico. Tan solo contiene dos cepas bacterianas (Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus), ya de por sí muy poco probióticas. Pero es que además, después de su conservación, que se extiende desde el lugar de fabricación hasta casa (varias semanas), la supervivencia de las bacterias y el equilibrio entre cepas se altera fuertemente. Como consecuencia de ello, el producto que usted consume en casa no permite regenerar la flora intestinal, sino únicamente conservar las condiciones de pH beneficiosas para el intestino.
Las personas que toman probióticos malgastan cada año cientos de euros simplemente porque los consumen en el momento equivocado, lo que reduce su eficacia hasta prácticamente cero. Y es que los probióticos se destruyen en gran medida por la acidez del estómago cerrado, es decir, mientras está produciendo mucho jugo gástrico (rico en ácido clorhídrico) para la digestión de los alimentos. Así que es muy importante tomar los probióticos cuando el estómago está vacío o, dicho de otra manera, al levantarse por la mañana. En ese momento, el nivel de pH del estómago es prácticamente neutro y en esos momentos se encuentra abierta la puerta que cierra el estómago (el píloro), que es el que impide que la comida pase al intestino antes de ser digerida.
La forma perfecta de tomar probióticos es diluyendo el producto en polvo en un vaso de agua templada a unos 35ºC (para reavivar las bacterias, sin matarlas por el agua muy fría o muy caliente), y después beber el contenido, que directamente pasará al intestino a través del píloro, que está abierto. Los probióticos se mantendrán sanos y salvos. Después podrán viajar tranquilamente por todo el intestino delgado para llegar a su destino, el colon, o podrán dejar su equipaje, instalarse… y tener muchos hijos.
Como curiosidad, ahora ya entenderá por qué en India, donde se toma un tipo especial de leche fermentada denominada lassi, muy rica en probióticos, ésta siempre se bebe antes de las comidas.
Sin embargo, si se consumen yogures con bifidus a diario se corre el riesgo de desequilibrar la flora y favorecer el aumento de peso. Lo mismo ocurre con las leches fermentadas azucaradas pero en este caso lo que supone un problema es el azúcar añadido que contienen estos productos, ya que los niños que lo toman a menudo corren el riesgo de engordar.
Todos sabemos que los probióticos creados en laboratorios generan una gran cantidad de dinero (miles de millones) y que son las grandes corporaciones de la industria alimentaria, como Nestlé o Danone (entre otras), las que velan por su bolsillo más que por nuestra Salud. Son las que llevan todo el cotarro probiótico mundial. Creo todo el mundo está al tanto y espero que ahora nadie se ponga las manos en la cabeza… No seamos unos ilusos creyendo que los probióticos de nuestra herboristería de confianza provienen de marcas ecológicas (en su más amplio significado) y artesanales donde cuidan hasta el más mínimo detalle. No amigos míos, es un negocio a gran escala.
Los suplementos probióticos son cepas con propietario. Eso significa que son formulados en laboratorios por empresas y grandes corporaciones para que puedan ser patentados y vendidos con fines de lucro. Pocos estudios se han hecho con alimentos fermentados reales. ¿Por qué? Porque no se puede patentar el chucrut, el kimchi o cualquier alimento para esa materia.
Se espera que la creciente demanda de probióticos de las naciones emergentes proporcione oportunidades lucrativas de crecimiento a los fabricantes de probióticos en un futuro próximo.
Se espera que el mercado global de probióticos se expanda a un CAGR de 7,40% de 2014 a 2020. El mercado valía 62,6 mil millones de dólares en 2014 y se proyecta que alcanzará una valoración de 96 mil millones de dólares en 2020.
Alimentos y bebidas emergen como una aplicación clave.
En términos de aplicación, el mercado mundial de probióticos se segmenta en piensos, alimentos y bebidas y suplementos dietéticos. Entre éstos, los alimentos y bebidas lideraron el mercado en 2013 y se espera que mantenga una posición dominante hasta 2020. Se espera que el segmento de alimentos y bebidas exhiba un CAGR de 7,20% entre 2014 y 2020. El crecimiento de este segmento puede atribuirse a la creciente inclinación de los consumidores hacia alimentos y bebidas saludables y el cambio en el estilo de vida.
En 2013, Asia-Pacífico lideró el mercado y se estima que mantendrá una posición dominante hasta 2020, aumentando a un CAGR del 7,10%. La principal razón detrás del extenso crecimiento de este mercado es la creciente demanda de probióticos en países como India, China, Japón y Australia. Europa también se considera uno de los principales mercados de probióticos con Francia y Alemania emergentes como los principales países consumidores en la región. Aunque en la actualidad Norteamérica tiene una participación minuciosa en el mercado mundial de probióticos, se proyecta que en el futuro la región exhibirá un crecimiento prometedor.
Las principales empresas en el mercado mundial de probióticos son Chr. Hansen, Yakult Honsha Co., Nestlé S.A., Mother Dairy, General Mills Inc., Lifeway Foods Inc., Groupe Danone S.A. y BioGaia AB, China-Biotics, Inc, E.I. duPont de Nemours and Company, PROBI AB, entre otros.
El mercado de los probióticos se segmenta en función de la aplicación, el usuario final y el tipo de cepa. Los segmentos de aplicación del mercado incluyen suplementos dietéticos, alimentos y bebidas y piensos. El mercado se segmenta en probióticos animales y probióticos humanos. Por tipo de cepa, el mercado se divide en levadura, streptococcus, lactobacillus, bifidobacterium y formadores de esporas. La creciente conciencia sobre los beneficios para la salud de los probióticos, la creciente demanda de probióticos de las economías en desarrollo y la prohibición del uso de antibióticos en la alimentación animal son los principales factores que se espera que alimenten el crecimiento del mercado mundial de probióticos en los próximos cinco años.
Noticia del 2012:
Las ventas mundiales de probióticos se dispararán un 50% en los próximos 5 años. Se prevé que el gasto per cápita en los suplementos probióticos se duplicará en los próximos cinco años en los EE.UU., de acuerdo con Euromonitor International.
En 2011, el mayor generador de ingresos fue el yogur para beber, con 14.000 millones de dólares, seguido por el yogur para comer con cuchara en 11.300 millones de dólares, los suplementos en 2.700 millones de dólares y el zumo en 135 millones de dólares.
Si bien los suplementos deportivos representan una emocionante oportunidad de crecimiento para los probióticos, la clave del éxito en los alimentos y bebidas es contribuir a los productos “normales” que se consumen todos los días, desde los lácteos a los cereales, zumos, tés, cafés, barritas, y pan.
El Dr. Glenn Gibson, profesor de microbiología de los alimentos en la Universidad de Reading, Reino Unido, en cuanto a la investigación sobre probióticos, asegura que ahora existen herramientas para determinar definitivamente y con precisión el tipo de microbios que hay en los seres humanos con base en biología molecular, por lo que se ha podido desarrollar herramientas genéticas que permiten analizar y determinar la microflora total de las personas sin tener que recurrir a la microbiología de cultivo.
En cuanto a los prebióticos, según FrieslandCampina Domo, mientras que el mercado estaba dominado actualmente por la inulina (que se deriva de la raíz de achicoria), los productos lácteos basados en galactooligosacáridos (GOS) demostraron tener un potencial comparable. Afirma que ha habido un fuerte aumento en el uso de GOS en China, Japón, Vietnam, Alemania y los Países Bajos en los últimos años, aunque las ventas en América del Norte son aún muy pequeñas.
Si bien los ingredientes GOS se han utilizado tradicionalmente en fórmula infantil y alimentos para bebé, ha habido un aumento en su uso en otros productos como yogures, postres, sustitutos de comida, bebidas energéticas y aguas saborizadas, debido a su estabilidad ante el calor, el frío y el ácido.
Aquellos que están gravemente enfermos no deberían tomar probióticos. Un estudio holandés sugiere una mayor tasa de mortalidad entre los pacientes con pancreatitis aguda al beber una mezcla probiótica de seis cultivos activos. En este caso, las bacterias ‘buenas’ son vistas por el ya debilitado sistema inmunológico como dañinas y atacadas como invasoras.
Los probióticos se consideran relativamente seguros pero tienen algunos efectos secundarios, incluyendo infección, problemas del sistema inmunológico y resistencia a los antibióticos.
- Infección: El riesgo de infección o sepsis es el área más importante de preocupación con el uso de probióticos, de acuerdo con el ‘American Journal of Clinical Nutrition’, AJCN. Algunos probióticos han sido diseñados para tener una buena adherencia a la pared intestinal, lo que puede aumentar la trasnlocación bacteriana y la virulencia, causando infección. La ACJN informa que los probióticos más potentes pueden aumentar la patogenicidad o la tendencia a causar infección. Medline Plus afirma que las personas con sistemas inmunológicos severamente debilitados pueden desarrollar infecciones graves o bacterias en el torrente sanguíneo al tomar probióticos. El ‘British Medical Journal’ cita casos de infección por Lactobacillus, un probiótico común. Una mujer de 74 años desarrolló abscesos hepáticos después de cuatro meses con un probiótico; un hombre de 67 años que tomaba regularmente cápsulas probióticas desarrolló una infección después de una extracción dental. La mayoría de los casos de infección se presentan en ancianos o en bebés.
La AJCN dice que las alteraciones a largo plazo de las bacterias intestinales ‘sanas’ pueden tener efectos adversos en el desarrollo inmune. Explican que los estudios demuestran que los microbios intestinales normales son importantes para estimular el desarrollo inmune sano, tal como en los tejidos linfoides abdominales. La ingestión de probióticos puede alterar esta microbiota crucial, con efectos perjudiciales sobre la inmunidad. Esto es especialmente cierto para los recién nacidos y las mujeres embarazadas. La microbiota intestinal también desempeña un papel importante en las actividades metabólicas como la regulación de la glucosa, el metabolismo de los lípidos y la digestión de los hidratos de carbono complejos. Existe el riesgo de efectos metabólicos adversos de la manipulación de la flora intestinal con el uso de probióticos.
Nota definición ‘translocación bacteriana’: ‘La translocación bacteriana es un mecanismo, todavía no bien conocido, mediante el cual se favorece la aparición de una infección sistémica o diseminada por parte de microorganismos presentes en el tracto digestivo y que de manera un tanto particular alcanzan diversos órganos, dando lugar a un síndrome de sepsis que es el anticipo del definitivo fallo multiorgánico. Inicialmente la translocación bacteriana se definió como el simple paso de bacterias desde la luz intestinal hacia los ganglios linfáticos mesentéricos y desde allí a otros órganos, pero ha sido muchos años después cuando se ha matizado el término haciendo referencia al traslado de microorganismos a través de la barrera gastrointestinal, diseminándose a los ganglios mesentéricos, pero también al hígado, el bazo, la cavidad peritoneal y la sangre, sin que exista una solución de continuidad de la pared del tubo digestivo.’
Los probióticos deben ser utilizados con cuidado por personas que tienen condiciones que causan un sistema inmunológico debilitado o suprimido, como el VIH/SIDA, la quimioterapia y la terapia de inmunosupresión después de un trasplante de órganos. Los que tienen válvulas artificiales en su corazón sólo deben tomar probióticos bajo la supervisión del médico debido al riesgo de desarrollar una infección cardíaca rara.
- Resistencia antibiótica: Drugs.com afirma que la resistencia a los antibióticos se ha reportado para el probiótico Lactobacillus en Europa. “Clinical Infectious Diseases” informa que muchas cepas de lactobacillus son naturalmente resistentes al antibiótico vancomicina. Esto ocasionalmente puede hacer el probiótico intratable en raros casos de infección. “Biomedical and Environmental Sciences” cita un estudio que encontró que la resistencia a los antibióticos está presente en diferentes especies de cepas probióticas. La mayoría de las cepas eran resistentes a los antibióticos ciprofoxacina, amkacina y gentamicina. Afirma que esto supone una amenaza para la inocuidad de los alimentos y que el uso de probióticos debe estar dirigido por directrices y reglamentos.
En relación a los posibles riesgos de los probióticos, Coronado y col. (1995) argumentaron que el consumo de bacterias grampositivas como Lactobacillus y Bifidobacterias crea un crecimiento mayor de estos microorganismos en el colon comparado con bacterias gramnegativas. Lo anterior da como resultado una acidosis metabólica por lactacto como consecuencia del metabolismo bacteriano de carbohidratos. Los lactobacillus son bacterias no patógenas, aunque ha sido reportado endocarditis, meningitis, neumonía y sepsis (Rahman y col. 1982; Susman y col., 1986).
Nota bacterias grampositivas y bacterias gramnegativas:
‘En microbiología, se denominan bacterias grampositivas, o bacterias Gram-positivas, aquellas bacterias que se tiñen de azul oscuro o violeta por la tinción de Gram. Esta característica química está íntimamente ligada a la estructura de la envoltura celular, por lo que refleja un tipo natural de organización bacteriana. Son uno de los principales grupos de bacterias. Incluyen especies tanto móviles como inmóviles con forma de bacilo (Bacillus, Clostridium, Corynebacterium, Lactobacillus, Listeria) o coco (Staphylococcus, Streptococcus). Realmente, no todas las bacterias del grupo son grampositivas (no se tiñen por la aplicación de ese método), pero se incluyen aquí por su similitud molecular con otras bacterias grampositivas.
En microbiología, se denominan bacterias gramnegativas aquellas que no se tiñen de se tiñen de azul oscuro o violeta por la tinción de Gram, y lo hacen de un color rosado tenue. Esta característica está íntimamente ligada a la estructura didérmica dada por la envoltura celular, pues presenta doble membrana celular (una externa y la otra citoplasmática), lo que refleja un tipo natural de organización bacteriana.
Las bacterias gramnegativas presentan dos membranas lipídicas entre las que se localiza una fina pared celular de peptidoglicano, mientras que las bacterias grampositivas presentan sólo una membrana lipídica y la pared de peptidoglicano es mucho más gruesa. Al ser la pared fina, no retiene el colorante durante la tinción de Gram.
Muchas especies de bacterias gramnegativas causan enfermedades. Algunos cocos gramnegativos causan la gonorrea (Neisseria gonorrhoeae) la meningitis (Neisseria meningitis) y síntomas respiratorios ( Moraxella catarrhalis), entre otros. Los bacilos gramnegativos incluyen un gran número de especies. Algunos de ellos causan principalmente enfermedades respiratorias, enfermedades urinarias y enfermedades gastrointestinales (Helicobacter pylori, Salmonella enteritidis).’
- En otro caso se ha reportado que al ser inyectadas las membranas celulares de Sreptococus y Lactobacillus pueden causar poliartritis crónica, lo cual se debe posiblemente a que dichos componentes bacterianos pueden ser transportados a las arterias, donde desencadenan una reacción local (Steward-Tull, 1980; Millis, 1989). Por otra parte, recientemente Besselink y col. (2008) demostraron que el uso de una combinación de cepas probióticas en pacientes diagnosticados de pancreatitis aguda severa no redujo el riesgo de las complicaciones de la infección, además el tratamiento con probióticos estuvo asociado con un aumentado riesgo de mortalidad.
Dada la controversia existente, es necesaria más investigación en la que se consideren los siguientes aspectos: a) Mejor cuidado y control del proceso de preparación y conservación de los probióticos, b) viabilidad de la cepa o mezcla de cepas probióticas al pasar el tracto digestivo, c) dosificación específica y tiempo de consumo, d) mejor diseño del experimento, e) realización de ensayos clínicos y de preferencia que incluya la participación de expertos de varias disciplinas relacionadas, f) estudio de posibles efectos nocivos de los probióticos.
Los lactobacillos y las bifidobacterias abundan tanto en la dieta de los humanos como en el intestino sano. Las infecciones por estos microorganismos podrían ocurrir de forma natural incluso sin estar relacionadas con la ingesta de estos microorganismos. Aunque son pocos, la mayoría de los casos clínicos publicados de bacteriemia, sepsis o endocarditis por lactobacilus han sido producidos por L. rhamnosus GG o por L. Casei. Las infecciones por bifidobacterias son excepcionales en la literatura aunque se han descrito bacteriemias, sepsis y colangitis por Bacillus subtilis. También se han publicado sepsis fúngicas producidas por Saccharomyces boulardii. Todos los casos de infecciones sistémicas por probióticos se han producido en pacientes con enfermedades graves de base (Diabetes mellitus, valvulopatías, prematuros, problemas hematológicos, SIDA, pacientes de cuidados intensivos, con nutrición parenteral, con yeyunostomías, síndrome de intestino corto, trasplantados, pacientes con cáncer, etc.). La mayoría de estos casos se resolvieron con tratamiento antibiótico pero, en algunos derivaron a shock séptico e incluso provocaron la muerte. Es posible que diferentes cepas de probióticos tengan diferentes perfiles de seguridad.
No obstante, existen grupos seleccionados de pacientes en los cuales todavía se recomienda emplear con precaución, en especial en prematuros y en determinados pacientes inmunodeprimidos. Boyle y cols., proponen una serie de factores predisponentes a la sepsis por probióticos (Hammerman C, Bin-Nun A, Kaplan M. Safety of probiotics: comparison of two popular strains. Br Med J 2006; 333:1006-8). El riesgo de sepsis por estas bacterias debería balancearse con el riesgo de sepsis por otras especies patógenas de bacterias y con el riesgo de sufrir la enfermedad que se pretende prevenir (por ejemplo, la enterocolitis necrotizante en neonatos).
Si bien parece demostrado, en base a la evidencia, su eficacia en la prevención de la diarrea por antibióticos, en el resto de campos son necesarios más trabajos para poder establecer recomendaciones definitivas. En todos los casos son necesarios más trabajos mejor diseñados, con mayor número de pacientes y asignados aleatoriamente. Además, en el caso de pacientes agudos que requieren soporte nutricional serían necesarias, además, comparaciones múltiples entre los tratamientos habituales (Nutrición parenteral, Nutrición enteral con o sin inmunonutrientes) y la Nutrición enteral (con o sin probióticos, simbióticos y/o prebióticos), asegurando una dosificación adecuada, para poder hacer recomendaciones clínicas basadas en la evidencia.
- Otros efectos secundarios de los probióticos incluyen malestar abdominal o gases, interacciones medicamentosas y efectos neurológicos raros. Se ha reportado endocarditis, una infección en el revestimiento interno del corazón por infección en el torrente sanguíneo causada por el uso de probióticos.
- Reacción alérgica: Es posible que los probióticos provoquen una reacción alérgica en algunas personas que los toman. Los síntomas de una reacción alérgica incluyen urticaria, picazón, sibilancias, dificultad para respirar e hinchazón de la cara y la garganta.
El síndrome de drenaje excesivo puede ocurrir con el tratamiento probiótico extendido. Se cree que ocurre por diferentes colonias de bacterias que compiten cuando los probióticos se introducen por primera vez en el tracto digestivo. Los síntomas incluyen diarrea, gases, hinchazón, dolor de cabeza, estreñimiento y posiblemente deshidratación. Los síntomas pueden persistir durante varios días.
El Doctor S.C. Rao, miembro de la Asociación Americana de Gastroenterología y director del Centro de Enfermedades Digestivas de la Universidad de Georgia nos dice: ‘Mientras que la mayoría de los seres humanos colonizan los probióticos en el intestino grueso, algunos los colonizan en el pequeño, un área del cuerpo que en realidad no tiene muchas bacterias. Por lo general, los probióticos son bastante benignos pero cuando colonizan en el intestino delgado son dañinos y potencialmente causan síntomas’.
¿QUÉ PASA CON LOS PREBIÓTICOS?
No, no es lo mismo tomar un probiótico que un prebiótico. Veamos ahora en qué se diferencian:
El término prebiótico se refiere a los ingredientes de los alimentos no digeribles que producen efectos beneficiosos sobre el huésped estimulando selectivamente el crecimiento y/o actividad de un tipo o de un número limitado de bacterias en el colon. Esta definición se solapa en parte con la definición de fibra dietética, aunque añade la selectividad de los prebióticos sobre ciertos microorganismos en concreto (por ejemplo, la ingestión de fructooligosacáridos y la inulina favorecen a las bifidobacterias de forma selectiva (Scherezenmeir J, De Vrese M. Probiotics, prebiotics, and synbiotics-approaching a definition. Am J Clin Nutr 2001; 73 (Supl.2): 361-4).
Los prebióticos son sustancias dietéticas que nutren un grupo seleccionado de microorganismos que viven en el intestino. Ellos favorecen el crecimiento de bacterias beneficiosas sobre las de las perjudiciales.Los prebióticos usualmente están en forma de oligosacáridos, los cuales pueden ocurrir naturalmente pero también se pueden agregar como suplementos dietéticos a los alimentos. Los oligosacáridos son formas más pequeñas de carbohidratos. A diferencia de los probióticos, la mayoría de los prebióticos se utilizan como ingredientes alimenticios en galletas, cereales, chocolate, pastas alimenticias y productos lácteos. La leche humana (leche materna) es un prebiótico natural y el contenido de oligosacáridos de la leche humana es sustancial y forma parte de los componentes prebióticos de la leche humana.
Los prebióticos comúnmente utilizados son:
– Oligofructosa.
– Prebióticos comúnmente utilizados Inulina.
– Prebióticos comúnmente utilizados Galacto-oligosacáridos.
– Prebióticos de uso común Lactulosa.
– Prebióticos de uso común Oligosacáridos de la leche materna.La fermentación de la oligofructosa en el colon da como resultado el aumento del número de bifidobacterias (probióticos) en el colon que resulta en la prevención del crecimiento de las bacterias que causan enfermedades.
Los prebióticos parecen generalmente seguros. Sin embargo, pueden causar hinchazón, flatulencia e incomodidad intestinal, especialmente cuando se toman a dosis de 15 g o más al día. Las personas con intolerancia a la lactosa pueden sufrir particularmente estos efectos secundarios.
Son los fructooligosacáridos (FOS) y galactooligosacáridos (GOS), como la inulina, la oligofructosa, lactulosa (disacárido resultante de la unión de galactosa y fructosa) y el lactitol (unión de una galactosa y un polialcohol derivado de la glucosa). Los FOS y GOS estimulan el crecimiento de bifidobacterias (efecto bifidogénico), únicas bacterias junto con Bacterioides y algunos Firmicutes (conforman el 35% de bacterias de la flora intestinal, frente al 10% de la bifidobacterias), que son capaces de degradar hidratos de carbono complejos.
Estos compuestos prebióticos tienen distintos orígenes, siendo el más habitual el de tipo vegetal. Los FOS suelen estar presentes en alimentos como el trigo, cebollas, banana, espárragos, ajo, puerros y en la raíz de la achicoria; también se pueden obtener frutooligosacáridos por síntesis enzimática a partir de la sacarosa. Los GOS suelen estar naturalmente presentes en la leche materna y la leche de vaca, y en menor medida en ciertas frutas, vegetales y en la miel. Para algunos autores la fibra soluble presente en alimentos como la avena, ciertas legumbres o los cítricos sería un alimento prebiótico, pero realmente no debe llegarse a considerar como tal, ya que no llega a estimular el crecimiento de las bifidobacterias. Por su naturaleza, son ampliamente usados como ingredientes en la fabricación de alimentos como galletas, productos lácteos, preparados específicos no lácteos, cremas de untar, etc.
¿Y CON LAS ENZIMAS DIGESTIVAS?
No nos confundamos…
Con el fin de descomponer los alimentos de manera eficiente y eficaz, el cuerpo necesita un suministro suficiente de enzimas digestivas.
Algunas de estas enzimas digestivas provienen del páncreas, otras se producen en el estómago y otras son secretadas por las glándulas salivales y las glándulas del intestino delgado.
Desafortunadamente, a medida que envejecemos, el intestino se vuelve menos eficiente y naturalmente empezamos a producir menos enzimas digestivas. Como resultado, nuestro tracto digestivo gradualmente se vuelve más alcalino y se hace más difícil para nuestros cuerpos romper completamente las proteínas, grasas e hidratos de carbono en los alimentos que comemos. Este proceso puede conducir a una serie de problemas de salud digestiva que van desde el exceso de gases e hinchazón a las alergias alimentarias y las intolerancias alimentarias.Las enzimas digestivas funcionan como disolventes que rompen los alimentos en los componentes que les permiten ser absorbidos y utilizados por el cuerpo. Trabajan en todo el tracto del intestino grueso pero son especialmente abundantes en el estómago y las secciones superiores.
Las bacterias probióticas, que viven predominantemente en el tracto gastrointestinal inferior, son organismos vivos que viven simbióticamente con nosotros. Sus beneficios provienen principalmente de los subproductos que producen. Estas sustancias (por ejemplo, ácido láctico) equilibran favorablemente el ambiente digestivo, inhiben el crecimiento de bacterias dañinas y promueven la salud en general. Nosotros heredamos bacterias intestinales probióticas de nuestras madres, y estos microorganismos pueden perderse permanentemente como resultado del uso de antibióticos o de una dieta pobre.
SIMBIÓTICOS: EL FELIZ MATRIMONIO
Se define simbiótico como: Mezcla de uno de uno o más organismos probióticos con uno o varios compuestos prebióticos en donde, se genera un efecto sinérgico entre ambos componentes, para potenciar sus propiedades saludables. Esto implica que un producto, sólo puede ser denominado simbiótico, si ha demostrado inducir un efecto beneficioso superior al producido en la suma de los generados, separadamente, por el compuesto prebiótico y el compuesto probiótico.
Uno de los ejemplos más habituales de productos simbióticos son las leches fermentadas, elaboradas con cultivos iniciadores probióticos que durante el proceso de fermentación producen oligosacáridos prebióticos en cantidades apreciables, dependiendo fundamentalmente del tipo de microorganismos empleados (si son bifidobacterias se generan más GOS que los producidos por bacterias del ácido láctico) pero también del tipo de procesado empleado en la fabricación del alimento.
El yogur y el kéfir. ¿Cuál es mejor y por qué?
YOGUR Y KÉFIR: LOS REYES DEL MUNDO PROBIÓTICO
Los yogures comerciales y la mayoría de los yogures orgánicos están pasteurizados (simplemente hay que leer las etiquetas). Y los yogures congelados, es decir, los helados de yogur tan de moda últimamente, no contienen ninguna bacteria viva en absoluto.
¿El yogur comprado en la tienda tiene realmente el poder probiótico que afirman? Desafortunadamente, muchos yogures comerciales se pasteurizan después de haber sido fermentados, lo que destruye completamente todas las bacterias buenas.
Además, varios yogures están todavía pasteurizados después de la fermentación completa. Para los fabricantes, esto asegura que ningún microorganismo patógeno está en el producto y cumple con su comprensión de la inocuidad de los alimentos. Sin embargo, la pasteurización de un producto fermentado como el yogur también matará la microbiota beneficiosa. Todos los beneficios para la salud reunidos e investigados sobre microorganismos beneficiosos provienen de cepas vivas.Con el fin de lograr un buen yogur o kefir, es muy importante utilizar el tipo de fermento adecuado.
La mayoría de las personas no se dan cuenta de que en realidad hay dos tipos de fermentos de yogur: Mesófilo y Termófilo.
El termófilo es el fermento ideal para un fabricante de yogur. Es amante del calor y cultivos en torno a los 43ºC durante 5 a 12 horas. El yogur producido a partir de fermentos termófilos es más grueso que el yogur de un fermento mesófilo.
Un fermento mesófilo, por otra parte, se puede cultivar a temperatura ambiente, alrededor de 21-25ºC. Cuando se utiliza un fermento mesófilo, no hay necesidad de precalentar la leche. El cultivo se añade a la leche fría directamente del refrigerador y se cultiva a temperatura ambiente durante 12-18 horas. El yogur que resulta del fermento mesófilo es un estilo más líquido que el yogur espeso y con cuchara hecho de un cultivo termófilo.
A diferencia del iniciador de yogur, el kefir es únicamente un fermento mesófilo, lo que significa que es idealmente cultivado a temperatura ambiente.
Nota fermentos mesófilos y termófilos: ‘Los fermentos mesófilos proliferan a temperaturas medias, que no debe superar nunca los 38ºC. Son los más usados en los quesos: camembert, brie, manchego, chedar, queso de cabra, roquefort, queso feta, havarty, gouda y muchos quesos frescos. También se puede utilizar para hacer nata agria. Los fermentos termófilos soportan temperaturas más altas (hasta 53ºC) y que sólo se activan a partir de los grados. Son los fermentos estrella de la quesería Suiza e Italiana. Con ellos se hace el gruyere, el emental, parmesano, provolone, mozzarella, queso de Monterrey. La mayor parte de los yogures también se hace con fermentos termófilos.
El yogur, por ejemplo, sólo contiene 2-7 cepas de bacterias beneficiosas, llamadas probióticos. Un fermento de yogur tradicional contiene las siguientes cepas de probióticos: Bifidobacterium lactis, Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus.
El yogur griego es el menos beneficioso de todos, generalmente contiene solamente Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus. Esta es una distinción importante ya que muchas personas se creen que el yogur griego es más saludable.
Hay otro defecto de las bacterias beneficiosas en el yogur: son de naturaleza transitoria lo que significa que no colonizan el tracto digestivo. Los probióticos a base de yogur son valiosos ya que ayudan a mantener el tracto digestivo limpio y proporcionan alimentos para las bacterias beneficiosas que ya están colonizadas en el intestino. Sin embargo, no colonizan el intestino en sí.
Una advertencia sobre el yogur y el yogur griego que contiene Streptococcus thermophilus de Jordin Rubin, autor de ‘Restoring Your Digestive Health’:
Los estudios han demostrado que las personas que sufren de enfermedades autoinmunes corren el riesgo de agravar los síntomas de su enfermedad si consumen más de dos tazas de yogur que contiene Streptococcus thermophilus. Es más, Streptococcus thermophilus puede causar un cambio en la función inmune conocida como un sistema inmunológico dominado por Th2. Las personas con sistemas inmunes mediados por Th2 tienen incidencias más altas de alergias y otras enfermedades. Las personas que sufren de problemas digestivos por lo general tienen sistemas inmunitarios desequilibrados o débiles. Por esta razón, evitar los productos que pueden contribuir a la disfunción del sistema inmune es sabio si usted tiene una enfermedad intestinal.
Así que si usted está buscando el mejor producto de leche fermentada para la salud intestinal, probablemente no es el yogur en particular, no en exceso de dos tazas al día si el fermento del yogur contiene la cepa Streptococcus thermophilus.El kefir de leche se diferencia del yogur en que las cepas contenidas colonizan el tracto intestinal. Algunas de las cepas del kefir son agresivas atacando y destruyendo los patógenos, dominando y controlando el medio ambiente intestinal.
Esta es la razón por la que comer kéfir muy a menudo cuando se tiene problemas de desequilibrio intestinal a veces puede desencadenar una crisis de curación temporal de patógenos que mueren en el intestino. Comer mucho de yogur rara vez causa este tipo de reacción.
Debido a la mayor potencia del kéfir, es recomendable no excederse de 2 tazas al día de yogur, como recomienda Jordin Rubin (citado anteriormente), sobre todo aquellos con sensibilidad a la cepa probiótica de Streptococcus thermophilus.Además de las buenas bacterias, el kéfir también contiene un azúcar estructural llamado kefiran.
Kefiran como un azúcar estructural naturalmente benenficioso es muy diferente de los azúcares procesados que los fabricantes de yogur han estado tratando de reducir en sus productos comerciales excesivamente azucarados durante años (Kim I. Sørensen, Mirjana Curic-Bawden, Mette P. Junge, Thomas Janzen, and Eric Johansen. Enhancing the sweetness of yoghurt through metabolic remodeling of carbohydrate metabolism in Streptococcus thermophilus and Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus. Applied and Environmental Microbiology, April 2016 DOI: 10.1128/AEM.00462-16).
Nota Kefiran: ‘Es el nombre que recibe un polisacárido gelatinoso soluble en agua de color amarillo claro o amarillo pálido que desprende los granos de kéfir de leche y agua. Se compone de los monosacáridos glucosa y galactosa, en una proporción 1:1 y conforma la matriz del gránulo de kéfir. El kefiran muestra ciertas cualidades químicas que caracterizan las propiedades organolépticas del kéfir. Las bacterias que producen kefiran han sido identificados como kefiranofaciens Lactobacillus y Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus.’
Desafortunadamente, la mayoría de los yogures y kéfirs comprados en la tienda están llenos de azúcar y conservantes. Esto es importante de entender. Un estudio español en el año 2015 reveló que, contrariamente a la sabiduría popular de la salud, comer yogur comercial no proporciona ningún beneficio para mejorar la salud o la calidad de vida (Furuno, T., & Nakanishi, M. (2012). Kefiran Suppresses Antigen-Induced Mast Cell Activation. Biological and Pharmaceutical Bulletin, 35(2), 178-183). Esto puede reflejar nuevamente la mala calidad de la mayoría de los productos de kéfir y yogur que se venden en los estantes de las tiendas.
Cuando el yogur Yoplait fue creado en 1999, por ejemplo, contenía 100 por cien más de azúcar por porción que el cereal Lucky Charms. Sin embargo, todo el mundo reconoció el yogur como un alimento sano y las ventas de Yoplait se dispararon.
Incluso hoy en día, un envase de yogur Yoplait puede contener 26 gramos de azúcar (para el sabor a frambuesa, por ejemplo). A principios de este año, en un esfuerzo por dar a su marca una imagen más sana, General Mills anunció que rebajaría el azúcar en Yoplait Original en un 25 por ciento. Pero incluso con la reducción, todavía estará cerca de 20 gramos de azúcar por envase. Los efectos negativos del contenido de azúcar superan con creces los beneficios marginales de la cantidad mínima de bacterias beneficiosas que contienen. Recuerde que el paso más importante restablecer la flora intestinal saludable es evitar el azúcar. Muchos otros yogures contienen colores artificiales, edulcorantes artificiales, sabores artificiales y aditivos pero se disfrazan de alimentos saludables.
Mientras que muchas marcas presumen de su contenido en probióticos, el kéfir y yogur comprados en la tienda no pueden proporcionar los beneficios de salud que deseamos. El procesamiento, las temperaturas extremas (tanto altas como bajas), los ingredientes añadidos y la calidad de la leche convierten un alimento supernutritivo en algo que es mejor evitar.
El kéfir y el yogur comprados en la tienda contienen a menudo pocas (si es que existen) cepas vivas. La fabricación de estos alimentos no está bien regulada – el sabor y la textura son más importantes que el valor terapéutico.
Una de las diferencias más importantes entre el kefir y el yogur implica las enzimas. El kéfir se hace tradicionalmente con leche cruda y lamentablemente, no todos los kéfir que venden se hacen con leche cruda. Cuando el kéfir se hace con leche cruda, contiene enzimas valiosas.
El calor destruye las enzimas. Desafortunadamente, todo el yogur se calienta a una temperatura que destruye estas enzimas valiosas. Las desnaturaliza y cambia la estructura de la proteína en las enzimas. Las enzimas desnaturalizadas no son biológicamente activas. Ya no pueden ayudar al cuerpo a descomponer las partículas del alimento en moléculas más pequeñas.
Cuando se trata de productos lácteos, es mejor el kéfir de leche cruda porque sus enzimas siguen intactas. Además de sus enzimas beneficiosas, el puro poder probiótico del kéfir lo convierte en una superestrella en el mundo de los alimentos fermentados.Sin embargo, los yogures y kéfirs comprados en las tiendas no tienen beneficios sobre la salud porque están llenos de conservantes y azúcar.
Combinar la leche cruda o mínimamente procesada (leche orgánica, no homogeneizada) con un cultivo inicial. Colocar la mezcla en un lugar cálido. Y esperar, generalmente 1-2 días.
El kéfir se hace tradicionalmente con leche de vaca. Se recomienda hacer kefir con leche de camello, de oveja, de cabra o leche de otro animal, a menos que se pueda conseguir leche de vaca cruda.
1. Mezclar el cultivo con un 1 litro de leche ligeramente caliente (a temperatura corporal o 36°C). Colocar en un recipiente de vidrio. Cerrar la tapa.
2. Dejar que el fermento repose en un lugar cálido (alrededor de 23°C) durante 18 a 24 horas. Se sabe que está listo cuando la leche se haya espesado. La consistencia final debe ser fácil de verter pero no tan espeso como para comer con una cuchara. Cuando esté listo, el kéfir tendrá una fragancia agria.
3. Revolver bien y colocar en la nevera. El proceso de fermentación continuará incluso en la nevera pero el enfriamiento retardará la fermentación de la levadura beneficiosa y de las bacterias sanas.
4. Cuando se esté listo para hacer el segundo lote de kefir, usar unas cuantas cucharadas del primer lote y agregar a la leche recién calentada.
Kéfir de Agua
Según Donna Schwenk, autora de ‘Cultured Food for Life’, el kéfir de agua es su bebida fermentada menos favorita. Ella dice que ella nunca ha experimentado los mismos beneficios para la salud con el kéfir de agua que con el kéfir de leche casera.
La razón más probable es que sólo hay 10-15 cepas de buenas bacterias y buenas levaduras en el kéfir de agua hecho con granos vivos. Y en cambio, el kéfir de leche hecho con granos vivos tiene de 30 a 50.
Los granos de kefir de leche y los granos de kefir de agua no son intercambiables, es decir, es inútil fermentar la leche ya que la combinación fracasará.
¿Qué pasa con el kefir de leche hecho con polvo? Al igual que el kéfir de agua, este tampoco es tan beneficioso como el kéfir de leche hecho con granos vivos. Hay sólo 10-15 cepas microbianas beneficiosas en kéfir de leche hecho con polvo en lugar de con granos vivos y ya no hablemos del carísimo precio de este último.
Aquí está la lista específica de los microbios beneficiosos del kéfir de agua.
• Lactobacillus brevis
• Lactobacillus casei
• Lactobacillus hilgardii
• Lactobacillus hordei
• Lactobacillus nagelii
• Leuconostoc citreum
• Leuconostoc mesenteroides
• Acetobacter fabarum
• Acetobacter orientalis
• Streptococcus lactis
• Hanseniaospora valbyensis (levadura)
• Lachancea fermentati (levadura)
• Saccharomyces cerevisiae (levadura)
• Zygotorulaspora florentina (levadura)Y ahora la lista de las cepas típicas probióticas y levaduras beneficiosas en el kéfir de leche debidamente fermentado (hecho con granos vivos), de acuerdo con el Journal Food Microbiology:
• Lactobacillus acidophilus
• Lactobacillus brevas
• Lactobacillus casi
• Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus
• Lactobacillus delbrueckii subsp. delbrueckii
• Lactobacillus delbrueckii subsp. lactis
• Lactobacillus helveticus
• Lactobacillus kefiranofaciens subsp. kefiranofaciens
• Lactobacillus kefiri
• Lactobacillus paracasei subsp. paracasei
• Lactobacillus plantarum
• Lactobacillus rhamnosus
• Lactobacillus sake
• Lactococcus lactis subsp. cremoris
• Lactococcus lactis subsp. lactis
• Lactococcus lactis
• Leuconostoc mesenteroides subsp. cremoris
• Leuconostoc mesenteroides subsp. dextranicum
• Leuconostoc mesenteroides subsp. mesenteroides
• Pseudomonas
• Pseudomonas fluorescens
• Pseudomonas putida
• Streptococcus thermophilus
• Candida humilis (levadura)
• Kazachstania unispora (levadura)
• Kazachstania exigua (levadura)
• Kluyveromyces siamensis (levadura)
• Kluyveromyces lactis (levadura)
• Kluyveromyces marxianus (levadura)
• Saccharomyces cerevisiae (levadura)
• Saccharomyces martiniae (levadura)
• Saccharomyces unisporus (levadura)El único beneficio probiótico del kéfir de agua en comparación con el kéfir de la leche es la ausencia de Streptococcus thermophilus.
Jordan S. Rubin, autor de Restoring Your Digestive Health advierte sobre esta cepa probiótica en particular, ya que los estudios han demostrado que las personas que sufren de enfermedades autoinmunes corren el riesgo de agravar los síntomas de su enfermedad si consumen más de dos tazas de yogur o kéfir al día que contiene Streptococcus thermophilus.Además de un aumento probiótico superior, el kéfir de leche también contiene calcio y magnesio en altas cantidades que están ausentes en el kéfir de agua.
Si se sufre de problemas de candida o diabetes, hay que tener en cuenta que a menos que uno sea extremadamente cuidadoso para fermentar el kéfir de agua correctamente, puede haber demasiado azúcar restante que realmente podría perjudicar en lugar de ayudar. El kéfir de agua correctamente elaborado realmente debe tener un sabor ligeramente dulce.
Además hay que tener en cuenta también que lo mejor es abstenerse de usar zumo al hacer kefir de agua ya que terminará siendo una bebida alcohólica.
CONCLUSIÓN
Regresar a los alimentos tradicionales y fermentados y alejarse de los alimentos estériles y sin vida es un paso más para nutrir todo el cuerpo. Todo el mundo tiene una colección única de microorganismos, y los alimentos fermentados promueve mantener esta comunidad microbiana interna en primer lugar, en lugar de confiar completamente en un suplemento probiótico.
Nutrir el cuerpo con una dieta probiótica, en lugar de una píldora probiótica, es esencial en la reconstrucción del tracto gastrointestinal y la restauración del sistema inmunológico.Mientras que los suplementos probióticos parecen una gran idea, a menudo se hacen con métodos de procesamiento que destruyen las comunidades de buenas bacterias. Muchos yogures comprados en la tienda en el mercado se pasteurizan después de haber sido fermentados, lo que mata todas las buenas bacterias por completo.
En su lugar, pruebe las bebidas y verduras fermentadas que darán a su tracto digestivo bacterias fuertes y beneficiosas. Los alimentos fermentados también aumentarán el valor nutricional de sus alimentos, ayudarán a desintoxicar y eliminar químicos nocivos de su cuerpo. Es hora de volver a lo básico. Siempre es recomendable elegir alimentos fermentados tradicionales en lugar de probióticos pre-empaquetados para nutrir el tracto digestivo.
Larguísimo artículo donde espero que haya quedado claro el concepto.
Es increíble cómo nos hacen creer que unas cápsulas o unos sobres con polvos puedan a restablecer nuestra flora intestinal como por arte de magia y muchos menos creíble con un yogur en envase de plástico con la imagen de Shakira.
Ahora cada cual que elija lo que crea conveniente. Mil gracias por haber llegado hasta aquí.
Yo D. Isasi
Salud y Buenos Alimentos
www.nutricionencasa.com
INFORMACIÓN EXTRA INTERESANTE
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Preservación de cultivos probióticos
Los cultivos lácticos iniciadores y probióticos para aplicación en alimentos son conservados y distribuidos congelados, liofilizados o deshidratados.
Los cultivos congelados ocupan gran volumen y deben ser mantenidos a temperaturas bajo cero que causan altos costos de almacenamiento, transporte y energía y por lo tanto, es preferible, la conservación en forma deshidratada (Johnson y Etzel, 1995).
La transformación de las bacterias a una forma deshidratada a través de la eliminación física de agua es una etapa crítica, ya que las bacterias requieren una actividad de agua de aproximadamente 0,98 en la matriz del producto para la supervivencia y el crecimiento. La preservación de un estado viable requiere a alta para la actividad metabólica o bien baja para sobrevivir en estado latente en los polvos (Paul et al.,1993).
El secado de suspensiones bacterianas se puede realizar mediante liofilización o atomización y la mejora de las tecnologías para la producción de probióticos resultan cruciales en el desarrollo de nuevos productos alimenticios probióticos.
– La técnica más utilizada para la deshidratación de las bacterias lácticas es la liofilización. Es un método eficaz para la conservación de productos biológicos ya que no implica una exposición prolongada a tratamientos térmicos severos. La liofilización es ampliamente utilizada para la formulación de cultivos iniciadores y probióticos pero es un proceso costoso, discontinuo y con bajos rendimientos.
– El secado spray, por atomización o por pulverización ofrece una alternativa económicamente más accesible con altas tasas de producción (Zamora et al., 2006).
El secado por atomización es un proceso energéticamente eficiente y es una de las herramientas de procesamiento predominante para conservación, ya que puede ser utilizado para producir grandes cantidades de ingredientes lácteos de manera relativamente económica. En comparación, el costo del secado spray es de 5 a 8 veces menor por kilogramo de agua eliminada que el costo de la liofilización.
A pesar de que las condiciones del secado por atomización son restrictivas para los microorganismos (aire de entrada alcanza Tº ≥ 180 °C), la rapidez de secado combinado con la posibilidad de secar grandes cantidades de cultivos de bacterias ha llamado la atención de la investigación y la industria en los últimos años (Zamora et al., 2006; Chávez y Ledeboer, 2007; Meng et al., 2008).
– El método de secado por pulverización utilizado por sí solo no es completamente adecuado para la preservación de bacterias probióticas, y es necesario la incorporación de varias modificaciones relacionadas a la composición bioquímica del concentrado, los parámetros de secado por pulverización y proceso de secado post-spray para mejorar la viabilidad de las LABs (bacterias del ácido láctico) en el polvo. Por ejemplo, con las altas temperaturas implicadas en este proceso, se requiere trabajar con especies con un cierto nivel de termo-tolerancia.
Los microorganismos deshidratados con actividad biológica tienen amplias aplicaciones industriales y enorme valor comercial internacional. En comparación con un cultivo líquido, el deshidratado ofrece ventajas de transporte y mejor control de calidad. De acuerdo con su actividad biológica, los cultivos deshidratados se pueden utilizar para la producción de pastillas ó cápsulas de administración oral, cultivos iniciadores para la industria láctea, suplementos funcionales en productos alimenticios y agentes de control biológico, como los biopesticidas y bioconservantes.
La liofilización es un método reconocido hace mucho tiempo para el almacenamiento y preservación de bacterias (Perry, 1998; Carvalho et al., 2004), incluyendo cultivos iniciadores (Sawitzki et al., 2009) y probióticos (Saarela et al., 2005; Kurtmann et al., 2009; Jagannath et al., 2010). En el proceso de liofilización, el agua es removida de la muestra congelada por sublimación del hielo. El proceso consta de tres etapas: congelación, sublimación y desorción (Perry, 1998) obteniéndose al final de las mismas un material concentrado en estado liofilizado. Para preservar la viabilidad celular durante la deshidratación y subsecuente almacenamiento, existen numerosos parámetros que deben ser tenidos en cuenta. En primer lugar hay que considerar que las distintas especies pueden exhibir un comportamiento diferente (variabilidad intercepa) aún en condiciones comparables (Carvalho et al., 2002; Carvalho et al., 2003c; Carvalho et al., 2003d). Además, el tamaño celular afecta la supervivencia durante la congelación y liofilización (Fonseca et al., 2000).
Carvalho y colaboradores (Carvalho et al., 2003a; Carvalho et al., 2003b; Carvalho et al., 2004) observaron que el medio de crecimiento puede influenciar la viabilidad de numerosas LABs en la forma liofilizada; esto puede ser explicado teniendo en cuenta la protección otorgada por cada medio de cultivo, por ejemplo por acumulación de solutos compatibles. Bajo condiciones de estrés osmótico, se acumulan intracelularmente solutos compatibles que permiten al organismo reestablecer su balance osmótico. Sustancias como sacarosa (Saarel a et al., 2005); glicerol (Ming et al., 2009) celulosa (Jagannath et al., 2010); ácido ascórbico y butilato de hidroxitolueno (BHT), glutamato de sodio (Zhao y Zhang, 2009) y otros (Ferreira et al., 1995; Carvalho et al., 2004, Zhao y Zhang, 2005) han sido reportadas por su efecto protector durante la liofilización y/o el subsecuente almacenamiento en estado deshidratado.
El efecto del medio de secado con o sin la adición de compuestos que incrementen la viabilidad/supervivencia de LAB durante y después del secado ha sido también discutido en la bibliografía (Kets et al., 1996; Carvalho et al., 2004). Reddy et al., (2009). Liofilizaron numerosas especies de Lactobacillus en tres medios de secado diferentes: lactosa, leche descremada y maltodextrina. Estos autores verificaron que las propiedades probióticas y la viabilidad de las cepas varían significativamente con el medio de secado. La leche descremada es comúnmente usada como medio de secado porque previene el daño celular estabilizando las biomoléculas constituyentes de la membrana celular (Castro et al., 1996), crea una estructura porosa en el producto liofilizado y contiene proteínas que proporcionan una cubierta protectora (Abadias et al., 2001a).
La rehidratación de las células liofilizadas representa también un paso importante.
Otros factores i.e. fase de crecimiento celular (Carvalho et al., 2004), pH de crecimiento (Li et al., 2009) y temperatura de incubación (Li et al., 2009) pueden también afectar la supervivencia durante la liofilización.
La temperatura de almacenamiento es otro parámetro crítico para la conservación de células liofilizadas (Castro et al., 1995; Abadias, 2001b; Zhao y Zhang, 2009). Los polvos liofilizados pueden ser almacenados bajo vacío, mantenidos en actividad de agua controlada y en la oscuridad.
– La encapsulación de componentes bioactivos se puede utilizar para muchas aplicaciones en la industria alimentaria: por ejemplo, para el control de la reacción oxidativa, enmascarando sabores, colores y olores, extendiendo la vida útil, etc. Estas técnicas cobran cada día más atención, y se utilizan también para intentar proteger a los microorganismos probióticos de los factores que pueden alterar su viabilidad en el producto final, así como también de las condiciones adversas que encuentran en su paso por el tracto gastrointestinal. Dado el tamaño de los microorganismo probióticos (1 – 5 μm), la técnica aplicada para encapsulación de probióticos es la microencapsulación.
La microencapsulación se define como “la tecnología empleada para la envoltura de materiales sólidos, líquidos o gaseosos en pequeñas cápsulas que pueden liberar su contenido a una velocidad controlada bajo determinadas condiciones” (Champagne yFustier, 2007). La microencapsulación puede proporcionar una barrera física entre el compuesto bioactivo y los otros componentes del producto. Más especialmente, en el campo de los alimentos, la microencapsulación es una técnica mediante la cual las gotas de líquido, las partículas sólidas o compuestos gaseosos están atrapados en películas delgadas de un agente de calidad alimentaria.
En su forma más simple, una microcápsula es una pequeña esfera con una pared uniforme alrededor de ella. El material dentro de la microcápsula se conoce como el núcleo, fase interna, o de relleno, mientras que la pared se denomina a veces cáscara, revestimiento, o membrana. El núcleo puede ser un material cristalino, una partícula adsorbente dentada, una emulsión, una suspensión de sólidos, o una suspensión de microcápsulas más pequeñas. La microcápsula puede incluso tener paredes múltiples.
En general, sólo “núcleo” y “pared” se utiliza para referirse a la sustancia encapsulada y agente de encapsulamiento, respectivamente. El núcleo puede estar compuesto de sólo uno o varios ingredientes y la pared puede ser simple o doble capa. La retención de estos núcleos se rige por su funcionalidad química, solubilidad, polaridad y volatilidad.
La microencapsulación ayuda a separar el núcleo central, en este caso los microorganismos, de su entorno hasta su liberación, protegiéndolo de diversos factores adversos como la acidez, concentración de oxígeno y condiciones gástricas, mejorando su estabilidad y vida media y proporcionando una liberación controlada dependiendo del material de encapsulación empleado.
Es decir que la encapsulación de probióticos permite proteger las células del entorno adverso, para su liberación en estado viable y metabólicamente activo hasta el momento de su liberación en el intestino (Champagne y Kailasapathy, 2008; Burgain et al., 2011).
Según De Vos y colaboradores (De Vos et al., 2010) la microencapsulación de diferentes bacterias probióticas sería un paso indispensable para el logro de bacterias con los beneficios para la salud mencionados por las siguientes razones:
•La tasa de supervivencia de probióticos en productos lácteos tradicionales como el yogurt son bajos
•Los probióticos muestran bajas tasas de supervivencia post secado.
•La encapsulación mejora no solo la viabilidad sino que también y de manera muy importante la funcionalidad.
•La liberación controlada es obligatorio para los probióticos.
Como material de encapsulación de microorganismos probióticos normalmente se emplean polisacáridos de diferente origen: algas marinas (kappa carragenato, alginato), plantas (almidón y sus derivados, goma arábiga), animales (quitosano) o bacterias (galano, xantano); y proteínas animales (leche, concentrados de proteínas de suero, gelatina).
Mayoritariamente se emplean polisacáridos ya que constituyen una matriz cuya degradación se ve favorecida por microorganismos de la microbiota intestinal, lo que unido a la protección que ofrecen a nivel del tracto gastrointestinal superior, permite obtener una liberación de los microorganismos en el órgano diana (de Vos et al., 2010).
Las técnicas más utilizadas para microencapsulación de microorganismos probióticos son la emulsificación, la extrusión, el secado por atomización o secado spray (Rokka et al, 2010). Es necesario tener en cuenta dos aspectos cuando se considera la encapsulación de bacterias probióticas: el tamaño de las bacterias (1 – 5 μm) que excluye las nanotecnologías y el hecho que deben permanecer vivas. En relación al primer punto, es importante mencionar que cada tecnología de encapsulación genera microcápsulas de diferentes tamaños y tipos.
Generalmente se emplean diversos polímeros como material de encapsulación; esta metodología aplicada a los microorganismos probióticos se desarrolla de la siguiente manera: un pequeño volumen de una solución polimérica con células microbianas en suspensión (fase discontinua) es añadido a un volumen mayor de aceite vegetal (fase continua), como aceite de soja, girasol o maíz y la mezcla es homogeneizada hasta formar una emulsión de agua en aceite. Una vez que la emulsión se ha formado, el polímero hidrosoluble ha de ser insolubilizado mediante “crosslinking” o entrecruzamiento para formar las cápsulas dentro de la fase oleosa.
Esta técnica, la insolubilización, presenta algunos inconvenientes a la hora de aplicarla en industria alimentaria: por un lado, el aceite residual en las cápsulas perjudica la textura y características organolépticas del alimento y, por otro, el aceite residual, los emulsificantes y surfactantes, pueden ser tóxicos para determinadas células (Kailasapathy, 2002). Además, la necesidad de añadir un paso más al proceso para eliminar estos residuos, junto con el empleo de aceites vegetales, encarecen este método de encapsulación.
En algunos países, no esta permitido el uso de materiales de encapsulación tales como el carragenato o las gomas en los productos lácteos. Por ese motivo, las proteínas lácteas se utilizan para encapsular probióticos por medio de gelificación inducida enzimáticamente (Heidebach et al, 2009; Solanki et al, 2010). Las proteínas lácteas tienen excelentes propiedades de gelificación y son un vehículo natural para los probióticos (Livney et al, 2010; Augustin et al, 2010). Este método genera partículas esféricas e insolubles. El principio de la técnica esta basado en el uso de proteínas lácteas en contacto con coagulante a baja temperatura. Esto permite mantener un sistema líquido donde κ-caseína se separa por acción de la enzima. Después de eso, las proteínas lácteas se emulsionan en un aceite frío para formar emulsión de agua en aceite.
La extrusión consiste en producir pequeñas gotas de material encapsulado forzando el paso de una solución a través de una aguja de jeringa o de una boquilla en los dispositivos generadores de goteo (de Vos, et al., 2010). Para ello, los microorganismos son adicionados a una solución hidrocoloide y esta suspensión se hace gotear sobre una solución de endurecimiento, la cual, como en el método de emulsión, va a variar dependiendo del material empleado. El tamaño de las cápsulas obtenidas suele rondar los 2-4 mm, y éste va a depender del diámetro de salida de la solución, ya que cuanto menor sea el diámetro de la abertura correspondiente (aguja/boquilla), menor será el tamaño de las cápsulas. Es una técnica apropiada para la encapsulación de microorganismos ya que es poco agresiva, no emplea disolventes perjudiciales para las bacterias, se puede llevar a cabo tanto en condiciones aerobias como anaerobias y, además, empleando los dispositivos adecuados se puede producir a gran escala.