A principios del siglo V d.C., Gran Bretaña comenzó a ser invadida por unas feroces tribus procedentes de Noruega, Dinamarca y el noroeste de Alemania. Eran los anglos y los sajones, que terminaron creando una cultura en Gran Bretaña que perduraría más de 400 años.
Los invasores comenzaron a llegar a Gran Bretaña después de que las legiones romanas abandonaran la provincia. Arribaban en unos botes largos y estrechos manejado por 28 remeros. Los barcos no tenían velas y no eran adecuados para cruzar océanos, por lo que los invasores recorrían la costa de Holanda antes de realizar la corta travesía hasta Gran Bretaña.
Estos guerreros eran unos luchadores altos y feroces con ojos azules y pelo rubio. Al principio, los anglosajones fueron contratados como mercenarios para defender a los británicos de los enemigos del norte, los pictos, que vivían en lo que hoy es Escocia. Pero en el año 600 d.C. los anglosajones se habían asentado en el este y el sur de Inglaterra, conquistando a los británicos que los habían contratado.
La Inglaterra anglosajona estaba dividida en siete reinos: Northumbria, al norte; Mercia y Wessex, al oeste; East Anglia, al este; y Essex, Kent y Sussex al suroeste. Aunque algunos británicos fueron empujados hacia el oeste, a Gales y Cornualles, muchos de ellos se quedaron y probablemente terminaron casándose con los anglosajones. No obstante, los británicos eran tratados como ciudadanos de segunda y obligados a convertirse en trabajadores de la tierra o esclavos.
Los anglosajones poseían una sociedad jerarquizada, con el rey y los nobles en lo más alto, los campesinos en el medio y, por debajo de ellos, se encontraban los trabajadores agrícolas -quienes no podían abandonar el lugar donde trabajaban- y los esclavos. Los nobles poseían grandes cantidades de tierras entregada por el rey, mientras que a los campesinos libres o ceorls (pronunciado «chiurls») se les daban menos tierras y tenían que servir en el ejército del rey. El grupo social más bajo era el de los esclavos, personas que habían sido capturadas durante la guerra, habían quebrantados las leyes o, simplemente, eran pobres y se habían vendido a sí mismos a cambio de comida.
La mayor parte de las personas que vivían en la Inglaterra anglosajona eran granjeros. Vivían en granjas individuales o caseríos de entre dos y diez granjas. Cada granja tenía una casa principal de madera con techo de paja en donde la familia vivía y dormía. El resto de edificios que rodeaban la casa eran utilizados como talleres o almacenes. En ocasiones había un patio vallado junto a la granja y el resto de edificios se encontraba en su interior. Hacia el final del periodo anglosajón, entre los siglos IX y XI d.C., la aparición de un nuevo tipo de campo cultivable, grande y abierto, significó que los granjeros tuvieron que trabajar juntos, en equipo. De modo que los campesinos comenzaron a vivir en grandes pueblos.
La nobleza anglosajona
Los nobles vivían en salones construidos de roble con techos de paja. A menudo, las paredes y puertas de madera estaban talladas y bajo los suelos de madera había espacio para almacenar bienes. En esos salones de fiesta, como se llamaban, no había dormitorios, de modo que los nobles tenían que comer y dormir con sus criados. En ocasiones esos grandes salones hacían las veces de centros reales, como los descubiertos en Yeavering, en el reino de Northumberland, y en Cheddar, en Sommerset. Se sabe que Yeavering fue visitado por el rey Edwin en la década de 620 y Cheddar por Alfredo el Grande en los siglos IX y X d.C.
Los nobles anglosajones eran enterrados con sus armas junto a ellos para dejar clara su categoría, mientras que sus esposas eran enterradas con vestidos ajustados mediante prendedores decorados. En los siglos VI y VII d.C., las tumbas de los reyes, los nobles y sus familiares se cubrían con túmulos de tierra.
En la sociedad anglosajona, si alguien hería, mataba o causaba algún daño a otro tenía que pagar una cantidad de dinero, conocida como wergeld o dinero de sangre, a su víctima o a la familia de ésta. La cantidad a pagar dependía de quién había resultado herido y de con cuánta gravedad. De modo que una herida pequeña a una persona sin importancia requería un pago pequeño, mientras que una herida a un noble necesitaba de una gran suma.
Las mujeres podían ser ricas y poderosas en la sociedad anglosajona. Ethelfled, la hija del rey Alfredo, era conocida como «la señora de los Mercians» y era una las personas más poderosas.
A través de pago de dotes el marido entregaba a su mujer dinero y tierras. Las mujeres más pobres recibían joyas en su boda. No obstante, la mayor parte de las mujeres de los granjeros pasaban su tiempo tejiendo, cosiendo ropa y trabajando en los campos.
El comercio anglosajón
Las ciudades se transformaron lentamente en centros comerciales. Aquí los nobles vendían esclavos, animales, pieles, cuero y tela de lana a cambio de bienes y joyas procedentes de otros países: ruedas de molino alemanas, cerámica de Egipto, vino del norte de Francia y piedras preciosas del Oriente Medio. Los puertos de Ludenwic, Ipswich y Hamwic se convirtieron en importantes centros comerciales entre los siglos VII y IX. No obstante, no estaban fortificados y fueron atacados por asaltantes vikingos procedentes de Escandinavia. Como respuesta, los anglosajones comenzaron a construir ciudades fortificadas para reemplazar a los puertos comerciales; muchas de ellas todavía existen en la actualidad.
Las incursiones vikingas del siglo IX destruyeron todos los reinos anglosajones, excepto el de Wessex. En el siglo X sus reyes contraatacaron y conquistaron a los vikingos daneses, creando un único reino en Inglaterra. Este reino unificado sobrevivió incluso a la invasión del rey danés Canuto.
No obstante, después de que el rey inglés Eduardo el Confesor muriera sin heredero, Guillermo, duque de Normandía (conocido como el Conquistador), invadió Inglaterra desde allí y derrotó a los anglosajones en la batalla de Hastings en 1066. A partir de ese momento gobernó sobre Inglaterra como Guillermo I.
En 1939 se excavaron varios extraordinarios túmulos anglosajones en Sutton Hoo, cerca de la costa de Suffolk, en East Anglia. En uno de los túmulos aparecieron los restos de un barco de madera de 30 metros de eslora que había sido arrastrado desde el cercano río Deben. En una cabina en el centro del barco se había dispuesto un emplazamiento funerario. No había cuerpo, pero el enterramiento contenía alguna de las más bellas armas, armaduras y joyas anglosajonas encontradas hasta entonces. Entre los hallazgos había un casco y un escudo de ceremonia, joyas de oro y granate, cuernos para beber con adornos de plata, una lira, un cetro y numerosos objetos de oro y plata, incluidas monedas de oro. Evidentemente, Sutton Hoo era la tumba de un gran señor de la guerra. Algunos historiadores creen que se trata de la tumba de Raedwald, un rey de East Anglia que murió en torno al año 625 d.C.