Máscaras del teatro clásico grecorromano
All the world's a stage,
And all the men and women merely players
El mundo es un escenario,
y todos los hombres y mujeres son meros actores
Shakespeare As you like it, II,vii, 113
Hace poco tiempo por mis infinitos pecados, sobre todo por soberbia y vanidad, sufrí el castigo de presentarme a una oposición. Por este blog hay más de un artículo en el que abundo en ello (1). Uno siempre va detrás de sus traumas. El caso es que, como opositor profesional que era en aquel momento, me interesaba conocer al máximo las obras y milagros de los miembros del tribunal. Me enteré de que la presidenta titular del mismo participaba como ponente en un seminario, era muy interesante pues iba a dar una charla sobre asuntos muy directamente relacionados con el temario de la oposición.
Así que me apunté al seminario y acudí presto, en cierto modo era un privilegiado pues la mayoría de las personas que se encontraban en la misma tesitura que yo no tenían la posibilidad de asistir. Así que me pareció de “fair play” publicar en Twitter los titulares, más o menos periodísticos, de lo que la señora en cuestión tuviera a bien expresar en su charla.
Yo ya estaba acostumbrado a verla en posición de autoridad. Sentada en una mesa presidencial sobre una tarima mientras que yo estaba sentado anónimamente entre el público asistente. Pero algo había cambiado: su lenguaje corporal y su expresión.
En el tribunal, adoptaba una postura de seriedad y responsabilidad sin la mínima rendija por la que pudiera escapar una nota de humanidad o debilidad, era algo así como una estatua parlante dedicada a la oficialidad y a la formalidad. En cambio, en aquella conferencia, sin abandonar del todo la posición de autoridad que le había llevado a ser ponente, estaba mucho más relajada, sonreía y bromeaba con sus colegas, ¡sonreía y bromeaba!. Algo inusitado para mí. Y torpe, como lo soy en algunas ocasiones, escribí en Twitter: “La señora TalyCual sabe sonreír”.
Twitter es en muchas ocasiones una escopeta que dispara por la culata. Esa noche tenía un simpático tuit de la señora TalyCual en el que decía que en efecto, sabía sonreír y reír, pero que dependiendo del sitio en el que se encontraba o de la función que desempeñaba podía o no podía permitirse el lujo de hacerlo. No me voy a detener en el susto que me pegó al enviarme el tuit, recuérdese que era la presidenta del tribunal y yo un opositor, sino en el sustrato sociológico de lo que me estaba señalando. Estaba enunciando, sabiéndolo o no, una aproximación personal a la definición de los roles sociales.
En sociología se llama rol social a los distintos papeles sociales que se pueden desempeñar en una sociedad, por ejemplo, el rol de presidenta de un tribunal de oposición, pero también, el rol de maestro, de policía, de estudiante, de hijo, de madre, de niño o de anciano, de casado o de soltero; cuanto más compleja es una sociedad, cuanta mayor sea la división del trabajo, de funciones, de características específicas que marcan diferencias de comportamiento, mayor será el conjunto de roles sociales.
De hecho, podemos contemplar a la estructura social de una sociedad de varias maneras, en función de sus clases sociales u otras formas de estratificación, por sus instituciones, como un conjunto de sistemas que funcionan en conjunto o, como en el caso que nos ocupa en este artículo, como un complejo entramado de relaciones sociales entre actores que ocupan distintas posiciones y desempeñan roles diferentes.
Y es que cada rol social implica una manera de comportarse y de actuar. La presidenta de aquel tribunal, se veía impelida a seguir unas pautas de comportamiento específicas del rol que desempeñaba, tenía que ser especialmente seria y formal pues era lo que se esperaba de ella, por esa razón me sorprendió tanto encontrarla en otro ambiente y descubrir que, en determinadas circunstancias, era capaz de reír. Nadie hubiera entendido que cambiase sus formas de comportamiento mientras desempeñaba su función. Imaginaos a un presidente de un tribunal de este tipo bromeando o burlándose de las respuestas incorrectas de los opositores. Si esto hubiera ocurrido se habría producido una gran desorientación entre los examinandos y entre sus propios compañeros de tribunal, nadie habría sabido a qué atenerse, su comportamiento hubiera sido imprevisible y la imprevisibilidad está muy mal vista cuando se vive en sociedad.
Luego podemos afirmar que todas las personas tienden a actuar en contextos sociales determinados de acuerdo a las pautas concretas de comportamiento propias del rol que desempeñan. Es decir, que todos representamos un papel como en las obras de teatro. En este punto, en los libros de sociología se suele recordar que la palabra “persona” deriva etimológicamente de la misma palabra latina que significa máscara, aquellas máscaras que llevaban los actores en el teatro clásico grecorromano.
De alguna manera cada mañana cuando nos despertamos, apagamos el despertador y nos dirigimos al baño, ya nos vamos colocando las máscaras de los distintos roles que vamos a desempeñar durante el día. Porque yo puedo contemplar a la sociedad como un conjunto de roles pero también puedo contemplar la vida de cada persona como un conjunto de roles, “set of roles”, como los denominó el sociólogo norteamericano Robert Merton (2). Yo mismo soy marido, padre, funcionario, informático, sociólogo, conductor, madridista, bloguero, cincuentón y alguna que otra cosa más que me callo, y cada uno de estos roles tiene sus propias pautas de comportamiento.
José Félix Tezanos (3), citando a Robert Nisbet (4), estima que los roles están caracterizados básicamente por cinco rasgos. En primer lugar los roles implican comportamientos socialmente establecidos, la presidenta del tribunal de oposición debía comportarse como todos esperábamos que lo hiciera. En segundo término tienen su propia normativa que se expresa en el lenguaje usual como “ser un buen padre” o “ser un buen profesor”. Como tercer rasgo, los roles constituyen un círculo o múltiples círculos sociales que suponen un conjunto de relaciones concretas, por ejemplo, en el sistema educativo conviven el rol del profesor, el del alumno, el del director del centro, el del personal no docente, el del inspector de zona, entre otros; y todos los que participan, saben qué pueden o qué no pueden hacer y qué pueden esperar de los demás. En cuarto lugar, los roles sociales definen campos de acción que se consideran legítimos, un policía puede en determinadas circunstancias hacer uso de la violencia legal pero un vecino no puede tomarse la justicia por su mano. Y por último, en quinto lugar, los roles forman parte del sistema de autoridad más amplio que implica el cumplimiento de una serie de obligaciones para con uno mismo y para con los demás, por ejemplo, el rol de alumno implica los deberes de acudir a clase, de estudiar, de obedecer al profesor; el rol del soldado en un desfile implica que si lleva el paso cambiado, su error no sólo le afecta a él sino a toda la compañía.
Robert Nisbet era de la opinión de que toda sociedad tiene una serie de roles estándar o roles tipo, cada uno con sus características, pautas de comportamiento e importancia social. Es más, opinaba que a lo largo de la historia había una serie de roles básicos que se mantenían como el rol del matriarcado, el de profeta, el de mago, el del guerrero y el del político entre otros. Yo añadiría – permitidme la humorada - que, tal y como van las cosas, el de político corrupto.
Así que los roles llevan aparejados posiciones sociales que, aparte de las pautas de comportamiento, responsabilidades y obligaciones tienen asignado una serie de derechos, privilegios y prestigio, es decir, los roles van acompañados de un estatus específico (5).
En las sociedades menos complejas, el estatus asignado a un determinado rol es adscrito, es decir, depende de las circunstancias personales de quien desempeña el rol. Por ejemplo, la edad, el sexo, las relaciones familiares. El papel no depende de las acciones de los protagonistas sino de quienes son.
En las sociedades complejas, más en concreto en las sociedades modernas, hay mayor apertura en cuanto a la posibilidad de movilidad social y se habla también de estatus adquirido, que en gran parte depende de la propia actividad de los individuos y del logro profesional. Es decir, el papel a representar no depende tanto de quién es el que lo realiza como de lo que hace y ha hecho a lo largo de su vida.
Este estatus conlleva, como hemos señalado, responsabilidades y obligaciones que, a su vez, implican un cierto nivel de autoexigencia y de exigencia por parte de los demás. Este grado de cumplimiento que se exige, tanto uno mismo como los demás, se aprende durante el proceso de socialización (6). La señora TalyCual, presidenta del tribunal de oposición, tenía que comportase según unas pautas socialmente establecidas, exigidas tácitamente por el cuerpo de opositores y autoexigidas por ella misma en el convencimiento de que estaban asociadas a su cargo.
Pues bien, se ha podido observar que estas pautas de exigencia se relajan en ciertas circunstancias. Al parecer la exigencia disminuye en función del tiempo que se lleva desempeñando un determinado rol ante el mismo grupo de gente. De hecho, volviendo al ejemplo del tribunal, el comportamiento de sus miembros en las sesiones públicas era mucho más relajado al final del proceso de oposición que en las primeras sesiones.
Otro motivo de relajación en las pautas de comportamiento se produce cuando los roles se desempeñan entre personas que tienen estatus semejantes. De esta manera la señora TalyCual rió y bromeó cuando era ponente del seminario del que hablábamos al principio pues compartía escenario con otras personas de estatus semejante ante un público que, en gran parte, también compartía más o menos el mismo estatus.
Como hemos visto todo individuo, en cada día de su vida, debe desempeñar simultáneamente varios roles y esto conlleva muchas veces ciertas dosis de conflictividad y tensión entre los requisitos y características de los diferentes papeles que representamos.
Imaginaos, voy a poner un ejemplo extremo para que se entienda bien, a una persona con cierto poder, un coronel del ejército, que es un dios en su cuartel, acostumbrado a dar órdenes y que sean obedecidas. El coronel cae enfermo y va al hospital, lo primero que le hacen es ponerle un bata abierta por la espalda – no sé qué sádico diseñó las tales batas que te dejan con el culo al aire y te tiran por los suelos la autoestima – y, a partir de ese momento, es un paciente que tiene que obedecer las órdenes de médicos, enfermeras y hasta de auxiliares, enseñar sus partes más íntimas a cualquiera de ellos y recibir pinchazos, punciones y tocamientos – profesionales – pero tocamientos al fin y al cabo. Y encima dando las gracias pues están trabajando por tu salud. Es evidente que hay un conflicto entre su rol de coronel y su rol de paciente, que no suele llevarse muy bien.
No hay que llegar a tanto. Yo mismo me he encontrado en situaciones que me producían cierto mal sabor de boca. Por ejemplo cuando trabajaba en informática por las mañanas y estudiaba informática en la universidad por las tardes, rol de profesional y de estudiante al mismo tiempo, tenía que aguantar opiniones de algunos profesores que no coincidían con mi experiencia laboral, lo que me provocaba cierto conflicto interno entre callarme y dejarlo estar, o bien, iniciar polémica con alguien que en ese contexto tenía más poder que yo. Todos hemos vivido situaciones parecidas.
Cuanto más activa sea la persona mayor será el número de roles que desempeña y mayor también la posibilidad de encontrar conflictos entre los distintos roles.
Las causas específicas de conflictividad en estos casos son múltiples. Algunas están relacionadas con la edad, por ejemplo, el rol de hijo, el rol de adulto, el rol de anciano. También pueden surgir conflictos como consecuencia de encontrarse en contextos sociales con sistemas de valores distintos, por ejemplo, el inmigrante que se ve forzado a desempeñar roles culturalmente distintos a los de su país de origen, el uso del chador por las mujeres musulmanas entraría en este capítulo. Pero el grupo de causas más común se produce en el desempeño de roles que entran en colisión entre sí, por ejemplo un inspector fiscal cuando desempeña el rol de contribuyente o el profesor que da clases a su hijo, en el que el rol de padre y de profesor entran en conflicto.
Estos conflictos pueden dar lugar a muchos tipos de trastornos psicológicos, problemas de perturbación de la personalidad, disonancia cognitiva (7), anomia (8). Pero, en la mayoría de los casos no llegan a ser patológicos gracias a que las personas demostramos suficiente flexibilidad para adaptarnos las diferentes situaciones que provocan estos conflictos y a que en muchos casos no pasan de ser cuestiones que provocan malestar ocasional.
Existe otro tipo de conflicto que sería “intrarrol”, se produce cuando una persona decide abandonar o le hacen abandonar un rol que desempeñaba anteriormente y que representaba una parte importante de su vida. Puede ser la transformación que se sufre al llegar a la jubilación, pero es un síndrome que se le presenta a todos los que de alguna manera son “ex”. Ex cónyuges, ex alcohólicos, ex monjas y ex curas, por ejemplo.
Sobre todo al principio estas personas se siguen viendo a sí mismas con la imagen que tenían cuando estaban desempeñando el rol que acaban de abandonar. Estas inercias cognitivas pueden complicar mucho el proceso de transición a la nueva situación (9).
¿Y que decir cuando una persona pública, con un estatus importante, no cumple con las expectativas sociales que derivan del rol que desempeña?. Bueno pues no es necesario acudir a la teoría sociológica, basta con leer los periódicos, ver la televisión o darse un paseo por Twitter.
Conozco un pequeño país europeo cuyo monarca se fue a cazar proboscídeos con una seudoprincesa del Sacro Imperio rubia y maciza, no es lo que se esperaba del venerable anciano coronado. O para qué hablar del tesorero del partido mayoritario, que atesoraba sí, en Suiza. O que los banqueros causantes de una crisis, más que económica existencial, sean inmunes a cualquier intento de revisar su conducta profesional, aunque esto no sólo pasa en ese pequeño país europeo sino en todo el mundo Y así puedo dar mil ejemplos de cómo las expectativas conductuales incumplidas de los roles decepcionan y crean alarma social (10).
Bueno creo que para una primera aproximación al concepto de roles sociales ya está bien, si siguiéramos tendríamos que meternos en los matices que las distintas escuelas sociológicas discuten en torno a la forma en que los roles se construyen, se adoptan, se expresan, se institucionalizan, se intrumentan o sobre el interesante asunto de los roles de género. A lo mejor en otra ocasión, tiempo habrá.
Para terminar vuelvo al principio. No fui justo con la señora TalyCual, le atribuí – debido a la experiencia traumática que supone ser opositor – una frialdad que no era verdadera, una inhumanidad basada en la imagen distorsionada del rol que desempeñaba. El tuit que me envío aquella noche, la del día del seminario, me acabó de demostrar cuán equivocado estaba y me proporcionó un magnífico ejemplo para explicar un concepto básico de la sociología: los roles sociales.
Juan Carlos Barajas MartínezSociólogo
Notas:(1) Ver: Oposición rima con Inquisición I, Oposición rima con Inquisición II, La muy estable pero penosa vida del funcionario.(2) Robert Merton, famoso sociólogo norteamericano con notables aportaciones a la teoría funcional estructuralista. Para más información pulsad aquí.(3) José Félix Tezanos es Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Desde 1974 desempeña diversos puestos docentes en universidades españolas. Es Catedrático de Sociología en la UNED, Director del Departamento de Sociología III (Tendencias Sociales) y Coordinador del GETS (Grupo de Estudio sobre Tendencias Sociales). Dirige la Fundación Sistema y es miembro de la Academia Europea de Ciencias, Artes y Letras de Paris, así como de los Consejos de Redacción de las revistas REIS (Revista Española de Investigaciones Sociológicas), RIS (Revista Internacional de Sociología) y EMPIRIA (Revista de Metodología de Ciencias Sociales). Editor de la Revista Sistema y Director de la Revista Temas, es autor de más de una treintena de libros y de cientos de monografías científicas sobre temas de estructura social, sociología política, tendencias sociales y ciencia, tecnología y sociedad.(4) Robert Nisbet sociólogo norteamericano a quién también podríamos encuadrar dentro del funcional-estructuralismo, su obra tiene una notable influencia de Emilio Durkheim y su pensamiento es claramente conservador (5) Para el sociólogo norteamericano, Sheldon Stryker de la escuela sociológica del Interaccionismo Simbólico, los roles son expectativas conductuales compartidas ligadas a posiciones sociales.Las personas se reconocen mutuamente como ocupantes de posiciones, al hacerlo las personas evocan expectativas recíprocas de lo que se espera de ellas.Las personas no sólo adoptan roles sino que adoptan una actitud creativa y activa hacia sus roles, es decir, las personas construyen los roles. Aunque ese grado de creatividad queda limitado por las estructuras sociales, por ejemplo, un juez puede ser creativo en su posición pero hasta el límite de extravagancia que socialmente se le permite.(6) En sociología se entiende por socialización el proceso mediante el cual los individuos aprenden e interiorizan los valores y normas de la cultura en la que les ha tocado vivir, convirtiéndose idealmente en personas socialmente competentes. La socialización es un proceso continuo que sólo termina con la muerte del individuo, ya que, a lo largo de sus vidas las personas van desempeñando nuevos roles que tienen que aprender (hijo, estudiante, trabajador, padre, abuelo y jubilado). Para más información pulsad aquí.(7) El concepto de disonancia cognitiva, en Psicología, hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes. Para más información pulsad aquí.(8) La anomia es un concepto que debemos al gran sociólogo francés Emilio Durkheim. La anomia se produce cuando, a consecuencia del desarrollo y aumento de la complejidad de una sociedad, se produce un desajuste entre las nuevas demandas vitales que origina esa sociedad – por ejemplo ser más competitivo – y la viejas normas y valores que tradicionalmente han venido dirigiendo las conductas de sus miembros. Para más información pulsad aquí.(9) Helen Rose Fuchs Ebauch de la Universidad de Houston, una antigua religiosa que abandonó los hábitos para terminar siendo profesora de sociología, ha estudiado detenidamente los cambios que se producen cuando una persona deja de desempeñar un rol que hasta entonces había sido básico en su vida. Ha descrito el proceso de desafiliación religiosa y ha establecido sus fases (Dudas, búsqueda y sopesado de alternativas, punto de ruptura y establecimiento de la identidad como ex miembro de la congregación).(10) Todo este párrafo está escrito sin acritud y de manera “presunta” no vaya a ser que al final al que “empapelen” sea a mí.
Bibliografía:
La Explicación SociológicaUna Introducción a la SociologíaJosé Felix Tezanos2ª Edición 4ª RempresiónUNEDMadrid 1998
Teoría Sociológica ModernaGeorge Ritzer5ª EdiciónED. McGraw-HillMadrid 2001
Conceptos Fundamentales de SociologíaRoberto GarvíaSegunda ReimpresiónEl Libro UniversitarioAlianza Editorial Madrid 2003
Sociología John J Mancionis y Ken PlummerPrentice-HallMadrid 2005