Recibe a sus visitantes con un abrazo y una taza de café. Su casa está siempre abierta y proporciona alojamiento y comida a todo aquel, que después de una larga y agotadora peregrinación, llega hasta su aldea interesado en su persona. El dinero que obtiene por su trabajo de tatuadora, o por las entrevistas que concede, le permite comprar cerdos y gallinas o vestir elegantemente porque ella, Fang-Od (o Wang-Od), que así es como se llama, es la mujer más popular y rica de su tribu.
Fang-Od es una mujer de 94 años, ágil, flexible y activa, que ha dedicado toda su vida al tatuaje tribal, arte que aprendió de su padre. Ella cuenta que perdió al hombre que amaba a los 25 años en un accidente de tala y que después nunca volvió a enamorarse por lo que se centró en este arte sobre el que ha desarrollado todo un ritual sagrado como debió ser en el pasado, cuando los guerreros kalinga se tatuaban como símbolo de fuerza, valentía y prestigio y las mujeres de las distintas tribus locales lo hacían porque era sinónimo de belleza. Todavía, pese a su edad, Fang-Od trabaja en los lejanos campos de arroz de su familia pero principalmente es un personaje popular en la aldea por ser una de las pocas personas, casi la única, que todavía hoy realizan "batok", tatuajes, a los que dedica gran parte de su tiempo a pesar de que la modernización haya cambiado el concepto de tatuaje tribal y su importancia haya por ello disminuido.
Fang-Od no solo es una artista del tatuaje tribal sino que además se ha convertido en toda una leyenda desde que hace unos años algunos medios de comunicación como canales de televisión, blogs o revistas, la presentaron como la ultima "mambabatok" kalinga, como la última artista del tatuaje tribal de las cordilleras de Filipinas. Cuando ella y su generación mueran, probablemente se extinguirá esta difícil práctica, que requiere mucha paciencia y dedicación, y con ella una toda una rica y milenaria tradición cultural que se ha ido trasmitiendo en el tiempo de padres a hijos.
La región filipina en donde vive Fang-Od es un lugar ocupado por multitud de tribus con tradiciones y culturas propias, aunque similares, divididas en subgrupos atendiendo a su ubicación o creencias. Fang Od pertenece a la tribu Butbut. Su modesta casa está en Buscalan, una remota y aislada aldea perteneciente a la jurisdicción de la ciudad de Tinglayan, provincia de Kalinga, Región Administrativa de Las Cordilleras, en la Isla de Luzón, y a la que se tarda en llegar unas dos horas caminando después de haber realizado un largo y duro viaje en transporte público. El pueblo, situado en un exuberante paisaje de montaña de hermosos valles, salpicado de pequeñas aldeas y espectaculares terrazas de arroz, ha visto como se ha generado en los últimos tiempos un pequeño negocio alrededor de la figura de Fang Od, quien es casi una atracción turística en sí misma que atrae a numerosas personas de todo el mundo deseosas de conocerla, de conseguir una entrevista o ser tatuados por ella. Muchos de ellos han calificado este encuentro como una experiencia espiritual y conmovedora y se sienten honrados al ser "firmados"por ella. Si tienen suerte, los visitantes de Fang-Od pueden conseguir su batok en el día pero lo normal es esperar de uno a tres. Fang-Od no habla inglés y sus conocimientos de tagalo son rudimentarios. Se comunica brevemente en su dialecto y a través de la mirada y la sonrisa. Ella es una anciana que se muestra encantada de que fans y clientes de todos los lugares del mundo lleguen a su casa para ser tatuados por ella. Eso es, dice, lo que da sentido a su vida. Para Fang-Od la felicidad es llegar a cumplir 100 años realizando sus tatuajes.
Sus métodos y utensilios son tradicionales: en un cuenco de coco mezcla los restos de hollín de sus cacerolas o cenizas de cortezas quemadas de los pinos con agua y patata dulce y con ello consigue una tinta pastosa. Con la ayuda de ramas de calamansi para marcar las líneas, dos palos de bambú y espinas de arboles cítricos, como el pomelo o el naranjo, atadas a uno de ellos a modo de agujas, realiza los dolorosos tatuajes, con pequeños golpes de un palo contra otro. Deja elegir el lugar donde desea uno ser tatuado pero en ocasiones es ella quien elige el diseño entre los que adornan su propio cuerpo o entre los diseños ancestrales que recogen algunos libros. Sus sesiones de trabajo son largas, suelen durar todo el día, y aunque a menudo hay numerosos niños observando como realiza los tatuajes, ella considera que debe ser de la familia la persona que continúe esta tradición y por ello está formando a Gelles, una joven sobrina nieta de quien no sabemos si elegirá sus estudios y la moderna vida en la ciudad o contribuirá a que este antiguo arte y esta tradición ancestral no se extingan.
Fotografías tomadas de http://pinaytraveller.com/, http://larskrutak.com (interesante página sobre tatuajes del antropólogo Lars Krutak), http://www.interaksyon.com (Osep Reyes), http://mbglinska.com (precioso reportaje).