Los vicios del comentar.

Por Paula Lesina
Los últimos dos miércoles, dediqué este espacio a un aspecto esencial en la estructura textual de un blog: los comentarios.  Esta devolución de los lectores tiene la misma importancia para:
- quienes redactan contenido para un blog corporativo,
- quienes llevan un blog comercial con tono personal,
- quienes hicieron de su blog personal una actividad comercial,
- quienes sufren de hedonismo bloguero y escriben por el simple placer de escribir y compartir.
Los comentarios suponen la posibilidad -infinitamente agradecida- de darle nombre a la entidad anónima que Google Analytics llama "visitas únicas". Lo sé, técnicamente hablando no es una apreciación exacta pero me permito la licencia poética porque tiñe de dramatismo la percepción de nuestro auditorio virtual. Aunque las métricas te sorprendan con miles de visitas diarias que te alimentan el ego -o el bolsillo- si ninguna de ellas deja huella escrita en tu post, no tienen existencia real. Puede ser una afirmación idealista y desmesurada pero sostengo que quien escribe lo hace pensando en ser leído, en consecuencia, las cifras y los porcentajes ausentes de nombres propios no son más que números de la escala decimal. Para que pensemos juntas en esto, te dejo una síntesis de los post anteriores a través de una infografía y una valoración desmesurada sobre los vicios del comentar.

El otro que lee.


Tanto si compartís mi postura hedonista del blogueo como si tenés una mirada pragmática respecto a tu blog,  hay dos hechos elementales que no deberías olvidar:
1- Los comentarios tienen incidencia en el posicionamiento orgánico de un blog.
2- Los comentarios construyen el sentido de comunidad.
Recibir comentarios es una evidencia tangible del dinamismo de tu comunidad lectora. Si tengo que ser honesta, sea cual sea tu objetivo al escribir, es preferible recibir trescientas visitas diarias de una comunidad comprometida y activa que recibir tres mil visitantes silenciosos. Bueno, al menos esta desmesurada prefiere lectores que opinan, dejan sus impresiones, comparten y le dan un matiz humano a la gráfica que me presenta blogger cuando abro la plataforma.

El cuestionamiento es válido aún en el caso de que tengas un blog corportativo. Si estás intentando darle identidad y solidez a una marca...si te desvela aumentar tus ventas, créeme que no te interesan cientos de personas que llegan, curiosean y se van. Lo que estás buscando son clientes que se enamoren de tu propuesta y hagan con ella lo que hacen las personas enamoradas: hablen maravillas de ella con todo el que se le cruza. Pero es una opinión totalmente atrevida ya que el marketing y yo tenemos una relación tensa por el momento. Vender no es precisamente una de mis cualidades.

Cuando soy yo la que lee.


Ahora me pongo "del otro lado". Soy lectora. Una ávida lectora de blogs. Leo aquellos que me interesan, con los cuales siento afinidad ya sea estrictamente por el contenido o por la persona detrás de las palabras. No tengo una estrategia de vínculos, tengo una lista de amig@s virtuales. Entiendo perfectamente los beneficios del link-building pero no me interesa practicarlo si significa generar lazos ficcionales, pensados para posicionar mejor mi blog. Los lazos que no se dan naturalmente, no tienen sentido para quien busca crear una comunidad. Al comentar mantengo el mismo criterio: soy honesta e intento destacar lo positivo. De todos modos, como soy una lectora sensible al palabrerío conozco los vicios blogger al comentar. Entre ellos...

- Comentar  para obtener visibilidad.


Si estás en uno de esos días de buen humor, contextualizar estas actitudes viciosas te ayuda a entenderlas. No podemos pasar por alto el hecho de que el círculo de "comentaristas" se da fundamentalmente entre blogueros. En tanto son blogueros quienes comentan es comprensible la actitud de quien se desespera por que no ve los "resultados" de su empeño y puesto en campaña de encontrar respuestas, leyó en alguna parte que una de las estrategias para aumentar sus visitas es comentar en blogs afines. Ahora, "comprensible", no quiere decir que sea la mejor de las opciones. Puedo empatizar con la tentación de comentar a diestra y siniestra para que te conozcan y visiten tu blog. Sin embargo, es a mi criterio una visión reduccionista y limitada al afán de ganarte un espacio en cierto nicho comercial. Mi recomendación sería otra: comentá en todos los blogs que te gusten. Sean afines o no. Conectate con las personas no con los porcentajes. Mirá al otro, porque en tu ombligo vas a encontrar poco más que pelusa. Puede ser es un proceso más lento pero ciertamente es más sólido y honesto. Los blogueros no somos personas necias, nos damos cuenta cuando alguien comenta por compromiso. 


-  Comentar por compromiso.


El comentario ombliguero se aprecia a leguas de distancia y genera desconfianza. No entiendo por qué escribirías la dirección de tu blog en una opinión sobre el post que acabás de leer (salvo para generar un backlink, obvio). Especialmente, cuando tu perfil visible está asociado al blog de tu autoría. El que tenga interés entrará a leerlo. Pero seguramente no vas a despertar curiosidad en nadie escribiendo:

"Buenísimo tu blog. Me quedo por acá. Pasá a visitarme en...."

o

"Justo hace dos años mi abuela tenía un biombo y yo escribí un post sobre el mismo tema"


Son los comentarios que revelan interés sincero, aportan valor y generan lazos personales los que movilizan a un lector. Personalmente, suelo visitar a todas las personas que comentan en La Desmesurada. Tanto por gentileza como por curiosidad. La mayoría de las veces me encuentro con espacios que rápidamente añado a mi lista de contactos, de esta forma, aprendo algo diferente todos los días visitando a personas con intereses y enfoques diversos que me invitan a reflexionar.

- Comentar sin leer el post.



Me permito el desborde emotivo porque si hay actitud que me molesta desmesuradamente, es la de comentar sin haber leído el post. La extensión de las entradas puede ser abrumadora cuando abrís mi blog, de hecho, tengo una altísimo porcentaje de rebote (generalmente, de más del 70%). Mi propósito no es generar visitas sino formar una comunidad de lectores. Si no tenés tiempo, ganas o interés en la lectura reflexiva, éste no es tu espacio. Estoy encantada de que hayas entrado y me parece absolutamente válido que te retires silenciosamente. También respeto la opción de quien comenta para decirme: "Guardo tu post para otro momento..." Es una lectora que se hace presente admitiendo que mi desborde lingüístico tendrá su oportunidad. Quizás lo lea o quizás no. No importa demasiado. Lo cierto es que comenta desde el respeto por el otro. En mi experiencia, este es un vicio extendido en las fiestas de enlaces. No es la regla. Afortunadamente se trata de excepciones pero, si recién estás iniciándote en estas lides, desde ya te digo que no tenés necesidad de practicarlo:
- Tenés el legítimo derecho de no comentar un post que no te parece interesante, ejercelo.
- Tenés el legítimo derecho de participar sin comentar en lo absoluto.
Puede leerse como una grosería pero reitero, cuando el comentar no es una acción voluntaria y desinteresada, los comentarios se transforman en tierra yerma. Y esa esterilidad te roza, creéme. Terminás generando el efecto contrario al deseado y creyendo que todos los artículos sobre cómo aumentar tus visitas son un fraude.

Pecados capitales.


Si me olvidé de alguno de los vicios al comentar ya me lo contarás amablemente en tu comentario. Seguramente hay alguno que te irrita especialmente. De esa forma creamos juntas la lista de los pecados capitales del blogueo. El próximo miércoles, con una visión menos provocadora y más constructiva, te prometo los diez mandamientos del comentar. De esa forma cierro mi etapa bíblica ecuménica y semonística y podemos retornar a los mundanales placeres, que de pecados y mandamientos, tuvimos bastante.