Atenta, amable, irónica, provocadora, seductora, insidiosa, manipuladora. Con estas palabras Jean Frémon,escritor y director de la Galeria Lelong, describe a Louise Bourgeois. A través de la estructura fragmentada del relato, como en la obra de Bourgeois, Frémon recoge sus reflexiones a lo largo de 30 años de encuentros y relaciones personales y profesionales con la artista. No es posible comprender la obra de Bourgeois sin conocer su vida y sus obsesiones. Ella era su obra. De sus recuerdos y sus memorias parte todo lo demás. Sus esculturas, instalaciones y dibujos encarnan e invocan un pasado, el suyo, profundamente complejo. El retorno a los espacios antiguamente habitados, las similitudes entre las formas de sus esculturas y los elementos arquitectónicos de su propia casa, la identificación de la propia Bourgeois con la obra de otro gran sufridor, Francis Bacon, o la admiración hacia al obra de La Fontaine, todo ello está relatado por Frémon de un modo tal que evidencia hasta qué punto es necesario conocer a la artista para penetrar en su obra, al menos esa es la sensación que me ha dado a mí, he sentido un poco de envidia y mucho placer al poder "entrar" en la casa de Bourgeois y comprender algo más su particular forma de entender el mundo.