Defender lo gratis, o lo muy barato, a estas alturas, casi se ha convertido en una tendencia a adoptar por pura necesidad en los tiempos que corren. Sin embargo, es algo que yo recomendaría también en la abundancia, por pura higiene mental.Promover actividades gratis nos acaba abocando al encuentro con la naturaleza y con la reflexión.Gratis como los paseos a ningún lado. Deambular por puro placer de moverse, sin hora ni destino, nos proporciona tranquilidad y nos acaba acolchando a través de la reflexión.Gratis como la recolección de plantas, palos, conchas, que después en frascos de cristal nos alegrarán los ratos de rutina y trabajo.Poco a poco me he ido especializando en este tipo de actividades de tal forma que últimamente sólo gasto dinero cuando hago la compra, o me tomo un café despistado.Pocas cosas son tan gratas como poner la vista en marcha y tomar fotos, un ejemplo. Y dibujar ¿desde cuando no dibujas? Seguro que lo dejaste a los diez años, cuando comprobaste que dibujar no era lo tuyo. Sin embargo, todo es posible aprenderlo, retomarlo, para practicarlo como un divertimento, sin la tensión del resultado. Dirás que aprender cuesta dinero ¿Has oido hablar de los bancos de tiempo? En todas las ciudades hay uno. Mediante este inteligente invento conseguirás profesores de idiomas, de dibujo, o quien te dé un masaje o te ayude a pegar el baldosín rebelde de la cocina, tan sólo a cambio de que tú aportes algo de lo que sabes hacer.¿Y escribir? seguro que ni siguiera te lo has planteado, y sin embargo no hay nada que yo recomiende mas.Atrévete. En las bibliotecas municipales, que también son gratis (por lo menos por ahora), tienen manuales sobre escritura creativa. No sabes la cantidad de recuerdos a los que se ha perdido la pista hasta que aparecen al final del aparejo de nuestros escritos. Un cuaderno y un bolígrafo pueden ser nuestros mejores psicoterapeutas o nuestros mejores amigos.Nunca pienses que no es algo para tí, y concédete todas las oportunidades que puedas. Nunca te lo agradecerás bastante