Hay anécdotas, historias, curiosidades..., que te cuentan un día, y se te quedan grabadas. Pueden ser cosas de poca monta, pero como cada persona es un mundo, lo que a cada uno le marca, es otro mundo. Una de nosotras se quedó fascinada, por ejemplo, cuando de pequeña se enteró de que el alabastro era traslúcido. Le pareció increíble que una piedra tan similar al mármol, en peso y textura, fuese capaz de "transparentarse", reflejando una luz, además, cálida y acogedora. Esa de nosotras suele viajar con relativa frecuencia al Valle del Jerte, y allí, además de los famosos cerezos, hay varias fábricas de alabastro. Fue en una de ellas donde se enamoró de esta lámpara que ya hace muchos años que la acompaña. Y cada noche, cuando la enciende, se reaviva el romance y la sorpresa, al ver cómo este pesado material, cobra vida con la luz. Foto Foto Foto Foto Foto Además, resulta que es muy fácil de trabajar y tallar, y parece ser que en las lámparas ha encontrado uno de los sustentos favoritos para extraer toda su belleza, ¿no os parece?