Hace tiempo que descubrí este lugar pero no hace tanto que me senté en una de sus mesas. La primera vez que nos sentamos a conocer el lugar, fue un mediodía de entre semana, un festivo de esos tontos, que no sabes ni porqué es fiesta. Decidimos aprovechar el menú de mediodía, 14€ con unos plantos exquisitos. Nos encandiló. Volvimos una mañana de sábado. Esos sábados soleados que sólo deseas pasear, reposar en terrazas bajo el sol y tomar café tranquilamente mientras lees el periódico o el suplemento, mientras das sorbos al café humeante. Llegábamos a Luzia a media mañana y nos animamos a volver a desayunar. Vimos la gran mesa de la entrada ‘parada’ (preparada) con todos los ingredientes y condimentos para tostadas, cereales, yogur y leche, cafés, zumos, embutidos… y almorzamos por segunda vez. Exquisito. Un lugar apacible, tranquilo, soleado, con una luz increíble dados sus inmensos ventanales y una decoración exquisita. Desde entonces, Luzia ya no es sólo nombre de mujer. Desde entonces, Luzia es un rincón de paz al que recurrir para estar tranquilo, comer bien y sentir los rayitos de sol filtrándose a través de la ventana. Desde ese día, Luzia es uno de mis lugares.