En una de nuestras casas, los garbanzos que gustan son los muy pequeñitos, llamados pedrosillanos. Y éstos, salvo que se compren a granel, suelen venir despachados en bolsas de tela de un kilo. Sí, sí, de tela, lo que impide que las tiremos una vez terminadas, porque, ¿cómo vamos a deshacernos de tan preciado material? A saber qué avío pueden darnos en un futuro, o qué inspiración nos llegará para usarlo... Y con este razonamiento, ya tenemos tantas unidades como para hacer una colcha... (Umm, aquí una posibilidad a tener en cuenta...) Colchas aparte, lo cierto es que fue uno de estos saquitos el que nos sacó de un apuro con el jacinto de nuestra foto.. El "muchacho" se ha puesto a crecer de tal forma, que el tallo no tiene fuerzas suficientes para sujetar las flores, y se cae completamente hacia un lado. Siendo necesario apoyarlo en algún sitio para su lucimiento, esta pequeña estantería con pared al fondo fue la solución. Y como complemento ideal, nuestra bolsita de garbanzos aísla la madera de la humedad de la planta, a la vez que decora. ¡Y encima es tendencia! Foto Foto Foto Foto Foto ¿Tenéis alguna maceta entre telas? Nosotras no hemos hecho más que empezar...