El curioso puede llegar a ser impertinente, como decía Cervantes. Pero, ¿quién puede resistirse al impulso de tratar de averiguar ciertas verdades? Yo no puedo resistirme, aunque igual a quienes sigan Mi cocina y tengan la paciencia de leer las introducciones que preceden a las recetas me puedan creer “impertinente” o quizás un tanto “prepotente”, cosa que no pretendo (válgame Dios), me mueve mi sempiterna curiosidad y afán por aprender y saber.Preparando éstas delicias, aún no habían salido del horno, llegó a mi mente la pregunta: ¿Qué son magdalenas o madalenas? Y ni corta ni perezosa me puse “manos a la obra”, a “investigar”. En casa, en nuestra biblioteca, existen desde el primer número que se publicó dos colecciones que mensualmente compramos, National Geographic y Muy Interesante. En ésta última he podido encontrar ésta explicación que copio lteralmente y que contestó a mi pregunta: Las magdalenasson, como todo el mundo sabe, unos pequeños bollos elaborados con una masa parecida a la del bizcocho que se suelen tomar mojados en leche. Y es precisamente ahí donde algunos quieren ver el origen de la palabra, al comparar el goteo del líquido al sacarlas empapadas de la taza con las lágrimas vertidas por Maria Magadalena. Existe otra versión que apunta a la palabra griega magdalia, masa de pasta, de la que derivaría después magdalena y también madalena, sin g, admitida en la última edición del Diccionario después de haber sido considerada un vulgarismo durante años.Escribía José Saramago: “Dicen que la curiosidad mató al gato, pero no cuentan si lo que descubrió merecía la pena”. Me merece la pena descubrir y aprender…..Leyendo, mirando, buscando y posteriormente poniendo en práctica, aprendí a hacer éstas madalenas o magdalenas ¿no es una magnífica idea encender el horno, hacerlas, prepararlas para la merienda con café con leche, chocolate o té? A mi hija sí que les ha encantado, hasta tal extremo que ya he perdido la cuenta de cuantas he horneado ésta última semana.Animénse y sigan estos sencillos pasos:Cantidades: 150 gramos de harina de repostería (sirve igualmente una harina normal), 100 gramos de azúcar, una cucharada de azúcar con sabor a vainilla, un huevo, 60 gramos de mantequilla, un yogur (usé de sabor a limón), una cucharada de levadura (usé de la marca Royal), una pizca de sal, puntitas de chocolate (las encuentro en cualquier supermercado). Precalentar el horno a 250º C, calor arriba y abajo. Mientras, en un cuenco mezclar la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar removiendo hasta que blanquee la masa (suelo hacerlo con unas varillas), sin dejar de mover agregar el huevo y posteriormente el yogur. Echar la sal y la levadura en la harina, mezclar bien y tamizarlas en el cuenco, removiendo todo el conjunto. Verter la masa en los moldes de las magdalenas hasta un dedo del borde (como suelen ser muy finos, suelo poner dos moldes a fin de que queden más sujetos), colocarlos en la bandeja del horno. Echar los piquitos de chocolate encima de la masa (la cantidad al gusto). Bajar la temperatura del horno a 220º. Meter la bandeja en el horno a una altura media y hornear durante quince minutos aproximadamente (depende de cada horno) con cuidado de que no se quemen. (Mirar las sin abrir la puerta del horno). Y en mi afán por aprender, llegué a obtener unos buenos consejos de Su, Webos fritos, a quien todo el mundo bloguero gastronómico conoce y que comparto literalmente con su permiso: Me quedan desparramadas a lo ancho: la masa tiene poco cuerpo. ¿Has medido bien la harina? ¿No serían los huevos demasiado grandes? Me quedan ligeramanente ladeadas: has horneado con aire, y el aire de tu horno no hornea todo por igual. No me suben: ¿no se te habrá olvidado la levadura? Al quitar la cápsula de papel, parte de la magdalena se queda adherida a ella: la masa tenía mucha proporción de líquidos. Ajústala. Me crecen a lo ancho, no a lo alto: ¿has esperado a que esté fría la masa? ¿ has utilizado las medidas adecuadas de los ingredientes? Me quedan poco esponjosas: o tus huevos eran demasiado pequeños, o no has medido los líquidos bien, o has batido poco los huevos y el azúcar. ¡Casi se me queman!: tu horno es mas potente que el mío, baja el horneado a 210º y el precalentado a 240º. Me subieron y luego bajaron: ¿has abierto el horno para ver como iban? ¡Noooooooo! Eso no se hace: sólo puedes hacerlo casi al final. Se me han desbordado: llenaste las cápsulas demasiado, la próxima vez un poco menos. ¡Ayyyy! Tenías tantas ansias de copete que te has pasado de poner masa.· Y les confieso como decía Albert Einstein que yo “No tengo talentos especiales. Solo soy profundamente curiosa”. Disfruten de un dulce fin de semana.
El curioso puede llegar a ser impertinente, como decía Cervantes. Pero, ¿quién puede resistirse al impulso de tratar de averiguar ciertas verdades? Yo no puedo resistirme, aunque igual a quienes sigan Mi cocina y tengan la paciencia de leer las introducciones que preceden a las recetas me puedan creer “impertinente” o quizás un tanto “prepotente”, cosa que no pretendo (válgame Dios), me mueve mi sempiterna curiosidad y afán por aprender y saber.Preparando éstas delicias, aún no habían salido del horno, llegó a mi mente la pregunta: ¿Qué son magdalenas o madalenas? Y ni corta ni perezosa me puse “manos a la obra”, a “investigar”. En casa, en nuestra biblioteca, existen desde el primer número que se publicó dos colecciones que mensualmente compramos, National Geographic y Muy Interesante. En ésta última he podido encontrar ésta explicación que copio lteralmente y que contestó a mi pregunta: Las magdalenasson, como todo el mundo sabe, unos pequeños bollos elaborados con una masa parecida a la del bizcocho que se suelen tomar mojados en leche. Y es precisamente ahí donde algunos quieren ver el origen de la palabra, al comparar el goteo del líquido al sacarlas empapadas de la taza con las lágrimas vertidas por Maria Magadalena. Existe otra versión que apunta a la palabra griega magdalia, masa de pasta, de la que derivaría después magdalena y también madalena, sin g, admitida en la última edición del Diccionario después de haber sido considerada un vulgarismo durante años.Escribía José Saramago: “Dicen que la curiosidad mató al gato, pero no cuentan si lo que descubrió merecía la pena”. Me merece la pena descubrir y aprender…..Leyendo, mirando, buscando y posteriormente poniendo en práctica, aprendí a hacer éstas madalenas o magdalenas ¿no es una magnífica idea encender el horno, hacerlas, prepararlas para la merienda con café con leche, chocolate o té? A mi hija sí que les ha encantado, hasta tal extremo que ya he perdido la cuenta de cuantas he horneado ésta última semana.Animénse y sigan estos sencillos pasos:Cantidades: 150 gramos de harina de repostería (sirve igualmente una harina normal), 100 gramos de azúcar, una cucharada de azúcar con sabor a vainilla, un huevo, 60 gramos de mantequilla, un yogur (usé de sabor a limón), una cucharada de levadura (usé de la marca Royal), una pizca de sal, puntitas de chocolate (las encuentro en cualquier supermercado). Precalentar el horno a 250º C, calor arriba y abajo. Mientras, en un cuenco mezclar la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar removiendo hasta que blanquee la masa (suelo hacerlo con unas varillas), sin dejar de mover agregar el huevo y posteriormente el yogur. Echar la sal y la levadura en la harina, mezclar bien y tamizarlas en el cuenco, removiendo todo el conjunto. Verter la masa en los moldes de las magdalenas hasta un dedo del borde (como suelen ser muy finos, suelo poner dos moldes a fin de que queden más sujetos), colocarlos en la bandeja del horno. Echar los piquitos de chocolate encima de la masa (la cantidad al gusto). Bajar la temperatura del horno a 220º. Meter la bandeja en el horno a una altura media y hornear durante quince minutos aproximadamente (depende de cada horno) con cuidado de que no se quemen. (Mirar las sin abrir la puerta del horno). Y en mi afán por aprender, llegué a obtener unos buenos consejos de Su, Webos fritos, a quien todo el mundo bloguero gastronómico conoce y que comparto literalmente con su permiso: Me quedan desparramadas a lo ancho: la masa tiene poco cuerpo. ¿Has medido bien la harina? ¿No serían los huevos demasiado grandes? Me quedan ligeramanente ladeadas: has horneado con aire, y el aire de tu horno no hornea todo por igual. No me suben: ¿no se te habrá olvidado la levadura? Al quitar la cápsula de papel, parte de la magdalena se queda adherida a ella: la masa tenía mucha proporción de líquidos. Ajústala. Me crecen a lo ancho, no a lo alto: ¿has esperado a que esté fría la masa? ¿ has utilizado las medidas adecuadas de los ingredientes? Me quedan poco esponjosas: o tus huevos eran demasiado pequeños, o no has medido los líquidos bien, o has batido poco los huevos y el azúcar. ¡Casi se me queman!: tu horno es mas potente que el mío, baja el horneado a 210º y el precalentado a 240º. Me subieron y luego bajaron: ¿has abierto el horno para ver como iban? ¡Noooooooo! Eso no se hace: sólo puedes hacerlo casi al final. Se me han desbordado: llenaste las cápsulas demasiado, la próxima vez un poco menos. ¡Ayyyy! Tenías tantas ansias de copete que te has pasado de poner masa.· Y les confieso como decía Albert Einstein que yo “No tengo talentos especiales. Solo soy profundamente curiosa”. Disfruten de un dulce fin de semana.