Termina el otoño y comienza el invierno... ¡Qué frío más grande! En esta estación sólo se apetece estar en casita..., abrigaditos..., tomando una buena sopita con la que calentar nuestros cuerpos serranos... Si nuestra querida Mafalda leyera este post diría... "¡¡¡PUAJ!!..., un cretino inventó la cuchara, y ahí nomás a otro depravado se le ocurrió la sopa". Pero, con permiso de ella, a nosotras pocas cosas nos evocan mejor el invierno que una tacita de caldo humeante con un poquito de hierbabuena y un chorreoncito de vino blanco (por aquí, se toma así, ¡y un poquito de alcohol eleva la temperatura y el espíritu!). Así que hoy dedicamos esta entrada a las soperas, contenedor indiscutible de ese preciado manjar invernal. Aunque, no sabemos vosotr@s, pero nosotras las usamos bien poco, servimos la sopa directamente del cazo al plato. De modo que..., ¡a decorar con ellas!
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Con esta entrada participamos de nuevo en la convocatoria de nuestra simpática amiga Inmaculada Frías, del blog Perfileando, quién a comienzo de cada estación propone un reto acorde con ella. ¡Esta vez toca el Invierno!