Recuperada con algunas secuelas, hace unas semanas ante el pleno de la Naciones Unidad pronunció un discurso del que el extracto más notable fue lo de que ”un niño, un maestro, un libro y un lápiz, pueden cambiar el mundo”.
El pasado viernes y al mismo tiempo que la antigua primer ministro noruega Gro Harlem Brundtland en la aceptación del premio dirigió una sentidas palabras en catalán (por cierto, sin dificultades y con un acento standard) llenas de sentido común y optimismo.
Desde aquí saludamos a Malala y nos congratulamos de tenerla entre nosotros.
X. Allué (Editor)
( Nota: Gro Harlem Brundtland fue también presidenta de la OMS, antes de la petarda de Margaret Chan, que nos metió en el lio de la gripe A y que ahí sigue)